Inicio Sermones Ocasiones Especiales La encarnación de Cristo

La encarnación de Cristo

8963
0

El pastor Miguel Núñez interrumpió su serie sobre el libro de Los Hechos para predicar hoy sobre Cristo, solo Cristo, basado en Juan 1, versículos del 1, al 4 y el 14 que describen Su divinidad, por lo que este mensaje ha sido titulado: La Encarnación de Cristo.

El apóstol y evangelista Juan, es descrito como el más joven de los doce, fue especialmente favorecido con la consideración y confianza de Jesús, al punto que se le reconoce como el discípulo al que más amaba, porque estaba muy ligado al Maestro y su familia. Después de la muerte de María, la madre de Jesús, vivió la mayor parte del tiempo en Éfeso donde se cree escribió su evangelio y las epístolas alrededor del año 97 después de Cristo, y poco después murió. Uno de los objetivos importantes de este evangelio es la transmisión al mundo cristiano la naturaleza, el oficio y el carácter verdadero del Maestro Divino, que vino a instruir y a redimir la humanidad.

En estos primeros 5 versículos Juan narra que la razón más simple del porque se llama Verbo al Hijo de Dios, es que como nuestras palabras explican nuestras ideas a los demás, así fue enviado el Hijo de Dios para revelar al mundo el pensamiento de Su Padre. Lo que dice Juan acerca de Cristo prueba que Él es Dios. Afirma su existencia en el comienzo; su coexistencia con el Padre. El Verbo estaba con Dios. Todas las cosas fueron hechas por Él, y no como instrumento. Sin Él nada de lo que ha sido hecho fue hecho. Esto muestra cuán bien calificado estaba para la obra de nuestra redención y salvación.  La luz de la razón, y la vida de los sentidos, deriva de Él, y depende de Él. Este Verbo eterno, esta Luz verdadera resplandece, pero las tinieblas no la comprendieron.

El versículo 14 tiene tres expresiones que serán desarrolladas por estar conectadas a los primeros cinco, las cuales son: El Logos, Su Carne y Su Gloria.

El Logos significa La Palabra o el Verbo, y así se ha utilizado en diversas traducciones de la Biblia. Estas expresiones, Logos, Palabra y Verbo se han utilizado innumerables veces para sustituir el nombre de Dios y su comunicación, por eso Cristo se encarnó, para expresar el pensamiento de Dios. El Logos estaba desde el inicio; estaba junto con Dios y todas las cosas se hicieron por Él y para Él.  Él existía aún sin existir el tiempo y el espacio. A Juan no le interesa la vida humana de Cristo porque es Dios, por eso nos habla del Logos desde la eternidad pasada. Cristo gozaba de la misma gloria que gozaba Dios, era una relación íntima y gloriosa, y está descrita en Juan 17:5. Cristo demostró su amor por el Padre a través de su sumisión mientras estuvo en la tierra encarnado.  Juan en su evangelio introduce a Jesús como Dios. Narra su divinidad al decirnos que todas las cosas fueron hechas por Él y para Él. El Logos es el poder de Dios. Dios dice una palabra y eso se hace. La misma palabra con que Cristo formó el universo, también lo sostiene. 

Este Logos, este Verbo, la Palabra, se hizo carne. Cristo fue 100 por ciento humano para poder representarnos y redimir nuestros pecados. Tuvo cuerpo y mente humana para habitar entre nosotros, pero sin pecado. Él considera su cuerpo como el nuevo tabernáculo con la divinidad de Dios, por eso dice en su crucifixión que al destruir su cuerpo Él lo restauraría en tres días, refiriéndose a la resurrección, la restauración del nuevo tabernáculo. En Cristo de combina lo viejo y lo nuevo, la ley y la gracia, Él fue el último sacrificio en el tabernáculo, con su sacrificio todo terminó. Consumado esta. Tetelestai.

El Logos se hizo carne y vimos Su gloria, que es el tercer elemento que vemos en el versículo 14. Cristo deja ver Su gloria en el momento de mayor expresión desde el punto de vista divino, ya que del punto de vista humano no, y es con la crucifixión. Muestra Su gloria porque regresa al lado del Padre, de donde vino, y vuelve a restablecer esa gloria. Cristo fue de la gloria a la humillación para llevarnos de la humillación a la gloria. La gloria terminó en la cruz. 

Padre celestial, fortalece y aumenta nuestra fe. En el nombre de Jesús pedimos que nuestros ojos sean abiertos para contemplar esta Luz, para que andemos en ella, y podamos ver Su gloria, que podamos arrepentirnos de nuestros pecados; y así seamos hechos sabios para salvación por fe en Jesucristo. Bendiciones.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.