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¿Cuál es la posición de la iglesia en cuanto al divorcio?

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Closeup of a man signing divorce papers.

El tema del divorcio es una de las áreas más controversiales en la vida de iglesia. No hay duda de que la Biblia tiene directrices claras en la mayoría de las áreas, pero hay otras áreas, como esta, donde la Biblia nos da pautas con las cuales nos tenemos que conducir y dejar que Dios haga el resto. Vamos a comenzar por lo más claro que está en la Biblia:

  1. Dios ordenó la unión de una mujer y un hombre, por un lado, para el desarrollo de la creación—creced y multiplicaos—pero también como un símbolo de la unión de Cristo con Su iglesia. De hecho, muchos teólogos piensan que la unión de Adán y Eva era una representación simbólica de lo que iba a ser Cristo y la iglesia.
  2. Dios ve el matrimonio como algo sagrado
  3. Dios odia el divorcio (Malaquías 2) porque no representa la razón para la cual el diseñó esta unión.

Dentro de lo que es el mundo caído, Dios ha reconocido algunas cosas que necesitan ser reguladas—este no es el jardín del Edén. Por eso, cuando Cristo habló del divorcio, habló de que había una razón—lo que ha sido llamado la cláusula de excepción—bajo la cual se pudiera conceder un permiso: el caso de adulterio. El adulterio violenta tan significativamente lo que es el pacto de fidelidad de una pareja, y la representación de esa unión de Cristo con Su iglesia, que en este mundo caído hay una concesión, no una ordenanza, bajo la cual el divorcio pudiese lograrse.

Ahora, eso no quiere decir que si descubro que mi esposa fue adultera ayer, ya hoy tengo el permiso para divorciarme; ese no es el sentir de toda la revelación de Dios—El perdonó a Israel vez tras vez. Entonces, ocurrido tal cosa, debe haber un proceso intenso de reconciliación con consejería pastoral donde se pueda evaluar la veracidad del arrepentimiento. Dentro de los ideales está que esa pareja se reconcilie y viva y muestre el Evangelio. De eso es que trata el Evangelio: reconciliación entre el hombre con Dios y luego entre los hombres. Lamentablemente, en muchos casos, o hay uno de los conyugues que no está verdaderamente arrepentido o quizás no hay evidencia de arrepentimiento; en esos casos, entendemos que la Biblia da esa luz verde.

¿Qué pasa con otros casos donde hay violencia física o psicológica?

Obviamente tenemos que proteger la vida, por tanto, entendemos que, no que el divorcio está permitido pero que la separación es algo que protege la vida del violentado. De ahí, de nuevo, se debe empezar un proceso de consejería para ver si la pareja se puede volver a unir para vivir el evangelio. Si eso no se puede dar, entonces entendemos lo que Pablo decía en 1 Corintios. En esta carta, una de las primeras cosas que se dice es que la pareja cristiana no debe separarse y si lo hace, entonces deben quedarse sin casar. Cuando no ha habido adulterio, ese es el consejo que se da ya que es lo que está escrito en la Palabra, aun en los casos de violencia. Si en ese momento de separación, uno de los dos contrae un noviazgo o matrimonio con otra persona, este violentó el pacto de fidelidad cometiendo adulterio lo cual significa que la otra persona está libre para casarse de nuevo.

¿Qué espacio hay para una denuncia a las autoridades en casos de violencia física?

Lo que usualmente se trata de hacer es que la víctima misma vaya a poner una denuncia para que haya un mayor nivel de credibilidad ya que el pastor que ha sido informado no ha sido testigo de la violencia.

Pensamos que es importante denunciar estos actos, primero porque sirve de protección de su vida y la de sus hijos, y, segundo, porque sirve de escarmiento y de disciplina al que violentó. Denunciar sirve para que la presión de la ley, la cual Dios usa y nos manda a respetar, llame a esta persona a reflexión a cambiar su forma de actuar. En conclusión, si verdaderamente ha habido violencia, la victima debe ser protegida.

¿Qué pasa con los casos de abandono?

Si un inconverso decide abandonar su hogar y su familia, 1 Corintios 7:14-15 habla a esto diciendo, Porque el marido que no es creyente es santificado por medio de su mujer; y la mujer que no es creyente es santificada por medio de su marido creyente; de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mas ahora son santos. Sin embargo, si el que no es creyente se separa, que se separe; en tales casos el hermano o la hermana no están obligados, sino que Dios nos ha llamado para vivir en paz. Esto significa que el creyente quien fue la victima de abandono queda libre.

De nuevo, en todo caso, no existe un permiso inmediato para proceder con un divorcio. Siempre debe haber un intento de reconciliación. Si esto no ocurre, pasado un tiempo que la Biblia no especifica, el hermano o hermana quien fue víctima de adulterio, abuso o abandono queda libre para rehacer su vida.

 

 

 

*Tomado de la sesión “Pregúntale a tu pastor” el 18 de abril del 2018.

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