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Sara nos enseña sobre la paciencia

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Ser paciente es un don o virtud que cada día escasea más, ya que somos parte de una generación que vive inmersa en un bombardeo constante de demandas urgentes no pueden esperar para ser satisfechas. Lo que antes requería un proceso para concretizarse ahora puede resolverse con tan solo darle a un botón (Cocinar en el microondas, comprar un ticket de avión online, etc.). Es por esto que un gran número de personas viven estresadas y angustiadas, lo cual las lleva a enfermarse física o mentalmente.

Proverbios 16:32 dice: “Ser paciente es mejor que ser valiente. Es mejor dominarse uno mismo, que tomar una ciudad.”

Dios está interesado en trasformar nuestro interior, en hacer de nosotras mujeres de fe, pacientes, confiadas y piadosas. Él sabe que construir este tipo de carácter toma tiempo y que nos es necesaria la espera para que aprendamos a confiar y depender de su amor, sabiduría y poder. En fin, para que podamos conocerlo tal cual Él es.

¿Alguna vez te has puesto a pensar que pasaría si Dios nos dejara saber el tiempo específico que tendremos que esperar para ver la repuesta a alguna de nuestras oraciones? ¡Creo que a mi me daría un síncope!!!

Al revisar la vida de Sara vemos como se fue transformando en un ejemplo de mujer paciente, pues tuvo que esperar por años antes de ver cumplida la promesa que Dios había dado a su esposo Abraham sobre su descendencia. En lo personal atesoro su testimonio de espera porque en ella vemos como la paciencia es una virtud que se cultiva y se va fortaleciendo con la disposición. Pero también me alienta ver como Dios no acorta su bondad a pesar de nuestra debilidad.

Algunas cosas que sabemos de la vida de Sara es que era una mujer muy hermosa en lo externo “…Eres una mujer de hermoso parecer.” (Génesis 12:11), pero aún más hermosa en su interior, por su espíritu afable y apacible: “ Y que vuestro adorno no sea externo: peinados ostentosos, joyas de oro o vestidos lujosos, sino que sea el yo interno con el adorno incorruptible de un espíritu tierno y sereno, lo cual es precioso delante de Dios.” (1 Pedro 3:3-4). Ella esperaba en Dios. “Porque así también se adornaban en otro tiempo las santas mujeres que esperaban en Dios…” (1 Pedro 3:5a), mientras desempeñaba su rol de esposa de un modo ejemplar. “…estando sujetas a sus maridos. Así obedeció Sara a Abraham, llamándolo señor, y vosotras habéis llegado a ser hijas de ella, si hacéis el bien y no estáis amedrentadas por ningún temor.” (1 Pedro 3:5b-6)

Hasta ahí podemos ver grandes virtudes que le adornan, y entender que no por casualidad el Apóstol Pedro nos la señala como un punto de referencia para nosotras. Pero creo que de igual modo sus debilidades y caídas nos pueden ayudar a ver la importancia de aprender a esperar pacientemente el obrar de Dios a nuestro favor, especialmente en temas que nos generan angustia y dolor.

La impaciencia de Sara dio lugar a:

  1. En un momento de impaciencia obvió lo que Dios había prometido y “tomó el control” de la situación en sus manos. Asumió que lo correcto era entregar a su sierva Agar para que durmiera con su marido Abraham y que este fuera el medio para que por fin llegara el hijo que Dios había prometido. Cabe señalar que en la antigüedad era aprobado por la sociedad que en caso de infertilidad la criada se convirtiera en madre sustituta. Solo que en esta ocasión su decisión trajo consigo consecuencias inmediatas al desatar un conflicto entre ella y Agar, así como también consecuencias a largo plazo, pues generó una lucha entre naciones que ha perdurado hasta nuestros días. (Génesis 16:3).
  2. El punto anterior es un claro reflejo de que Sara obró impulsivamente y no consultó a Dios en oración presentándole su idea o plan. Si primero hubiera orado y esperado por la respuesta de Dios la historia seria diferente. (Salmo 25:4-5)
  3. Ante la burla de Agar permitió que su amargura opacara su espíritu apacible, impidiéndole así responder con bendición a quien le hacia mal. (Mateo 5:44; 1 Tesalonicenses 5:15).
  4. Mostró la necedad que habitaba en su corazón al actuar como Eva al demostrar su malestar con su esposo y culparlo por lo que había sido su idea. (Génesis 16:5)

¿Alguna vez has tomado en tus manos el control de algún situación? ¿Has actuado sin orar y pedirle dirección al Señor? ¿Has devuelto mal por mal? ¿Has culpado a otros de tus pecados? ¿Has obrado con impaciencia? ¿Te cuesta creer que Dios cumplirá lo que ha prometido?

Debe ser una alerta para nosotras el ver todo lo que brotó del corazón de Sara en un momento de desasosiego y ansiedad, cuando tal vez se llenó de temor al ver el tiempo pasara y su cuerpo deteriorarse. Como hijas de Dios necesitamos cuidar nuestro corazón y velar porque este se mantenga enfocado en Dios y en sus propósitos, pues es de este que brota la vida, pero lamentablemente también es engañoso (Proverbios 4:23; Jeremías 17:9).

Tal vez, al igual que yo tienes anhelos de tu corazón que has presentado delante de Dios en oración y ves el tiempo pasar sin recibir respuesta. Tal vez en esa espera te has llenado de miedo o de amargura, y has comenzado a pensar que puede ser un buen momento para ayudar a Dios y provocar que las cosas sucedan. Tal vez te has dado por vencida y el desaliento acompañado de tristeza te ha estado rondando, amenazando con apagar tu fe. ¡No cedamos ante esta tentación!

Lo más esperanzador de la vida de Sara es ver su proceso de maduración espiritual, al punto de que su vida nos reta a caminar por la fe y a esforzarnos en conocer de un modo cada vez más personal al Dios Vivo y Verdadero que promete, cumple y honra la fe de sus hijos. En ella vemos claramente que cuando le tomamos la palabra a Dios y le creemos recibimos grandes beneficios. “También por la fe Sara misma recibió fuerza para concebir, aun pasada ya la edad propicia, pues consideró fiel al que lo había prometido.” (Hebreos 11:11)

Sara fue transformada de una vida que desconocía al Dios Verdadero, ya que por sus orígenes adoraba a dioses paganos, a una vida piadosa y llena de fe. En Él encontró motivos para sonreír, al punto que cambió su risa de incredulidad y desconfianza cuando le fue anunciado su embarazo, por una risa de gozo y gratitud cuando tuvo su hijo en brazos. Ella encontró plenitud y gozo en Dios, tu puedes encontrarlo también.

Para finalizar quisiera preguntarte: ¿Crees qué hay algo difícil o imposible para DIOS? ¡No lo hay!

“Porque ninguna cosa será imposible para Dios.”
Lucas 1:37

¿Crees en el poder de Dios, pero sientes que tu fe no es suficiente? Pídele a Dios que aumente tu fe para que puedas creerle firmemente y confiar.

“Creo, ayúdame en mí incredulidad.”
Marcos 9:24

Y entonces, y solo entonces veras a Dios obrar con todo su poder y esplendor en tu vida y circunstancias:

“Y aquel que es poderoso para hacer todo mucho más abundantemente de lo que pedimos y entendemos, según el poder que obra en nosotros, a Él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén.”
Efesios 3:20