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Hágase Tu voluntad | Día 5

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Esta tercera petición nos recuerda que hay una dimensión de la voluntad de Dios que es desconocida para nosotros. A esa voluntad se refería Pablo cuando escribió: «¡Cuán insondables son Sus juicios e inescrutables Sus caminos!» (Rom. 11:32). Pero hay una voluntad que podemos conocer y es la que nos fue revelada en Su Palabra. Cuando pedimos a Dios que se haga Su voluntad, así en el cielo como en la tierra, nos estamos refiriendo a esa voluntad revelada. Esa es la voluntad de Dios que podemos conocer y por lo tanto esa es la que podemos obedecer. 

En su libro «El Padre Nuestro», el teólogo puritano Tomas Watson comenta que al decir «hágase Tu voluntad, así en la tierra como en el cielo» estamos orando básicamente por dos cosas: 

  1. Una obediencia activa. Esto es, «para que podamos hacer la voluntad de Dios activamente en lo que Él ordena».
  2. Una obediencia pasiva. Es decir, «que podamos someternos pacientemente a la voluntad de Dios en lo que Él inflige». 

Si Su voluntad es buena agradable y perfecta, entonces tiene sentido que nosotros pidamos ayuda para hacerla. Conocer la voluntad de Dios y no obedecerla, no nos ayuda en nada. De hecho, empeora nuestra condición, decía Watson.

Para que pueda entender la dimensión de esta petición, creemos oportuno citar nuevamente a Thomas Watson, aunque nos tomaremos la libertad de hacer ciertas adaptaciones al traducir algunas de sus palabras del inglés al español. Preste atención a la manera en que Watson nos anima a pensar acerca de la voluntad de Dios:

  1. El gran designio de Dios en Su Palabra es hacernos hacedores de Su voluntad.
  2. La meta de todas las promesas de Dios es llevarnos a hacer Su voluntad.
  3. La porción de la Palabra que representa una advertencia o alguna amenaza para nosotros tiene la intención de alejarnos del pecado y convertirnos en hacedores de la voluntad de Dios.
  4. El cuidado providencial de Dios tiene por fin el que lleguemos a hacer Su voluntad: las aflicciones son enviadas para llevarnos a hacer Su voluntad; las misericordias de Dios tienen como propósito que hagamos Su voluntad.
  5. Al hacer la voluntad de Dios, mostramos nuestro amor a Cristo, quien dijo que si lo amábamos, obedeceríamos Sus mandamientos.
  6. Hacer la voluntad de Dios es para nuestro beneficio.
  7. Hacer la voluntad de Dios es nuestro honor. Consideraríamos un honor que un rey distinguido nos encomendara hacer algo. Hay mucho más honor en hacer la voluntad de Dios.
  8. Hacer la voluntad de Dios en la tierra nos hace semejantes al carácter de Cristo.
  9. Hacer la voluntad de Dios en la tierra nos trae paz en la vida y en la muerte.
  10. Si reconocemos a Dios como Señor, entonces debiéramos hacer Su voluntad antes que cualquier otra voluntad.

En conclusión, esta es una petición extraordinaria que anhela ver la voluntad de Dios cumplida en la tierra como en los cielos, con gozo, sin oposición y por completo. Si Dios nos permite entender la forma, pero sobre todo el fondo de esta oración, entonces tendremos un modelo perfecto para orar y no nos faltarán razones para pedirle que venga a nosotros Su reino porque deseamos que se haga Su voluntad y que Su nombre sea santificado en nuestras vidas. 

Que Dios nos ayude a orar continuamente por estas cosas y recordar que si bien Él es el Dios santo que mora en las alturas, también es nuestro Padre.