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El problema del bien y el mal: La relación de Dios con la maldad.

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En el artículo anterior mencioné el hecho de que Dios ha revelado que Él es capaz de hacer que el mal coopere para bien, aunque al terminar Su propósito, Él lo ha de destruir. El siguiente cuadro nos explica un poco cómo eso sucede:

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En cuanto al origen del mal, debemos entender que no es una cosa para ser creada. La primera persona que postuló esta idea fue Agustín de Hipona (354 -430 d.C.), quizás el teólogo más influyente de toda la historia de la iglesia. El mal se originó espontáneamente en el corazón de personas que recibieron libertad de parte de Dios y la abusaron. Ezequiel 28:12-19 e Isaías 14:12-20 hablan de como Lucifer quiso revelarse contra Dios y actuar de manera independiente, y lo mismo ocurrió con Adán y Eva. Veámoslo de esta forma:

1. Dios creó seres humanos con libre albedrío; con libertad para elegir.

2. La libertad para elegir presupone la posibilidad de obrar a favor del mal.

3. El mal entró al mundo como resultado de algo bueno que Dios le dio al hombre – su libertad.

A pesar de estas condiciones, Dios se ha propuesto el redimir su creación del mal, como vemos desde el inicio en Gen 3:15Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; él te herirá en la cabeza, y tú lo herirás en el calcañar.” Esta es la primera profecía que anuncia la venida de Cristo, a través de quién se llevaría a cabo la redención de la raza humana. Cuando la Palabra de Dios habla de la enemistad entre Satanás y la simiente de la mujer, está hablando de Cristo, al descender de la mujer (María). Lo que este texto está diciendo es que Satanás iba a poder herir a Cristo en el calcañar, que de hecho lo hizo cuando lo llevó hasta la cruz; pero Cristo iba a herir a Satanás en la cabeza, al terminar desarmando en esa misma cruz, todos los poderes de las tinieblas (Col 2:14-15).

Dios ha revelado en su Palabra claramente que llegará el día en que Él culminará la historia redentora del hombre y en ese momento ya no habrá más llanto, ya no habrá más dolor y ya no habrá más maldad. Este es el momento de la glorificación, como expresa Apocalipsis 21:1,4 y 22:3: “Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe… 4 El enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado…Y ya no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará allí, y sus siervos le servirán.” Entonces descubriremos cómo Dios usó el mal todo el tiempo para llevar a cabo su propósito.

¿Por qué no destruye Dios el mal de inmediato?

“Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias”, (Lm. 3:22, RV 1960). Imagínate que Dios decida eliminar toda la maldad y todo lo pecaminoso esta misma noche; ¿Dónde estarías tú mañana? No permitir lo malo implicaría que cada vez que alguien haga algo malo Dios lo elimine inmediatamente, lo cual sería justo. Pero si Dios decide aplicar su misericordia, entonces eso requiere retardar Su justicia y esto implica permitir el pecado y lo mal hecho por un tiempo hasta que se haga justicia.

Por último, no es congruente con la revelación de las escrituras el decir que Dios es responsable de todo lo bueno y que Dios no tiene nada que ver con lo malo porque ese es el campo de acción de Satanás. Fíjate como lo dice el libro de las Lamentaciones de Jeremías en 3:37-38 “¿Quién es aquel que habla y así sucede, a menos que el Señor lo haya ordenado? ¿No salen de la boca del Altísimo tanto el mal como el bien?” Dios ha decidido permitir el mal, usarlo para sus propósitos y al final que un mayor bien salga de ello. La cruz es el mejor ejemplo de esto que acabo decir. Nada ha sido mas malvado que la crucifixión del santo Hijo de Dios y sin embargo, no ha habido ningún otro hecho en toda la historia que haya traído mayor bien. Con eso en mente, leamos estas palabras del libro de Los Hechos 4:27-28, “Porque en verdad, en esta ciudad se unieron tanto Herodes como Poncio Pilato, juntamente con los gentiles y los pueblos de Israel, contra tu santo siervo Jesús, a quien tú ungiste, para hacer cuanto tu mano y tu propósito habían predestinado que sucediera».

Confiemos en Dios y tengamos en cuenta estas palabras de C.S. Lewis: “Dios nos susurra en nuestros buenos tiempos, habla a nuestras conciencias, pero nos grita en el dolor; es su megáfono para despertar a un mundo sordo”.

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