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Valentía para andar a ciegas

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Mis pensamientos no se parecen en nada a sus pensamientos —dice el Señor—. 
Y mis caminos están
muy por encima de lo que pudieran imaginarse. Pues así como los cielos están más altos que la tierra, así mis caminos están más altos que sus caminos y mis pensamientos, más altos que sus pensamientos.”
(Isaías 55:8-9 NTV)

La vida es como una carretera. Muchas veces vamos transitando de forma tranquila. Disfrutando de las bondades de Dios y viendo con claridad su obrar en un terreno amplio y plano. Pero cada cierto tiempo, la carretera presenta curvas inesperadas y giros absurdos a nuestro parecer, que nos desconciertan y nos llevan a dar vueltas en círculos o a callejones sin salida.

En esos momentos que no podemos ver con claridad como antes, ¿qué nos mantiene caminando? ¿Cómo seguimos avanzando cuando todo está oscuro y el futuro, más que incierto, parece inexistente?

Necesitamos fe

La fe es el ejercicio de la esperanza para el futuro, para aquello que aún no es realidad. No obstante, sabemos por la misma Biblia que la fe es un fruto del Espíritu Santo (1 Corintios 12), y además es poseedora de un objeto. No es simplemente la esperanza de algo mejor. El objeto de la Fe es Cristo, quien la inicia al darla por medio del Espíritu, y quien la consuma, al cumplir aquello que nos pide que creamos (Hebreos 12:2).

Según el autor de Hebreos, la fe es la solución para ver aun cuando no podamos ver nada; “La fe demuestra la realidad de lo que esperamos; es la evidencia de las cosas que no podemos ver.” (Hebreos 11:1 NTV) En este famoso capítulo 11, la pasarela de los héroes de la fe, el autor inicia casi todos los versículos estableciendo que estos personajes pudieron llevar a cabo actos de obediencia y confianza en el Señor a causa de la fe: Abel, Noé, Abraham, Sara, José, Moisés (v.4, 7, 8, 11, 22, 24).

La fe requerirá valentía a pesar de…

Los resultados positivos de la fe como los que vimos antes, los tenemos bien frescos en nuestra mente. Si oramos con fe, Dios contesta nuestras oraciones libertándonos, sanándonos o librándonos. Siempre dándonos el regalo de salir de las circunstancias incómodas. Sin embargo, más adelante en el capítulo 11, por la misma fe, muchos pudieron afrontar circunstancias oscuras con una valentía sobrenatural sin ver algún resultado positivo al instante. Fueron torturados, ridiculizados, lacerados con látigos, encadenados, apedreados, aserrados por la mitad, etc. (v.35b, 36-38).

Según el diccionario, “una persona es valiente cuando actúa con decisión y firmeza haciendo frente a sus miedos, inquietudes y dudas”.  El ejercicio de la fe, esa confianza práctica de lo que no podemos ver, va a demandar de nosotros que superemos miedos reales y legítimos para actuar a pesar de que no veamos nada. En la historia de su caminar con Dios muchos obtuvieron lo que Paul David Tripp llama la “gracia incomoda”. La gracia que nos lleva justo al medio de la dificultad y que trabaja en nosotros para cambiarnos a la imagen de Cristo, sin cambiar absolutamente nada de las circunstancias tormentosas.

“Debido a su fe, todas esas personas gozaron de una buena reputación,
aunque ninguno recibió todo lo que Dios le había prometido.”
(Hebreos 11:39)

Esta es la gracia cuyo fin es cumplir el propósito para el cual fuimos creados: dar gloria a Dios, y no a nosotros mismos. No vemos que se trate de personas fuertes, auto motivadas y positivistas.  Vemos personas débiles que fueron fuertes porque en medio de su debilidad podían ver algo más de forma sobrenatural a causa de la fe.

¿Y qué podemos decir del apóstol Pablo, al traerlo a esta Gran Galería de la Fe?  Fue un héroe y un verdadero ejemplo de fe. Una vez que reenfocó su fe en la Verdad de Cristo y Cristo mismo, dejó atrás su apego al legalismo judío, abrazó a Cristo Jesús; recibió la vida eterna por gracia y no por las obras de la ley, rindiéndose totalmente al Señor, ofrendando su vida hasta el sacrificio, sufriendo y soportándolo todo por amor a Él y a su iglesia. Llevó a cabo sus propósitos con un corazón entregado hasta su último suspiro, por su causa (Hechos 22:3-21).  Con valentía y firmeza enfrentó toda adversidad y defendió su apostolado (2 Corintios 11:16-33; 2 Timoteo 3:10-12).  A diferencia de aquellos héroes de He.11, que murieron en fe sin recibir las promesas, solo disfrutándolas de lejos, Pablo si las recibió en Cristo (v.13, 39).

La fe florece en el jardín de la confianza

Mencionamos anteriormente que la fe tenía un objeto y ese objeto es Jesús, quien promete darnos visión en medio de nuestra ceguera circunstancial, si fijamos nuestros ojos en Él.  Mas, fijar la mirada en alguien no tangible ni visible, requiere confianza plena de que Él es real, Él es Dios. Implica un desprendimiento de lo que pensamos que debe ser o suceder, y un entendimiento total de que Él no es semejante a nosotras. (Isaías 55:8-9 NTV).

Los mártires de la fe recibieron lentes especiales debido a la confianza que depositaron en Dios y en quién Él dice que es, y en Su Soberanía. Sabían que Dios era capaz de librarlos de todos esos males, pero descansaban en el conocimiento de que Él era infinitamente más sabio y profundo en pensamiento que ellos.

“Pues Dios tenía preparado algo mejor para nosotros,
de modo que ellos no llegaran a la perfección sin nosotros”
(Hebreos 11:40)

Aun Jesús mismo, en su paso por la tierra y en su momento de mayor debilidad nos dio ejemplo de ser valiente, despojándose de su propio entendimiento y fijando su mirada y descanso en el plan bondadoso y superior que Dios había orquestados para Él. “Debido al gozo que le esperaba, Jesús soportó la cruz, sin importarle la vergüenza que esta representaba.” (Hebreos 12:2 NTV)

Cuando miramos la cruz, recordamos que no podemos confiar en nosotras mismas y la observación del panorama presente, por más real que éste sea. Nuestro pensamiento es exageradamente limitado.
Nuestra humanidad nunca nos permitirá aquilatar lo infinito y vasto de nuestro Dios Eterno, así como lo profundo de sus pensamientos.

La fe es un regalo de Dios para ayudarnos a ver cosas que ni siquiera podemos comprender. Nos enseña, y en ocasiones recuerda que Dios orquesta el rumbo de nuestra vida de forma detallada y personal, al mismo tiempo que hace la trascender del marco personal, uniéndola con su plan eterno y universal.

Sólo la confianza y dependencia total en el Dios Soberano, Todopoderoso, pero LLENO DE BONDAD, puede hacer florecer una fe robusta e inamovible. Solo si profundizamos en nuestro conocimiento de Él podremos mirar con confianza al futuro.
Así que este artículo es una extensión de múltiples de versículos en la Biblia que nos invitan a NO TEMER Y SER VALIENTES POR FE. Es una invitación a caminar un día a la vez, puestos los ojos en Jesús, quien nos dio ejemplo de soportar lo peor, y nos amó hasta la cruz. Es una forma de alentarnos a caminar por los caminos que nos presente la vida, sean planos o curvas cerradas porque confiamos en quien desarrolló la carretera. 

Es una invitación a confiar en que, a pesar de que ahora no puedas ver cuál es el fruto de bendición de tu prueba o de tu sufrimiento, hay una historia escrita con amor para tu vida que incluye un mañana que da gloria a Su nombre y trae bendición a tu vida.

Hermana, tú y yo podemos ser suficientemente valientes y atrevidas para transitar por agua, aire o fuego, sin ver o sentir el terreno debajo, debido al real amor de Jesús para nosotras. Él promete poner sus manos debajo de nuestros pies para que demos pisadas seguras, y esas manos son las mismas que sostienen el planeta Tierra y el universo (Hebreos 1:3b).  Así que mientras el mundo gire y exista, podemos confiar.

Podemos confiar, contra todo pronóstico, que ÉL está y estará con nosotras sosteniéndonos, guiándonos, re-enfocándonos, y perfeccionando nuestra fe hasta el día en que finalmente estemos completas en Él y le podamos disfrutar por la eternidad. Allí no necesitaremos más valentía o visión especial. Estaremos ante la consumación plena de nuestra fe.