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Dando gracias por las aflicciones

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“Bueno es para mí ser afligido, Para que aprenda Tus estatutos”
(Salmo 119:71)

Aflicción en el vocablo hebreo “Kana” es sinónimo de humillación; es someter, sojuzgar.  “Comprende, pues, hoy, que es el Señor tu Dios el que pasa delante de ti como fuego consumidor. Él los destruirá y los humillará delante de ti, para que los expulses y los destruyas rápidamente, tal como el Señor te ha dicho”(Deuteronomio 9:3).

La afición trae consigo adversidad, angustia, calamidad, dolor, padecimiento, quebrantamiento, sufrimiento, tribulación, etc.

El salmista reconoce que fue un bien para él el ser afligido; tal vez se había desviado de los caminos rectos del SEÑOR y obtuvo como consecuencia la humillación que Dios le permitió vivir, y esa aflicción le hizo volver en si, como al hijo prodigo de Lucas 15:11, “volvió sus pies para someterse de nuevo a las normas divinas”.

Dios es fiel a Su Palabra, es firme e inmutable.  Su naturaleza se refleja en Su Ley (Sus estatutos). Debemos reconocer que, aun en medio de la aflicción, Dios es fiel a Su Palabra, así que podemos descansar en Él.

Tal como el salmista, personalmente puedo decir que para mí “ha sido bueno el ser afligida”. ¿Por qué? Porque debido a los padecimientos por los que una y otra vez he pasado, he aprendido a conocer a Dios, me ha permitido acercarme a Él y tener una relación más íntima a través de nuestro SEÑOR Jesucristo, quien vino a pagar por mí y cada una de las creyentes el precio del pecado para que hoy podamos ser llamadas del nombre de nuestro SEÑOR.

No es que haya sido fácil, muy a menudo nos encontramos desesperanzados, sobre todo cuando sentimos que estamos tocando el fondo.  Pero, puedo decir que muchas veces Dios nos permitirá tocar fondo para que descubramos que Él es la Roca en el fondo, El no permitirá que las aguas nos ahoguen (Isaías 43:2).

La desesperanza, con frecuencia, nace de dificultades, fracasos, derrotas, desanimo. Todo esto suena muy doloroso, pero Dios nos permite pasar por temporadas de aflicción y usa nuestro sufrimiento para ayudarnos a crecer y a fortalecernos; nos enseña que no es en nuestra propia fuerza, sino que es con Su poder, es para enseñarnos que debemos despojarnos de nuestra autosuficiencia. Les repito, duele, pero la meta es que producirá en nosotras una vida mucho mejor, algo que nunca podríamos imaginar. Por eso no debemos huir de las dificultades, les aseguro que es mejor no resistir y dejar que Dios obre. Jesús dijo: “Bienaventuradoslos pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos.”(Mateo 5:3)Cuando somos quebrantados seremos más que bendecidos porque podremos ver a Dios; experimentaremos Su gracia y misericordia de una manera diferente a como la experimentan los demás. Experimentamos Su presencia fluyendo a través de nosotras de una manera única y personal. Dios nos da una probada de Su bondad; “Prueben y vean que el Señor es bueno. ¡Cuán bienaventurado es el hombre que en Él se refugia!”(Salmo 34:8) Esta bondad la podemos experimentar cuando el SEÑOR está cerca de nosotras. ¿Cuándo ÉL está más cerca de nosotras? Cuando estamos quebrantadas, es cuando nos hace más fuerte. El salmista dice: “Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón, Y salva a los abatidos de espíritu.”(Salmo 34:18)

Todo el dolor, toda la angustia, la calamidad, miseria padecimiento, que experimentemos no es más que el camino hacia la curación, la restauración, la transformación de nuestro carácter; Dios lo hace para bendecirnos y para que seamos canales de bendición para otras. Detrás de un gran dolor esta Dios para proporcionarnos un bien mayor.

Seguir a nuestro SEÑOR puede llevarnos al corazón mismo de la tormenta, metidas en una barca como aquella en la que estuvieron los discípulos, “lejos de tierra firme y azotada por las olas y vientos fuertes” (Mateo 14:24).  Muchas veces estamos haciendo lo que Dios nos manda, y aun así tenemos olas que nos arropan y vientos contrarios. 

Sabemos que no siempre la aflicción viene debido a que nos desviamos del camino recto; nuestro Dios también humilla o aflige a uno u otro para conformar el carácter de Sus siervas.  Dios quiere que lleguemos a esa estatura del varón perfecto, nuestro SEÑOR y Salvador Jesucristo.

Muchas veces podemos descubrir que estamos en el centro de la voluntad de Dios y aun así estar atrapadas en lo que parece una situación desesperada.  Pero, de alguna forma Dios nos permite entender que todo lo que nos acontece está dentro de Sus planes.  Él tiene un propósito para las tormentas que permite en nuestras vidas.

No sé cuál es la situación por la que estas pasando en este momento; tal vez la caída de la economía te ha ocasionado problemas financieros, están mermando tus recursos económicos. Tal vez haya perdido el trabajo; quizás las presiones del ambiente han descontrolado tu hogar y tu familia, enfrentas tormenta en tu matrimonio, los hijos rebeldes. Pero puedo asegurarte de que dondequiera que este nuestra tormenta, no estamos solas, Jesús esta con nosotras y nos acompaña.  Cuan esperanzador es saber que Él no nos deja ni nos abandona (Hebreos 13:5).

Particularmente puedo decir como el salmista: “Bueno es para mí ser afligido, Para que aprenda Tus estatutos”Tenemos esperanza y fortaleza, el enfoque debe ser siempre Jesús, Él ha prometido estar con nosotras “…todos los días hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). Debemos agradecer Su cuidado.

Jesús pone brillo y embellece todas las cosas, Él redime cada pedazo roto de nuestra vida, nos da un nuevo propósito y nos llama por Su nombre, cuando Él nos muestra, aunque sea un “poquito” de Su presencia, es tan abrumador que todo se vuelve colorido, como un arpegio de loores y alabanzas.