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El que es y que era y que ha de venir

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Continuando con la serie Hasta Los Confines De La Tierra sobre el libro de Los Hechos, el pastor Miguel Núñez hoy nos trae el mensaje titulado: El Que Es y Que  Era y Que Ha De Venir, en base a los versículos del 8 al 11 del capítulo 1 de este libro.

La semana pasada vimos que los discípulos se habían apresurado  a preguntar a Jesús sobre el tiempo de su segunda venida y la restauración del reino de Israel, algo que Jesús nunca les mandó ni les animó a buscar. Nuestro Señor sabía que su ascensión y la enseñanza del Espíritu Santo pronto pondrían fin a esas expectativas y, por tanto, sólo los reprendió; pero esto es una advertencia para su Iglesia de todos los tiempos: cuidarse de desear conocimientos  prohibidos. También vimos que les había dado instrucciones para que cumplieran su deber, tanto antes de su muerte y desde su resurrección, y este conocimiento basta para el cristiano. Es suficiente que Él se haya propuesto dar a los creyentes una fuerza igual a sus pruebas y servicios; que, bajo el poder del Espíritu Santo, sean de una u otra manera testigos de Cristo en la tierra, mientras en el cielo Él cuida con perfecta sabiduría, verdad y amor de sus intereses.

Hoy vemos que la ascensión de Jesús le devuelve a su trono celestial a la derecha de Dios, del cual vino a la tierra, y permanecerá allí hasta que regrese en la gloria.  La presencia de dos ángeles con vestiduras brillantes es poner seguro que fueron testigos de la ascensión.

El tema  más importante que los apóstoles debían atestiguar ante el mundo era la resurrección de Cristo, porque era la gran prueba de que Él es el Mesías, y el fundamento de nuestra esperanza en Él. Los apóstoles fueron ordenados, no para asumir nimiedades y poderes mundanales, sino para predicar a Cristo y el poder de su resurrección.

Al Jesús no revelarles el tiempo de su segunda venida y por el contrario les dijo que el Espíritu Santo les daría poder para que fueran testigos de Él, es algo como que les dijera que se enfocaran en el presente y no en conocer el futuro.  El conocimiento del futuro nos podría sacar de la realidad de arrepentimiento en nuestro tiempo.

Jesús fue elevado, no se elevó, es decir que el Padre lo elevó, Él no se elevó por sí solo. Y los apóstoles y discípulos se quedaron observando de manera sorprendente, y mientras Él era elevado ellos adoraron para luego irse a Jerusalén para cumplir con las instrucciones de Jesús.

El color blanco de la ropa de los ángeles que se les aparecieron simboliza la pureza y brillantez de la gloria de Dios.  Los ángeles  llamaron la atención a los discípulos para que dejaran de ver al cielo y se enfocaran en las responsabilidades y misión que les dejó Jesús para que les fueran testigos.

De acuerdo a lo que hemos visto podemos hacernos la siguiente pregunta:

¿Cuál es el estado de Jesús en este momento, mientras nosotros esperamos su segunda venida?  En Hechos 7 nos dice algo.  Esteban cuando fue apedreado y antes de morir dice que los cielos se abrieron viendo a Jesús parado a la diestra del Padre. Está en funciones de abogado nuestro ante el Padre. Igualmente, tenemos varios versículos que nos demuestran lo mismo. Jesús es exaltado hasta lo sumo, Él le da un nombre sobre todo nombre y le da poder y autoridad sobre toda cosa creada debajo de la tierra y encima de la tierra.

El Padre hizo un trabajo con Jesús, lo levantó de los muertos, lo levantó de esta tierra para llevarlo a Su lado, le dio poder y autoridad sobre todas las cosas y lo dio a la iglesia como cabeza en todo. Y Jesús recibió todo esto con humildad, nunca reclamó nada para sí. Pero  El dirige todo de manera universal por los siglos de los siglos. El tiene el dominio eterno.

Así como una nube envolvió a Jesús para llevárselo, de igual manera una nube lo traerá de regreso. Y aunque fue llevado sólo, ahora no vendrá sólo, vendrá con Su ejército, y los que durmieron en el Señor primero se levantarán y vendrán con Él, y los que estemos con el Señor también vendremos con Él. Formaremos parte de Su séquito celestial. Y lo veremos como es Él y nosotros seremos como Él es.

Padre celestial, fortalece nuestra fe.  Señor, que nuestra expectativa sobre tu segunda venida sea constante y jubilosa, poniendo diligencia en la limpieza de nuestro corazón para ser hallados irreprensibles por Tí.

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