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Vivamos confiadas en Él

2005
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“Pero los que esperan en el SEÑOR renovarán sus fuerzas. Se remontarán con alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán.”
(Isaías 40:31)

Definitivamente la vida no es predecible. Nos puede estar yendo «bien» durante una temporada, tener nuestra familia en armonía, un trabajo satisfactorio, buenas finanzas, estar sin problemas de salud… Entonces, de repente, la vida nos lanza una bola curva. Alguien cercano se enferma, perdemos nuestro trabajo, consumimos nuestros ahorros, surge una pandemia… Las cosas en las que nos sentíamos seguras, de repente, se vuelven inestables e inciertas.

¿Cómo confiamos en la bondad de Dios en estas circunstancias? ¿Cómo confiamos en Él cuando no entendemos lo que está pasando, cuando no podemos ver una salida?

Cuando los tiempos son buenos, confiar en Dios puede parecer más fácil. Pero cuando los tiempos son difíciles, nos cuesta descansar y confiar en Su voluntad, y se hace evidente lo pequeño de nuestra Fe en Él. Incluso, muchas veces actuamos con desesperación como si no fuéramos creyentes, cayendo en la desesperanza, la ira, la frustración y amargura.

Entonces, para nosotras como creyentes, ¿qué significa realmente confiar en Dios?

Esto significa creer en Su fidelidad, en Su Palabra, en Su sabiduría y en Su fuerza. La Biblia dice que Dios no puede mentir, que siempre cumple sus promesas (Números 23:19). Que nada nos separa de Su amor (Romanos 8:38-39) y que Su bondad y favor nos rodean (Salmos 5:12). Confiar en Él significa que creemos que las cosas que dice sobre Sí mismo, sobre el mundo y sobre nosotras mismas son ciertas. Pero no solo se queda en el simple hecho de creer mentalmente, es una elección de tener fe en lo que Él dice, aunque nuestras emociones o circunstancias nos hagan creer algo diferente. Creer en Él es actuar con Fe.

Sabemos que somos débiles y que nuestros sentimientos y circunstancias pueden cambiar en cualquier momento, en un solo instante. Pero Dios, por el contrario, no cambia. Él es el mismo ayer, hoy y siempre (Hebreos 13:8) y, por tanto, es digno de nuestra confianza. Confiar en Dios es vivir una vida de creencia y obediencia a Dios aun cuando es difícil hacerlo.

¿Cómo podemos vivir confiadas en Él?

Él nos ha dicho en Su Palabra, que echemos toda nuestra ansiedad sobre Él porque Él tiene cuidado de nosotras (1 Pedro 5:7). Nuestro buen Padre nos ha regalado la oración para acercarnos a Él, para poder conversar con Él como nuestro padre, como un amigo, por medio de la cual podemos clamarle y presentarle todas nuestras peticiones (Filipenses 4:6). Pasar tiempo con Dios nos ayuda a conocerle más y mejor, y entender Su voluntad.

Él también nos pide que actuemos en obediencia (haciendo lo que dice en Su Palabra) y confiemos, pues Él finalmente se encargará del resto. En la confianza, buscamos a Dios para que nos sostenga con seguridad en las circunstancias difíciles. Como creyentes, el Espíritu Santo vive en nosotras y es nuestro ayudador constante, señalándonos a Jesús (Juan 14:26), el Espíritu nos consuela y nos recuerda la Verdad. Él nos guiará en la obediencia. Él nos dará dirección.

Busquemos la Verdad en la Palabra de Dios. Él sabe que necesitamos un lugar completamente fiable e inmutable donde acudir cuando nos sintamos inseguras.  La Biblia registra las formas en que Dios ha respondido en tiempos difíciles en el pasado. Nos recuerda que Él es digno de confianza sean cuales sean nuestras circunstancias. Muchas personas en las Escrituras también hacen referencia a otras partes de las Escrituras, para animarse a sí mismas y a los que les rodean.

Seamos honestas, confesemosnuestra incredulidad. Pidámosle a Dios que nos ayude con nuestra falta de fe, que nos recuerde quién es Él y lo que promete, que reconozcamos que su carácter es bueno y digno de confianza (Marcos 9:24). Dios es más grande de lo que podríamos entender. Al humillarnos, Él escucha nuestras peticiones y las responde.

Caminemos juntas.No solo el Señor camina junto a nosotras, Él También nos da una comunidad de otros creyentes con los cuales caminar (Filemón 1:6). En otras hermanas podemos encontrar sabiduría, amonestación, exhortación, ánimo y estimulo; otras vidas con quienes podemos compartir nuestras luchas y repartir nuestras cargas.

Demos gracias en todo tiempo (1 Tesalonicenses 5:18). No dejemos que los tiempos difíciles empañen nuestra mirada. La gracia de Dios está en todas las cosas. Él está en todo y siempre está actuando en nuestras vidas.

Finalmente, esperemos en el Señor. Él actuará en nuestro favor como Él entiende que es bueno para nosotras (Romanos 8:28). Esperemos que Él haga lo que nunca podremos hacer por nuestra propia cuenta.

“Pero los que esperan en el SEÑOR
renovarán sus fuerzas.
Se remontarán con alas como las águilas,
correrán y no se cansarán,
caminarán y no se fatigarán.”
(Isaías 40:31)

Él nos ayudará a esperar con resistencia. Esperar en Él nos recuerda que no tenemos el control. Él es más grande que cualquiera de nuestras circunstancias. Él nos sostendrá y hará crecer nuestra fe en la espera.