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La necesidad de congregarnos

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Vivimos en tiempos tumultuosos, en una sociedad que está cada vez más informada pero menos involucrada. La cosmovisión postmoderna hace tiempo que dejó de ser algo solamente discutido en los círculos académicos, para formar parte de la vida del ciudadano latinoamericano o más bien, del ciudadano global. Este pensamiento promueve un hombre individualista y egocéntrico, que ve las relaciones sociales como intercambios de información más que conexiones con calidad humana. Generaciones de cristianos anteriores jamás hubiesen pensado en la posibilidad de no congregarse porque se entendía que ser cristiano sin ser parte del resto del cuerpo es como ser un pie que no quiere caminar atado al resto del cuerpo, porque entiende que él tiene lo que se requiere para caminar independientemente. Esta idea solo puede estar en la mente o de personas que no son hijos de Dios o de cristianos que aún no han ensanchado su mundo para darle cabida a otros.

Lamentablemente, este tipo de pensamiento individualista se ha hecho presente en la iglesia de Dios, llevando a muchos a creer que no hace falta congregarse para ser cristiano. Eso es cierto, de la misma manera que yo no tengo que vivir con mi esposa para estar casado. Pero si yo no estoy con mi esposa, no le visito y no le busco, yo no voy a tener una buena relación con ella, y probablemente termine hasta sin matrimonio. De esa misma manera, pudiéramos hablar de lo que ocurre cuando el cristiano decide llevar una relación con Dios divorciada de la institución (la iglesia) que Dios designó para nutrir nuestra relación con El.

La Palabra de Dios nos manda a congregarnos en Hebreos 10:25 «no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca». Esto es un mandato; y no simplemente una sugerencia; por tanto, no debemos dejar de congregarnos.

Dios nos da dones y talentos, pero es en el contexto de la iglesia donde yo descubro esos dones y donde yo los puedo poner en operación para el beneficio de los demás. El apóstol Pablo nos dice;

“6Y hay diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios el que hace todas las cosas en todos. 7Pero a cada uno se le da la manifestación del Espíritu para el bien común.”, ( 1 Co 12:6-7).

Alejados del cuerpo de Cristo no podemos conocer nuestros dones porque estos operan principalmente dentro de la comunidad donde Dios nos coloca. Cuando no conozco mis dones, tampoco puedo conocer o ejercer mi llamado porque este está íntimamente relacionado a los dones con que Dios equipa al creyente.

El vivir separados unos de otros representa una contradicción de lo que realmente somos de acuerdo a lo que Dios ha revelado:

“4Pues así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, 5así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros”, (Romanos 12:4-6 … énfasis agregado).

Tenemos una lista larga de versos bíblicos que nos llaman a hacer cosas los unos por los otros, pero un estudio cuidadoso de esos pasajes, nos dejará ver que la frase “los unos por los otros” que aparece repetitivamente en el Nuevo Testamento, no hace alusión a los ciudadanos del mundo en general, sino a las ovejas de un mismo redil; es decir a los miembros de una misma iglesia. La palabra nos manda a,

  • Tener un mismo sentir los unos por los otros, Ro 15:5
  • Tener el mismo cuidado los unos por los otros, 1 Co 12:25
  • Servirnos por amor los unos a los otros, Gá 5:13
  • Llevar los unos, las cargas de los otros, Gá 6:2
    • 08Exhortarnos los unos a los otros, He 3:13

Una buena forma de ver la necesidad de congregarnos es a través de esta ilustración: Si usted observa las brazas cuando son colocadas una encima de otra en la hoguera, usted se dará cuenta que ellas arden mientras están juntas, pero tienden a apagarse tan pronto usted las separa una de la otra. De esa misma manera, el cristiano cuando pertenece al cuerpo de Cristo tiende a crecer; tiene un lugar donde él puede alimentar su fe y donde otros pueden apoyarle cuando está en debilidad, y él puede apoyar a otros cuando esos otros están en debilidad. Pero cuando él deja de congregarse, de esa misma manera tiende a mermar su fe, su pasión, su deseo y su búsqueda de Dios.

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