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Una paz inigualable

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“La obra de la justicia será paz,
y el servicio de la justicia, tranquilidad
y confianza para siempre”
(Isaías 32:17)

Cuando vemos las noticias, leemos los periódicos o simplemente miramos a nuestro alrededor, no nos toma mucho darnos cuenta de que estamos viviendo en un mundo donde cada vez más se evidencia la falta de paz. Recientemente pudimos ver en los titulares, cómo en Medio Oriente la población está siendo bombardeada; en Latino América hay disturbios en muchas ciudades a causa de luchas sociales. Pero la situación no solo es a gran escala, en la intimidad de nuestros hogares, escuelas y oficinas se viven las mismas situaciones día tras día. Al ver esta realidad desde una perspectiva meramente humana, podríamos experimentar sentimientos como miedo, ansiedad, ira, desesperación. Y realmente, si somos de los que viven en este mundo solo pensando en el aquí y el ahora, creo que habría motivos de sobra para estar inmerso en estos sentimientos.

Pero cuando traemos a nuestra existencia la luz de Cristo, podemos ser llenas de una gran esperanza y de esa inmensa paz que la Biblia describe como aquella que sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4:7).  No es inimaginable pensar, que al ver el caos en que nos encontramos, podamos sentir temor aun siendo cristianas. Muchas de nosotras hemos experimentado miedo, dolor y frustración ante los recientes hechos mundiales; abundan las guerras, las enfermedades, las enemistades y las envidias. Quizás en algunas ocasiones hasta hayamos llegado a quedar paralizadas, al sentirnos impotentes ante la situación que estamos viviendo. Muchas veces quizás, pensamientos de fracaso llegan a nuestra vida cuando lo hemos intentado todo y no logramos resolver la situación. Otras veces tal vez, hemos llegado a dudar de nuestra salvación o confianza en Dios al sentirnos de esta manera. Pero si como yo, has experimentado estos sentimientos, si has pasado noches sin dormir queriendo entender cómo creyendo en Dios, puedes estar pensando de esta manera, quiero que sepas que tú y yo no somos las únicas, y que no hemos dejado de creer en Dios por sentirnos así. Y lo más importante es que El Señor no te dejará de amar por tener este sentir.

Como nosotras, algunos personajes de la Biblia pasaron por este tipo de sentimientos. Por ejemplo, Moisés. La Biblia nos relata que tuvo miedo cuando se le encomendó la tarea de sacar al pueblo de Egipto. Pero El Señor en su infinita bondad, conociendo lo que él estaba sintiendo, le mostró que sus enemigos habían muerto (Éxodo 4:19). Y de igual manera nuestro Dios nos ama y nos cuida a cada paso de nuestras vidas, como nos lo dice Mateo 6:8: “vuestro padre sabe de lo que necesitáis antes que vosotros le pidáis”. Dios, nuestro Señor, entiende nuestras debilidades y temores. Cuando Jesús estaba en el huerto de Getsemaní con Pedro y los hijos de Zebedeo, les mandó que velaran con Él, y estos se quedaron dormidos; al volver a ellos, Jesús les instó sobre la urgencia de velar y orar: “velad Y orad para que no entréis en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26:41).  Querida hermana, el Señor conoce cada uno de nuestros miedos y quiere infundirnos aliento y ayudarnos a crecer en nuestra confianza en Él. Y para esto debemos estar prestas a buscar su voluntad y pedirle a Dios que nos dé la capacidad de discernirla en medio de un mundo que cada día busca confundirnos más.

De Moisés, se nos dice en la Biblia también, que era una persona humilde: “Ahora bien, Moisés era muy humilde, más que cualquier otra persona en la tierra” (Números 12:3). Y así mismo Dios requiere de nosotras que seamos humildes delante de Él. Otra de las cualidades que podemos ver en Moisés, es su fe. El fue enviado por Dios a una misión en la que él tendría que arriesgarlo todo, su vida y su familia. Pero aun sabiendo lo que le esperaba, el caminó en fe, Confió en el que lo enviaba, y no se apoyó en su propio entendimiento (Proverbios 3:5).

En algunos momentos de nuestra vida, nos vamos a ver enfrentadas a situaciones inesperadas. Por ejemplo, lo que estamos viviendo ante la actual pandemia, muertes, enfermedades, desempleo; situaciones que llegan a nuestra vida y que no nos dan tiempo para preparar nuestro plan a seguir. La familia de Moisés también tuvo que enfrentar este momento. Séfora la esposa de Moisés demostró gran sumisión y fe en el Señor al seguir a su esposo a una tierra desconocida y probablemente temida por ella, al saber lo que su esposo había vivido allí. Ante estas situaciones solo podemos mantenernos en pie si ponemos nuestra mirada en Cristo y no en nuestras circunstancias. Amada, solo el saber en quién hemos confiado y conocer a nuestro Señor y aferrarnos a Él, nos permitirá seguir caminando en fe. Recuerda que sea cual sea la situación que enfrentes en este momento, Él ha prometido estar con nosotras cada día hasta el fin del mundo (Mateo 28:20b). Y que cuando ponemos nuestra confianza absoluta en Él, podemos encontrar paz en medio de la tormenta (Juan 14:27; 16:33).

No sé cuáles son tus circunstancias en este momento, quizás tengas un familiar enfermo, tú estés enferma o hayas perdido un ser querido; es posible que estés desempleada, que estés siendo perseguida por tu fe o estés viviendo en un ambiente hostil, y aunque quizás veas que pasa y pasa el tiempo y la situación no mejora, quiero recordarte, que en Cristo puedes encontrar la paz que necesitas, esa paz que sobrepasa todo entendimiento. Esa paz que, aunque el mar ruja en tempestad tú puedes estar tranquila, sin temor (Salmo 46:1-3). Quizás tu carne esté experimentando sentimientos adversos, pero es esa paz que va más allá de ser física, es la paz del alma que supera cualquier entendimiento de tu situación actual. Te pregunto: ¿Conoces esa paz?  Busca conocer cada día más al Señor, saber en quién es que has confiado. Sigue confiando aun cuando no veas cambios, aunque no entiendas lo que sucede. Trabaja en fundamentar tu fe en aquellas cosas que conoces del Señor, como su amor, su bondad, su misericordia, compasión y su justicia. De esta manera tu fe crecerá, caminarás por fe y no por vista (2 Corintios 5:7). Ancla tu corazón en su Palabra sus promesas. Recuerda que su Palabra también nos enseña en Romanos 8:28, que “todas las cosas obran para bien para para los que aman al Señor”. El hará que todo lo que está sucediendo en tu vida en este momento obre para bien en su tiempo perfecto. Quizás ese cambio no llegue tan rápido como esperas o en la forma que quisieras, pero lo que, si es seguro, es que lo que estás viviendo será para tu bien y para su gloria.

El Señor nos dice en su Palabra la forma en que debemos buscar esta paz: “No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender” (Filipenses 4:6-7 NTV).

Presentemos nuestras peticiones ante Dios, con acción de gracias; sigamos obedeciendo en medio de nuestras pruebas para que obtengamos la paz que solo Dios puede dar.

Te pregunto: ¿Conoces la paz que sobrepasa todo entendimiento?, ¿Qué estás haciendo para obtenerla?, ¿En quién o qué la estás buscando? ¡SOLO EN JESÚS!