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Noé: Un ejemplo de fe

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“Mas Noé halló gracia ante los ojos del SEÑOR”
(Génesis 6:8)

Al leer sobre Noé, escuchar sobre su vida y testimonio, y mirar su obrar en el tiempo que le tocó vivir, nos resulta imposible frenar ese sentir casi infantil, pues pensamos en ello como si fuera una historia fantástica, así como cualquier niño la ha aprendido. Sin irnos más lejos, podemos incluso notar que muchos adultos, a pesar de verla plasmada en la Palabra, no han aquilatado a cabalidad el valor y el ejemplo de este varón, ni lo que en realidad le costó obedecer a su Dios en medio de una generación perversa, violenta y maligna, además de enfrentarse quizás, a grandes interrogantes ante lo que le era desconocido en ese tiempo. ¡Cuántas enseñanzas de vida nos dejó!

Su vida enfocada en Dios le valió ser exaltado en la “Galería de los Grandes Héroes de la Fe”, pues tuvo la certeza de lo que esperaba y la convicción de lo que no se veía; y por esa fe “recibieron aprobación los antiguos” (Hechos 11:1-2).

Por gracia el Dios Todopoderoso lo escogió para una excelsa misión y recibió la salvación junto a su familia: “Por la fe Noé, siendo advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó un arca para la salvación de su casa, por la cual condenó al mundo, y llegó a ser heredero de la justicia que es según la fe” (Hechos 11:7).Élsabía que “sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Él existe, y que es remunerador de los que le buscan” (Hechos 11:6). Noé creyó en su Dios como el verdadero Dios, real y personal, que cumple sus promesas; por eso descansó totalmente en su fidelidad. De hecho, cuando nació, su padre Lamec le puso ese nombre, diciendo: “Este nos dará descanso de nuestra labor y del trabajo de nuestras manos, por causa de la tierra que el SEÑOR ha maldecido” (Génesis 5:29; 3:17).Todo este descanso (consuelo o alivio) vendría seguro, como resultado de su vida piadosa y obediente; y vemos, además, que por su fe fue constituido “heredero de justicia.” Como sabemos, Noé tipifica al Señor Jesucristo, quien, al correr del tiempo, al cumplir toda justicia, con todas las obras de la ley y morir en la cruz del Calvario en nuestro lugar,nos concede por gracia, creyendo en Él, redención, perdón de pecados y vida eterna(Romanos 3:19-26).Él es nuestra arca de salvación, el que nos conduce al descanso de nuestras obras en esta vida presente; y en la por venir, el descanso eterno en su presencia, cuando todo sea restaurado en su venida, y hasta la creación misma sea liberada de la maldición. (Romanos 8:19-23; Hechos 9:28).

En el tiempo de Noé (Génesis 6)

La tierra estaba arropada por la maldad, la corrupción y la violencia. Toda intención de los pensamientos del corazón de los hombres era sólo hacer el mal.

La decisión del Señor

Ante la tristeza y el pesar de su corazón por haber creado al hombre, decide no contender más con él y determina que sus días serían 120 años (tiempo que duró la construcción del arca); borraría de la faz de la tierra al hombre junto con los animales, y se lo participa a Noé.

¿Por qué a él?

“Halló gracia ante sus ojos”. Fue elegido, escogido para salvación con sus 3 hijos, sus nueras y su esposa; además de los animales también, escogidos según su especie.

Noé era un hombre justo, perfecto entre sus contemporáneos; andaba con Dios, en compañerismo y amistad genuina. En Génesis 7:1, para el SEÑOR solo Noé era justo delante de Él. Establece su pacto con él (Génesis 6:18).

La misión encomendada

La construcción de un arca de madera de ciprés conforme a todas sus directrices, para salvarle del juicio que enviaría para destruir todo en la tierra, por medio de un diluvio (Génesis 6:14-16; 19-21).  Después del diluvio y una vez que todo haya pasado, le ratifica la misión que le fue dada a Adán y Eva en el Edén: Repoblar la tierra, fructificar y multiplicarse (Génesis 1:28; 9:1, 18-19).

La señal del pacto con Noé, su descendencia y con todo ser viviente sobre la tierra. (Génesis 7).

El arcoíris en las nubes le recordaría no traer nunca más destrucción por el diluvio (Génesis 9:8-17).

¿Qué apreciamos en Noé?

Fue un hombre que creyó en Dios y le creyó a Dios. Fue obediente y sumiso hasta lo sumo. Siguió todas las directrices al pie de la letra. No se adelantó, no se quejó, no cuestionó nada.

“Y así lo hizo Noé, conforme a todo lo que Dios la había mandado, así hizo” (Génesis 6:22).

Noé confió totalmente en Dios; ¿te imaginas estar por 120 años pregonando a hombres impíos el camino de justicia y la inminencia del diluvio que vendría sin haber respuesta favorable? ¡Quizás burla, afrenta y rechazo! Y permanecer fiel, aun sin saber nada sobre el diluvio, pues nunca había llovido. Si bien él descansó en la fidelidad del SEÑOR, su fidelidad también fue notoria. ¿Tú te imaginas lo que se necesita para permanecer tanto tiempo encerrado con todos esos animales tan variados, y no ponerse loco? Fue paciente, muy perseverante; su confianza en Dios le permitió esperar el tiempo preciso hasta el final.

Al salir del arca, con gratitud adoró al Señor: hizo un altar y ofreció holocausto, el cual fue olor grato para Él (Génesis 8:18-21).

Reflexionemos:

¿Nos confronta aún hoy este pregonero de justicia?

¿Notamos alguna diferencia entre aquel tiempo y el actual?

¿Esperamos la restauración total en Jesús? ¿La vemos cercana? ¿O lejana?

¿Esperamos su Venida? Jesús dijo que sería como en los días de Noé (Mateo 24:36-39).

El llamado es a velar y orar (Lucas 21:34-36).