Una afirmación como esta requiere de cierta explicación, por lo que quisiera empezar justificando el título de esta serie de artículos. Es cierto que misioneros de algún tipo han hecho presencia en el mundo latino por más de un siglo y medio. También es cierto que nuestra región ha visto un movimiento importante de plantación de iglesias a partir de los años sesenta. Sin embargo, el efecto de “sal y luz” de la iglesia sobre la región ha sido, en el mejor de los casos, muy mínimo. Si este es el caso, y podremos ver que es así, nos vemos en la necesidad de preguntarnos, ¿cuál es el evangelio que Latinoamérica ha escuchado? Esta situación ha empeorado en los últimos años debido a la profunda penetración del evangelio de la prosperidad en nuestra región.
Por un lado, podemos afirmar que Latinoamérica ha escuchado acerca del pecado y de nuestra necesidad de arrepentimiento. También se ha hablado acerca de una eternidad en el cielo o el infierno, en base a un juicio final, y de la Biblia como el libro inspirado por Dios. Sin embargo, es mi pensar que la mayor parte de América Latina no conoce el evangelio, por lo menos no el evangelio del que habló Pablo en Gálatas 1:8 :
“Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciara otro evangelio contrario al que os hemos anunciado, sea anatema”.
La realidad es que yo puedo hablar de pecado y tener la definición correcta, pero si no comprendo cómo soy perdonado, no tengo el evangelio. Puedo hablar de cielo e infierno y un juicio final, pero si no entiendo cuál es el camino, la verdad y cómo llegar allí, no voy a tener vida eterna, porque no tengo el evangelio. Puedo decir que la Biblia es el libro inspirado por Dios, pero si no la predico desde el púlpito, no estoy presentando el evangelio.
Como de seguro usted conoce:
- •Una versión del evangelio no es el evangelio.
- •Hablar acerca del evangelio no es el evangelio.
- •Mencionar las promesas del evangelio no es el evangelio.
Solo el evangelio es el evangelio, y solo el evangelio es poder de Dios para salvación. Todo lo demás es el poder del pecado para condenación.
Año tras año, América Latina es estadísticamente más evangélica. Algunos países reportan un treinta y hasta un cuarenta por ciento de población evangélica, elevándose de un cinco a diez por ciento en las décadas recientes. Sin embargo, cada año esta misma región es más corrupta, más violenta y más sensual. Como ya hemos dicho, el efecto “sal y luz” en aquellos que se identifican como “creyentes” ha sido muy mínimo.
Permítanme ilustrar esto que estoy diciendo:
- En 1982, Guatemala tuvo su primer dictador “evangélico”, el general Efraín Ríos Montt, quien tomó oficio luego de un golpe de estado. Se ha reportado que su ejército asesinó a unas mil personas. Mientras tanto, Ríos Montt predicaba cada domingo a su país “la importancia de la moralidad y la buena ciudadanía”.
- Solo entre 1990 y 1991, 22 congresistas “evangélicos” tomaron oficio en Guatemala junto con Jorge Serrano Elías, el primer protestante en ser elegido presidente. Un tiempo después, Serrano disolvió al Congreso y a la Corte Suprema. Un “presidente protestante” se atrevió a hacer esto.
- 17 congresistas evangélicos subieron al poder junto con el presidente Alberto Fujimori, un católico, cuya votación fue movilizada en gran parte por iglesias evangélicas. Fujimori corrió su boleta electoral con Carlos García como vicepresidente, un evangélico Bautista, presidente del Concilio Nacional Evangélico de Perú. En el 2009 Fujimori fue condenado a 25 años de prisión[1].
- 33 Evangélicos fueron elegidos al congreso en Brasil junto con el presidente electo, Fernando Collor De Mello. El presidente brasileño fue luego acusado de corrupción en el 1992.
Si bien la larga historia de la Iglesia Católica en América Latina no es “bonita”, la corta y reciente historia de la iglesia evangélica en la región tampoco es atractiva.
América Latina y la Reforma
Cuando tú miras la historia de los últimos 500 años más o menos, es increíble ver cómo la Reforma pasó por alto a Latinoamérica, casi como si no hubiera ocurrido. Sin embargo, la Ilustración no le pasó por alto a nuestra región.
¿Por qué pasó por alto la Reforma a Latinoamérica? Esa es una buena pregunta, especialmente cuando te percatas de que tan temprano como el 1556, un grupo de catorce pastores y estudiantes de teología fue enviado a Brasil desde Ginebra por Juan Calvino. Desafortunadamente, esta expedición no tuvo mucho fruto. Luego de su llegada, “uno de los pastores escribió que había escuchado a algunos de sus compatriotas gloriarse en su libertinaje con algunos de los nativos, y hasta se unieron en su canibalismo”[2]. Poco después, el protestantismo fue prohibido en lo que era en ese momento una colonia francesa. España y Portugal controlaban la mayor parte de América Latina, y estos dos países hicieron un gran esfuerzo para que el protestantismo se mantuviera alejado de las tierras recién descubiertas.
La Santa Inquisición también jugó un papel significativo. Establecida en Enero del 1569 y terminada en 1820, por cerca de 250 años este “santo” oficio cruel ejerció con terror en el nuevo continente a través de tres centros en nuestro continente: México, Colombia y Perú.
La fe protestante llegó a América Latina de manera firme en tres o cuatro olas, desde los años de 1800’s hasta la década de 1960:
1)La primera ola consistía en protestantes inmigrantes a inicios del SXIX, que no eran misioneros y que en su mayoría solo formaron iglesias para ellos mismos, puesto que no estaban interesados en convertir a aquellos que le rodeaban[3].
2)La segunda ola vino durante la segunda mitad de los 1800’s. Estos eran misioneros que se sentían compelidos a hacer trabajo misionero por los avivamientos que estaban ocurriendo en Europa y en Estados Unidos. Estos grupos trabajaron con personas de escasos recursos y poca educación.
Para mediados del SXIX había ya un buen grupo de protestantes en Argentina, Uruguay, Chile, Brasil y otros países Latinoamericanos. Sin embargo, debido a los esfuerzos misioneros globales, algunas iglesias cuestionaban el invertir recursos financieros en América Latina porque, según entendían, ya había sido cristianizada. Y este ha sido uno de los problemas: muchos han concluido que debido a que una versión del cristianismo llegó con Colón en el 1492, que el continente ya ha sido evangelizado.
Para dar una idea, en el SXIX la iglesia anglicana estaba opuesta al trabajo misionero en América Latina, y esa oposición continuó hasta principios del SXX, hasta el punto que en la Primera Conferencia Mundial Misionera celebrada en Edinburgo en 1910, se concluyó que había que excluir a Latinoamérica de la agenda.
3) La tercera ola llegó más tarde en el SXIX, con el movimiento fundamentalista que se oponía a la modernidad. Pero ellos se apartaron de la cultura general y su impacto no fue muy grande.
Melinda Rankin, una misionera presbiteriana, visitó México a mediados del siglo diecinueve y expresó que “Un cristianismo genuino nunca ha penetrado estas oscuras regiones…”[4]. Lo mismo puede ser dicho de muchas partes de América Latina aún hoy.
Sin embargo, para el 1891, misioneros habían establecido en toda América Latina[5]:
- •298 escuelas primarias;
- •51 instituciones de educación superior o educación especial;
- •9 hospitales o dispensarios, y;
- •16 imprentas o casas de publicación.
Para el inicio del SXX habían 15 denominaciones protestantes americanas solo en México; pero menos de un 1% de convertidos.
Historiadores de la Iglesia Latinoamericana reportan que a pesar de todos estos esfuerzos a través de escuelas, clínicas, casas de publicación y demás, las agencias misioneras fallaron en su función principal, que era evangelizar y convertir al pueblo de América Latina.
Para ampliar esta idea diremos que para el 1950 ni siquiera uno de los pueblos Latinoamericanos tenía más de un 5 % de población protestante, y en muchos lugares no llegaba a un 2 %. Cuba era la única excepción: para el 1950, esta isla tenía más de 25 denominaciones. En 1940 Cuba comenzó a desarrollar una iglesia indígena, y para el tiempo que Fidel Castro subió al poder en 1959, esta isla tenía una de las poblaciones protestantes más grandes, y una de las más grandes iglesias protestantes nativas de América Latina[6].
La Cooperación Misionera Iberoamericana (COMIBAN) para el 2002 calculó que habían en América Latina:
- •6455 misioneros registrados
- •134 agencias misioneras
- •177 iniciativas eclesiásticas
- •30 centros de entrenamiento misionero[7],
Y sin embargo, a pesar de todo eso, América Latina mantiene entre un 70, 80 o 90 % de catolicismo, dependiendo del área. Estos números por sí solos nos hablan de por qué América Latina tiene que ser reevangelizada. Pero eso no es todo. En la próxima entrada hablaremos de la cuarta ola que trajo al protestantismo a Latinoamérica: El movimiento pentecostal.
[2] Ondina E. González y Justo L. González; Christianity in Latin America (Cristianismo en América Latina); (N.Y.: Cambridge University Press, 2008), 186.
[3] González, Op. Cit, 195
[4] Citado en Lee M. Penyak y Walter J. Petry; Religion and Society in Latin America (Religión y Sociedad en América Latina, (N.Y.: Orbis Books, 2009), 178
[5] The Encyclopedia of Missions (La Encyclopedia de las Misiones), 840
[6] Lee M. Penyak y Walter J. Petry; Religion and Society in Latin America (Religión y Sociedad en América Latina), (N.Y.: Orbis Books, 2009), 194
[7] 8 a: Francisco Ordeñez, Historia del Cristianismo Evangélico en Colombia, (Armenia, Colombia: Alianza Cristiana y Misionera, 1956), p.28.
b. COMIBAM, Catálogo de Organizaciones Misioneras de Iberoamérica, ed. Ted Limpic (Guatemala, COMIBAM Internacional, 2002), p.221.