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La importancia de Dios en la familia

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 “Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sojuzgadla;”  

Génesis 1:27-28 

¿Qué significan estos versículos?, que fue Dios mismo quien instituyó la idea de familia y el propósito era para revelar al mundo a un Dios santo. Cómo era una de las primeras cosas que Dios hizo después de la creación de los hombres, nos indica que es algo elemental y vital para nosotras. Esto entonces implica que tiene un propósito en la vida de cada una de nosotras. De hecho, la segunda persona de la Trinidad entró en el mundo en el contexto de una familia. Dios mismo, respetó y obedeció a padres falibles donde Él creció en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres (Lucas 2:52). Nosotras y nuestros hijos necesitamos aprender a honrar a Dios a través de honrar a nuestros padres (Éxodo 20:12). Si Dios mismo se humilló, tomando la forma de siervo, cuanto más nosotras debemos hacerlo con nuestras familias. 

La familia terrenal está constituida de tres elementos, el matrimonio, un esposo y una esposa, los hijos y luego la familia extendida por las relaciones que tenemos con otros en la familia como abuelos, tíos y primos. Estas relaciones son tan importantes para Dios que cuando Él nos salva, nos trae a una familia espiritual. El esposo y la esposa como unidad demuestra la relación que Cristo tiene con Su iglesia, el amor incondicional y la devoción que debemos tener uno para el otro, y en la familia, debe demostrar la unidad que se ve en la Trinidad. Es una oportunidad para demostrar el amor, seguridad, aceptación, protección, provisión, bondad, gracias, misericordia, benignidad y mansedumbre que Él demuestra para con nosotras. ¡Un llamado extremadamente alto por seres con naturalezas pecaminosas y con mentes entenebrecidas!  Por ende, para llenar ese propósito, necesitamos la ayuda del Espíritu Santo con Su poder y Su sabiduría a través de estudiar las Escrituras y aplicándolas a nuestras vidas para llevar a cabo la transformación de nuestras mentes que nos capacita seguirlo.  

Otro aspecto para lo cual sirve la familia es enseñarnos como amar incondicionalmente (ágape) a pesar de nuestras diferencias. Parte de nuestra naturaleza es pensar que siempre tenemos la razón (Proverbios 21:2), y entonces hacemos lo que sea para lograr nuestras metas cuando Pablo nos enseñó, y la vida de Cristo demostró que nuestra meta debe ser mantener la unidad, considerar al otro como mejor que uno mismo y buscar los intereses de los demás (Filipenses 2:2-4). Esto es precisamente lo que necesitamos modelar como padres y enseñar a nuestros hijos a vivirlo. 

Otro aspecto de la familia es enseñarnos sobre el carácter de Dios, nuestra relación con Él y donde fallamos. Dios con infinita sabiduría y poder, pacientemente nos guía y nos enseña mientras nos forma a Su imagen (Romanos 8:29). La inmadurez de los hijos y su ingratitud, rebeldía y falta de sabiduría nos demuestra la forma en que nosotras mismas tratamos a Dios. La paciencia que necesitamos con el esposo y los hijos y en la cual muchas veces fallamos, demuestra la superioridad y excelencia de la paciencia y bondad que Él ha tenido con nosotras. Sus virtudes son ilimitadas mientras las nuestras no lo son y debemos aprender diariamente a imitarlo a Él. Es en la seguridad y amor de la familia que podemos aprender a pedir perdón por nuestras incapacidades y faltas además de aprender a perdonar.  

Y por último pero no menos importante, mientras modelamos a Cristo en la familia, los hijos y todos alrededor tienen una mejor imagen de Dios. Aún sin palabras, los hijos aprenden a caminar en las huellas de Cristo por el ejemplo que han recibido. 

Tener a Dios en nuestras familias es tan importante porque sin Él, la familia no funcionará porque será imposible cumplir con su propósito, reflejarle a Él. Cuando pensamos que el Dios omnipotente y omnisciente, en Su infinita misericordia y bondad, se humilla de nuevo utilizándonos, personas falibles y pecaminosas para demostrar al mundo como Él es.  Me quedo asombrada de Su infinito amor, poder y gracia, que es incomprensible a mi mente finita y lo único que puedo hacer es humillarme y adorarle.