Inicio Sermones Apocalipsis: El juicio de Cristo Contra las Iglesias Laodicea, la iglesia tibia

Laodicea, la iglesia tibia

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Laodicea, anteriormente conocida como Diospolis ( Ciudad de Zeus ), es una ciudad del antiguo imperio Seléucida, establecida entre el 261 y el 245 años antes de Cristo por el rey Antioco II y nombrada en honor a su esposa Laodice. Estaba ubicada a unos 6 km al norte de la actual ciudad turca de Denise, cerca de la aldea de Eskihisar, en Asia Menor. Fue una ciudad de mucha prosperidad comercial, y famosa por sus textiles de lana y algodón. Igualmente era un centro comercial y bancario clave. La cosmovisión de la ciudad fue muy influyente en la cosmovisión de la congregación esta iglesia.

En esta carta pastoral, la última de las dirigidas a estas iglesias, Cristo se presenta a sí mismo como el Amén de Dios, lo que en hebreo significa : es verdad. Porque Cristo es el sí de Dios, lo es en el principio y lo es en el final. Es la afirmación de Dios, el testigo fiel y verdadero, por lo que está en condiciones de conocer y de hablar.

Después de decirles que conoce sus obras, el Señor recrimina la forma de vivir muy acomodada de la gente de la ciudad, tanto en su forma de vivir como en su fe en Cristo. Compara esta tibieza espiritual a la tibieza de las aguas termales que tenían sus piscinas de gran influencia romana. Recrimina que no son fríos ni son calientes, que El prefiere que sean una cosa u otra. El prefiere una devoción apasionada, calurosa.

Los tibios no pueden reflejar el carácter de Cristo en sus vidas, son como los fariseos.
Aunque esta iglesia le resulta repulsiva, el Señor se toma la molestia de darles algunos consejos:

– Que obtengan de Cristo oro refinado. Aludiendo al proceso de pasar por el fuego el oro para su purificación, lo que es igual al proceso de aumentar su fe en Cristo y eliminar el orgullo de autosuficiencia obtenido por la prosperidad económica. La tribulación nos pasa por el fuego de la purificación de nuestra fe. Además del orgullo por su autosuficiencia, tenían la condición de no darse cuenta de que esa autosuficiencia los llevaba a una gran pobreza espiritual, ignoran su pecado.

– Que consigan ropas blancas, para que su vergonzosa desnudez no quede al descubierto. Esto significa que no tenían nada con que ocultar su vergüenza espiritual ante Dios, y más aun en sus casos que eran muy orgullosos por su producción de textiles. De modo pues, no pueden entrar al reino de los cielos con esa desnudez espiritual. No habían entregado sus vidas a Cristo. Esta vestidura blanca solo se consigue al pie de la cruz.

– Que consigan un colirio para que puedan ver. En contradicción a su orgullo de ser productores de colirios y ungüentos para los ojos. Eran famosos por sus medicinas oftalmológicas. Cristo les dice que necesitan un colirio celestial que les de discernimiento y visión. Aquí la ceguera física se utiliza como metáfora de la ceguera espiritual. El colirio de Cristo es Su gracia y misericordia.

Al final el Señor les dirige una advertencia sumamente tierna que incluye una declaración de amor. Les dice que El reprende y disciplina a todos los que ama. Se trata de aplicar disciplina para enseñar obediencia porque los ama. A pesar de su condición espiritual deplorable y de la amonestación que reciben, siguen siendo objeto del amor de Cristo y El los trata como si fueran Sus hijos. Les pide que sean celosos y se arrepientan.

Esta iglesia había desarrollado un nivel tan alto de autosuficiencia que Jesús les dice que está a la puerta y llamando, que si ellos abren El entrará y establecerá una estrecha comunión. Es decir, Cristo no estaba dentro de la iglesia, ellos consideraban que no era necesario, que ellos se bastaban por si solos.

A pesar de todos los quebrantos de esta iglesia, la esperanza de vencer permanece, y el Señor les ofrece una maravillosa promesa. Aquellos que venzan, Cristo les dará el derecho a sentarse con El en Su trono, así como El ha vencido y está sentado con Su Padre en Su trono.

Esta promesa tiene que ver con que Cristo habiendo completado Su obra está sentado a la diestra del Padre, en posición de honor, lo que El promete a esta iglesia. Los vencedores serán incluidos en los privilegios de los miembros de la familia de Dios.

Como en todas las cartas, termina con el desafío de todo aquel que tenga oídos a escuchar lo que el Espíritu dice de las iglesias. Es un llamado al arrepentimiento.

Al final de la prédica, el pastor hace una reflexión sobre nuestras vidas, y nos ofrece algunos temas de aplicación para disciplinar nuestra vida y mantener el calor de la fe:

1.- Leer y estudiar la Palabra, y aplicar a mi vida lo estudiado.
2.- Aumentar mi vida de oración para intensificar mi relación con Dios.
3.- Vivir en arrepentimiento, que me ayuda a mantener el fervor de mi fe.
4.- Hacer rendición de cuentas. Pasar tiempo con los hermanos de la congregación y que puedan ver mi estilo de vida.

¿Cómo está tu vida espiritual, fría o caliente? Es tiempo de arreglar nuestros asuntos con el Señor.

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