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Un voto por el futuro de la nación

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Edmund Burke, un filósofo y miembro del parlamento irlandés dijo años atrás: “lo único que tiene que ocurrir para que el mal triunfe es que los hombres buenos no hagan nada”.

Esta es una buena oportunidad para recordarnos a nosotros mismos la necesidad imperante de expresar nuestras ideas y que lo que creemos, nuestras convicciones, pueda ser declarado y propagarse en un momento tan crucial como el que estamos viviendo. Ningún precio a pagar es alto y la razón por la que digo esto es porque estamos en medio de un terremoto moral que está sacudiendo las bases de nuestra sociedad y nosotros, que tenemos una conciencia social, necesitamos salir adelante, pronunciarnos y denunciar aquellas cosas que están amenazando el futuro de las generaciones por venir.

Cuando tú piensas en el pasado, miras el presente y tratas de imaginarte el futuro, es obvio que ninguna sociedad se puede sostener sin que existan valores considerados inalienables, valores que le pertenecen por naturaleza al ser humano. Uno de esos valores es el valor de la vida, la dignidad de la vida, de toda vida —sin importar quién sea la persona— la dignidad de la persona que ha nacido y la dignidad de la persona que se encuentra en el vientre de una madre. Biológicamente sabemos que algo está vivo cuando eso puede crecer, puede dividirse y tiene metabolismo, y el cigoto, desde que se forma, es capaz de hacer esas cosas. Es una vida que viene de donantes humanos, por tanto, es una vida humana. No podemos hablar de que una célula en el planeta Marte es vida y al mismo tiempo decir que un cigoto en el vientre de una madre no lo es. Por tanto, aquellos que han de gobernar nuestra nación necesitan expresar respeto por el valor de la vida. Si no lo hacen, nosotros los cristianos, nos vemos en la obligación —y tú también necesitas verlo así— de no apoyar una candidatura como esta, porque todos los derechos del hombre dependen del valor que se le dé a la vida.

De esa misma manera, cuando tú revisas la sociedad por milenios, puedes entender que el matrimonio ha sido esencial en la estabilidad de una familia. El matrimonio entre un hombre y una mujer no simplemente ha sido la forma tradicional de unirnos; es la manera como estudios han demostrado que un niño recibe el mayor beneficio, cuando puede tener los componentes emocionales y físicos de parte de una madre, que un padre no puede dar. Su mejor beneficio está en el complemento que produce esa unión determinada por nuestro Creador, de un hombre y una mujer. De manera que nosotros como cristianos no podemos y no debemos apoyar, y más aún, estamos en la obligación de no votar por alguien que está a favor de una concepción matrimonial distinta a la que ha sostenido la sociedad. El florecimiento humano depende de esta institución.

De igual manera, debemos estar conscientes de que hay candidatos que entienden que el cristiano y sus valores no debieran ser escuchados simplemente por ser cristianos. Y necesitamos recordar al mismo tiempo que ostentamos una libertad de culto que es parte de nuestra historia y de la historia de todas las naciones democráticas. De manera que, en un gobierno verdaderamente democrático, todas las ideas deben ser permitidas y deben ser escuchadas. Creemos firmemente que la verdad flotará como el corcho por lo que, como cristianos, no le tenemos miedo a otras posiciones. Pero sí le tememos a aquellos candidatos que pretenden amordazar la Iglesia y quitarnos el derecho de poder predicar el evangelio y de predicar las verdades morales que han sostenido el núcleo familiar y por tanto la sociedad.

También debemos tener presente que necesitamos candidatos que sean capaces de pararse con valentía y defender nuestra nación, nuestra soberanía y nuestros derechos inalienables, como ya mencionamos, porque instituciones internacionales de mucho peso han querido llevar a las naciones más tradicionales como la nuestra en la dirección en la que ellos ya van, dejando a un lado las consecuencias que ya han comenzado a vivir como resultado de ese experimento moral que es la ideología de género.

Los padres cristianos, como ciudadanos conscientes, deben defender el derecho que tienen de criar a sus hijos conforme a los valores con los que ellos mismos fueron criados, pero también con aquellos valores que ellos han abrazado en algún momento de sus vidas, convencidos de que fueron los valores judeocristianos los que impulsaron toda la cultura de Occidente, le dieron estabilidad social, le dieron desarrollo a la educación, le dieron desarrollo a la ciencia, abolieron la esclavitud y nos concedieron una serie de libertades que disfrutamos hoy.

Por tanto, ejerce tu derecho de ir y votar conscientemente, ya no por colores, sino por valores. Ya pasó el tiempo de la ignorancia, el tiempo de la falta de educación. El tiempo de la falta de conciencia tiene que quedar atrás. Tenemos que ser una sociedad consciente, una sociedad educada, una sociedad informada que sea capaz de votar, no por intereses personales o partidistas, sino por los intereses que importan a toda la comunidad, a toda la sociedad, pero en particular al Creador de esa sociedad y de esa humanidad.

Contamos con tu voto consciente.