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Mi identidad en Cristo

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No soy digna, me siento inferior a los demás, me veo tan sucia y pecadora, no siento el amor de Dios, no soy aceptada por los demás, siento que los demás me miran y me acusan, me siento sola, si me conocieran tan cual soy todos se alejarían, mi identidad está definida por mi maternidad, o por ser la esposa de….

Estas son ideas y frases, con la que nosotras las mujeres batallamos, porque somos hechas por naturaleza más dadas a los sentimientos, y pensamos que la vida es tal cual la sentimos y percibimos.

Pero la Biblia nos recuerda quienes en verdad somos.

Ora a Dios, para que puedas en este momento aquietar tu corazón de todas esas voces internas y puedas meditar en Su Palabra y apropiarte de ella.

Veamos una pequeña lista de nuestra identidad en Cristo.

  1. Somos bendecidas con toda bendición espiritual en los cielos (Efesios 1:3).
  2. Somos escogidas por Dios, para que vivamos de una manera santa, ahora somos adoptadas por Dios, somos sus hijas (Efesios 1:4-5).
  3. Somos perdonadas de nuestros pecados (Efesios 1:8) y hemos sido justificadas (Romanos 5:1).
  4. Ya no hay condenación para nosotras (Romanos 8:1).
  5. Hay una herencia que hemos obtenido en Cristo (Efesios 1:11).
  6. Somos selladas con Su Santo Espíritu, Dios mismo vive en nosotras, lo cual es una garantía de nuestra herencia (Efesios 1:13-14).
  7. Somos amadas con un gran amor por parte de Dios, y ahora estamos vivas (Efesios 2:4-5).
  8. Hemos resucitado y ahora estamos sentadas en los lugares celestiales, en Cristo (Efesios 2:6).
  9. Somos cercanas, íntimas de Dios (Efesios 3:13), soy Su amiga (Romanos 5:1).
  10. Somos conciudadanos de los Santos e hijas amadas de Dios (Efesios 3:19), ciudadana del cielo (Filipenses 3:20).
  11. Somos más que vencedoras, por aquel que nos amó (Romanos 8:37).
  12. Él está con nosotras todos los días de nuestra vida (Mateo 28:20).
  13. Estoy completa en Cristo (Colosenses 2:9-10).
  14. Soy aceptada (Juan 1:12).
  15. Tengo acceso ilimitado ante el trono de la gracia (Hebreos 4:14-16).
  16. Soy nacida de Dios y lo malo no me puede tocar (1 Juan 5:8).
  17. Soy el templo de Dios (1 Corintios 3:16).
  18. He sido escogida para llevar mucho fruto (Juan 15:16).

Y la lista podría seguir, ¿pero lo crees?

“Aquí está la verdadera batalla de la fe. No lo que somos sino lo que El es.
No lo que sentimos sino sus verdades.”

T. Austin Sparks.

El problema está en que muchas veces no nos vemos como Dios nos ve, estamos tan acostumbradas a pensar de una manera tan crítica y cruel hacia nosotras, que no sabemos como pensar de otra forma.

Y a mi mente viene el ejemplo de Gedeón, escondiéndose de los madianitas, sintiéndose triste y abandonado por Dios, sintiendo que no podía enfrentar a sus enemigos, hasta que en ángel del Señor se le acerca y le dice:

El Señor está contigo, valiente guerrero (Jueces 6:12).

¿Valiente guerrero?

Gedeón estaba atemorizado, escondiéndose.

Y Gedeón le responde, que no siente que Dios está con el, que siente que Dios le ha desamparado, aún más el le dice a Dios que El no es capaz de salvar a Israel, que su familia es pobre y él es el menor de sus hermanos (Jueces 6:13-15).

Una cosa era como Dios lo veía y otra como Gedeón se veía, y esto influía en como Gedeón vivía.

Quizás estás viviendo ahora mismo una situación muy difícil, tal cual Gedeón estaba viviendo. Él no podía negar la opresión que vivía Israel por el pueblo de Madián, pero sí podía ver esas circunstancias a través de unos lentes divinos y ver la redención y bondad de Dios. Esa es mi oración: de que, en medio de tu dolor o percepción que tengas de ti, puedas recordar quien eres ahora en Cristo y ser animada a luchar tus batallas con valor, porque Dios está a tu favor.

Así que te animo a que pasemos un filtro a nuestros pensamientos y analizar si estamos pensando en todo lo verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, en esto meditad, tal cual se nos dice en Filipenses 4:8.

Debemos creerle a Dios, somos quien Él dice que somos, no lo que otros dicen de nosotras. Ni siquiera somos lo que pensamos que somos; nuestra identidad no está en nuestros hijos, esposos, carrera, belleza, habilidades, nuestra identidad está en Cristo y, si Él está con nosotros, ¿quien contra nosotros? (Romanos 8:31)

“Mi oración es que los ojos de vuestro corazón sean iluminados para que sepáis cuál es la esperanza de Su llamamiento, cuáles son las riquezas de la gloria de Su herencia en los santos, y cuál es la extraordinaria grandeza de Su poder para con nosotros los que creemos, conforme a la eficacia de la fuerza de Su poder.”
(Efesios 1:18-19)