Inicio Artículos Artículos El cristiano y las bebidas alcohólicas

El cristiano y las bebidas alcohólicas

12787
0

La Palabra de Dios no contiene ningún versículo bíblico que prohíba de manera absoluta el consumo de bebidas alcohólicas; pero tampoco nos deja sin instrucción al respecto. Hay algo sobre lo que creo que todos los cristianos estamos de acuerdo y es sobre la prohibición de la embriaguez.

“Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, sino sed llenos del Espíritu” (Efesios 5:18 ). Ver también: Joel 1:5-6; Isaías 28:1-3 y 7; Proverbios 23:21; Proverbios 23:20; Romanos 13:13; 1 Co 6:10; 1 Co 11:21.

El uso de cualquier sustancia que nos lleve a perder el dominio propio estaría condenada por la misma palabra, porque la falta de control nos lleva a pecar. Aún más; buscar estar en un estado donde nos encontremos fuera de control habla mucho del deseo por el pecado. El alcohol no es un estimulante; es más bien un agente supresor y su uso suprime los centros de inhibición a nivel cerebral, dejando a la persona desinhibida.

Todo pensamiento que cualquier creyente tenga con relación al uso de bebidas alcohólicas, debe evaluarse a la luz de varios pasajes bíblicos como los que estamos revisando aquí. En 1 Ti 5:23, Pablo le dice a Timoteo que tome un poco de vino, para los males del estómago que él estaba padeciendo. En este punto sería bueno recordar que el vino de la antigüedad era un vino mucho más diluido que el de nuestra época. Dependiendo de la fuente de información que uno lea, se piensa que el vino de aquella época tendría una concentración de alcohol de una tercera a una décima parte de la concentración que poseen nuestros vinos hoy. Esta aclaración es necesaria porque en la antigüedad no hay duda de que se bebía mucho vino, pero una de las razones principales obedecía a la escasez de agua potable. Por tanto, muchas veces lo que las personas bebían era vino en vez de agua. El potencial de abuso para un vino tan diluido, como aquél de antaño, era mucho menor.

En el mundo cristiano algunos hacen uso del vino en cantidad “moderada”, alrededor del tiempo de la comida y en ocasiones de celebración, sin llegar a la embriaguez. El uso de cualquier cantidad de alcohol, ya sea en forma de vino o cualquier otra bebida, con la intención de relajarnos, la consideramos no bíblica porque poco a poco esa práctica sustituye a Dios como nuestra fuente de paz, tranquilidad, sosiego. Y Dios no es reemplazable o sustituible.

A la hora de consumir alcohol, en cualquiera de sus formas, debemos considerar por lo menos una enseñanza más que tiene que ver con el hermano que es de una opinión diferente a la nuestra. El apóstol Pablo nos dice en 1 Co 10:23, “Todo es lícito, pero no todo es de provecho. Todo es lícito, pero no todo edifica”. El hecho de tener el permiso para hacer algo, no es razón suficiente para hacerlo debido al principio de no ser piedra de tropiezo. En la época de Pablo, uno de los puntos controversiales era el de comer carne ofrecida a los ídolos o el de guardar el día de reposo de una manera o de otra. Con relación a esto, Pablo nos dejó varias instrucciones en por lo menos dos de sus cartas.

A los corintos, él escribió:

9Mas tened cuidado, no sea que esta vuestra libertad de alguna manera se convierta en piedra de tropiezo para el débil. 10Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un templo de ídolos, ¿no será estimulada su conciencia, si él es débil, a comer lo sacrificado a los ídolos? 11Y por tu conocimiento se perderá el que es débil, el hermano por quien Cristo murió. 12Y así, al pecar contra los hermanos y herir su conciencia cuando ésta es débil, pecáis contra Cristo. 13Por consiguiente, si la comida hace que mi hermano tropiece, no comeré carne jamás, para no hacer tropezar a mi hermano”, (1 Co 8:9-13).

A los romanos, Pablo escribió,

“13Por consiguiente, ya no nos juzguemos los unos a los otros, sino más bien decidid esto: no poner obstáculo o piedra de tropiezo al hermano. 14Yo sé, y estoy convencido en el Señor Jesús, de que nada es inmundo en sí mismo; pero para el que estima que algo es inmundo, para él lo es. 15Porque si por causa de la comida tu hermano se entristece, ya no andas conforme al amor. No destruyas con tu comida a aquel por quien Cristo murió. 16Por tanto, no permitáis que se hable mal de lo que para vosotros es bueno. 17Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo. 18Porque el que de esta manera sirve a Cristo, es aceptable a Dios y aprobado por los hombres. 19Así que procuremos lo que contribuye a la paz y a la edificación mutua. 20No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. En realidad, todas las cosas son limpias, pero son malas para el hombre que escandaliza a otro al comer. 21Es mejor no comer carne, ni beber vino, ni hacer nada en que tu hermano tropiece.” (Romanos 14:13-21)

Basado en estos principios, personalmente he tomado la decisión de no hacer uso de ninguna cantidad de bebida alcohólica, porque como pastor de una iglesia estoy consciente de que entre nosotros tenemos hermanos de diferentes convicciones y prefiero no serle de tropiezo a ninguno de ellos; y a la vez no condenar a aquellos que tienen una opinión distinta a la mía. Cristo, el evangelio, Su causa deben estar por encima de nuestro deseos e intereses personales.

 

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.