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Santificado sea Tu nombre | Día 3

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Según los autores del famoso Catecismo de Heidelberg, santificar el nombre de Dios en nuestras vidas implica tratarlo con reverencia en nuestros pensamientos, palabras y acciones. En otras palabras, que nuestras vidas reflejen Su carácter y reflejen Su gloria. La razón por la cual esta es una petición en el Padre Nuestro es porque cada uno de nosotros necesita la ayuda del Espíritu para vivir de esa manera. Pero al mismo tiempo le estamos pidiendo a Dios que Él mismo santifique ese nombre. 

En el contexto hebreo, el nombre era mucho más que una forma de identificar a las personas, ya que muchas veces hablaba del carácter y esencia de la persona, es decir, representaba lo que esa persona era. Por eso en el Salmo 138:2 el salmista dice que Dios ha engrandecido Su nombre y Su palabra por encima de todo. Esas dos cosas representan lo que Dios es. Su nombre habla de Su esencia, de lo que Él es, y Su palabra habla de Su autoridad y de Su fidelidad.

Con esto en mente, observe en los siguientes versículos cómo el salmista entendió la importancia que Dios le ha dado a Su nombre precisamente porque el nombre de Dios alude a quién es Él. Veamos:

«Oh Señor, por amor de Tu nombre, perdona mi iniquidad, porque es grande» (Sal 25:11, cursivas añadidas).

«Por amor a Tu nombre, Señor, vivifícame; por Tu justicia, saca mi alma de la angustia» (Sal. 143:11, cursivas añadidas).

Cuando una nación y peor aún, cuando la Iglesia en esa nación deshonra el nombre de Dios una y otra vez, Dios le da la espalda a esa nación. Sobre todo cuando esa nación ha sido bendecida por Dios, alcanzando un lugar especial entre las naciones como ocurrió con Israel en la antigüedad, y luego esa nación decide pisotear los valores de nuestro Dios y Sus ordenanzas.

Uno de los Diez Mandamientos fue dado para proteger la integridad de ese nombre y por eso el cuarto mandamiento dice: «No tomarás el nombre de Dios en vano». En el contexto hebreo, no tomar el nombre de Dios en vano es no vaciarlo de su contenido. Por lo tanto, cuando usamos el nombre de Dios pero no vivimos conforme a la santidad de ese nombre, estamos profanando y tomando el nombre de Dios en vano. «Santificado sea tu nombre» es una petición importante porque ninguna otra petición será concedida a menos que santifiquemos el nombre de Dios en nuestras vidas.