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El noviazgo en yugo desigual

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No os unáis en yugo desigual con los incrédulos;
porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia?
¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?  ¿Y qué concordia Cristo con Belial?
¿O qué parte el creyente con el incrédulo?”
(2ª Corintios 6:14-15)

La palabra yugo es definida en el diccionario como el instrumento para unir a dos bueyes o mulas en una yunta, formado por una pieza alargada de madera con dos arcos que se ajustan a la cabeza o al cuello de los animales y que se sujeta a la lanza de un carro o el timón de un arado.

Me llama la atención que en Deuteronomio 22:10, Dios le dice a su pueblo Israel que no pondrían arar un buey y un asno conjuntamente.

De acuerdo con las leyes alimenticias que Dios le ordenó a su pueblo el buey era un animal limpio y el asno uno inmundo. John MacArthur nos explica que estos dos animales diferentes no podían trazar un surco derecho juntos. Sus temperamentos, instintos naturales y características físicas lo hacían imposible, así que nuestro sabio Dios le prohibió a su pueblo poner juntos a arar el buey y el asno para realizar trabajos agrícolas porque conocía lo diferente que eran estos dos animales.

Así que esta ilustración nos ayuda a entender mejor el corazón de Dios al prohibirnos unirnos en un yugo desigual con una persona que no abraza las mismas creencias, compromisos y amor por Dios que yo tengo, al final nuestras diferencias nos van a separar y en la mayoría de los casos terminaremos con heridas y Dios quiere evitarnos ese dolor.

Aunque bien es cierto que aquí se está refiriendo a no unirnos en matrimonio con un incrédulo, reconocemos que el noviazgo bíblico es aquel que se hace con el fin de casarse, así que, si no puedes casarte con un incrédulo, para que entrar en una relación de noviazgo con alguien con quien no podrías casarte, esto sería peligroso, imprudente y necio.

Si bien es cierto que hemos visto casos donde el inconverso se convierte luego de estar en una relación con un cristiano, esto es la minoría, y la verdad es que en la mayoría de los casos el incrédulo termina influenciando al cristiano, pues es más fácil copiar lo malo que lo bueno.

Y de hecho no porque alguien diga que es cristiano lo es, cuidado, debes examinar el corazón del joven con el que quieres iniciar una relación porque el que alguien asista a la iglesia no lo convierte en cristiano, debes ver cómo vive, como toma sus decisiones, si la Biblia es su guía, si Dios es su pasión. Involucra a tus padres, pastores, y líderes espirituales para que ellos te ayuden a evaluar al joven antes de entrar en un noviazgo y que no sean tus emociones las que por sí solas tomen tan importante decisión.

Un matrimonio es algo muy serio, es un compromiso para toda la vida por lo cual debes tomar la decisión con mucha cautela. Ora a Dios y busca su dirección. Si en verdad buscas su dirección, te puedo asegurar que Él no te defraudará.

Dios se reveló a mi vida cuando tenía 13 años, y esta verdad sobre no unirme en yugo desigual con un incrédulo fue de las primeras enseñanzas que aprendí y que propuse en mi corazón obedecer, porque entendí que Sus planes y Su voluntad es y siempre será mucho mejor que la mía y cuan dichosa fui al decidir escuchar y obedecer el consejo de Dios.

«¿Quién puede dar consejos al Espíritu del Señor?
¿Quién sabe lo suficiente para aconsejarlo o instruirlo?
¿Acaso el Señor alguna vez ha necesitado el consejo de alguien?
¿Necesita que se le instruya sobre lo que es bueno?
¿Le enseñó alguien al Señor lo que es correcto,
o le mostró la senda de la justicia?
«
Isaías 40:13-14

Nosotros somos los que necesitamos consejo de Dios, Él sabe lo que es correcto, bueno y cuando Él nos prohíbe algo no es para limitar o quitarnos un deleite sino para permitirnos disfrutar de un gozo verdadero. Así que decide confiar y obedecer a Dios y te aseguro que vivir dentro de la voluntad de Dios será de más gozo a tu vida que el gozo que cualquier relación pueda ofrecerte, haz de Jesús tu pasión y Él se encargará del resto.

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Angélica Rivera de Peña es miembro de la Iglesia Bautista Internacional, República Dominicana, es graduada del Instituto Integridad & Sabiduría y tiene un certificado en ministerio del Southern Baptist Theological Seminary, a través del programa Seminary Wives Institute, está casada con el pastor Joel Peña, encargado del ministerio de Vida Joven de la Iglesia Bautista Internacional (IBI) donde Angélica sirve junto a él. Es parte del equipo del ministerio de mujeres Ezer. Tienen dos hijos, Samuel y Abigail.