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Una esposa que exhibe el evangelio y un esposo que lidera como Cristo

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Este domingo, el pastor Miguel Núñez predicó el sermón “Una esposa que exhibe el evangelio y un hombre que lidera como Cristo” basado en 1 Pedro 3:1-7.

1 Pedro 3:1-7 contiene instrucciones para la esposa y para el esposo. Si meditas, descubrirás que en el mensaje del evangelio hay un desprendimiento de sí mismo que llevó a Cristo a dejar su gloria, una humillación de parte del Hijo que se encarna y se hace hombre, y un componente de sacrificio de parte de la Segunda persona de la Trinidad que muere en lugar del pecador. Algo similar tiene que ocurrir al casarnos. La humildad es un requisito indispensable para un buen matrimonio. Sin el auto sacrificio, puedo estar casado, pero no llego a ser una sola carne. En el mensaje del evangelio, hay una sobre dosis de gracia llamada “gracia sobre gracia” de parte de Jesús para vivir y para morir para el perdón incondicional de pecados. Sin esa actitud mental, el matrimonio no sobrevivirá.

De inmediato tenemos que admitir que exhibir el evangelio en tu vida como esposa, de manera consistente, es extremadamente difícil. Al mismo tiempo, tenemos que admitir por igual, que, para un esposo, liderar como Cristo lo hizo, de manera continua, no es extremadamente difícil, es imposible. Vivir el estándar del matrimonio va a requerir un sometimiento incondicional a nuestro Dios creador y redentor.

El texto leído tiene varias enseñanzas para las mujeres que yo quisiera abordar en el orden en que aparecen para luego continuar con las enseñanzas para nosotros los hombres que estamos casados.

Enseñanza #1:

“mujeres, estén sujetas a sus maridos…”

Esa instrucción, en un sentido, no es diferente a la de estar sometidos al rey o al gobernador o a cualquier otra autoridad. Al mismo tiempo, esa instrucción no es diferente a la manera como Cristo se sometió a toda autoridad humana y, de hecho, al hacerse siervo, se sometió a todos los hombres hasta el punto de lavar los pies cuando Él debió haber sido quien tuviera Sus pies lavados. El estándar para las mujeres hacia sus maridos no es distinto al estándar de sumisión requerido en otras condiciones de convivencia.

El contexto de este pedido está relacionado a las mujeres que están casadas con esposos inconversos. Eso no quiere decir que aquellas que están casadas con esposos creyentes no requieren sumisión. Pero lo menciono porque, con esta sumisión, Pedro está apuntando a un resultado cuyo instrumento para conseguirlo es el espíritu sumiso de la esposa. Pedro estaba apuntando a la evangelización del esposo no creyente por medio de una esposa que no podía predicar el evangelio a un hombre rebelde, pero que si podía vivir el mismo evangelio delante de sus ojos.

Enseñanza #2:

“Que el adorno de ustedes no sea el externo: peinados ostentosos, joyas de oro o vestidos lujosos, sino que sea lo que procede de lo íntimo del corazón, con el adorno incorruptible de un espíritu tierno y sereno, lo cual es precioso delante de Dios.”

El ser humano siempre ha tenido una tendencia a preocuparse de manera prioritaria por la forma cómo luce, cómo habla y cómo es percibido por las personas a su alrededor. Hemos desarrollado una idolatría hacia la apariencia, la buena reputación y el buen nombre. Al mismo tiempo, el cristiano se afana por todas esas cosas de este mundo que no tienen valor eterno, mientras que descuidan de su mundo interior, el cual es el que más importancia tiene.

Pedro le dice a las esposas, si te vas a preocupar por mostrar un adorno, este debe ser lo que tú exhibes: “un espíritu tierno y sereno…” El espíritu tierno es un espíritu tranquilo, uno que no usa palabras que causen fricción o una conmoción destructiva. Eso no es distinto a cuando Cristo nos llama a todos aprender de Él para que seamos mansos y humildes de corazón… no por obligación, no para simulacióny no para dar la impresión.

En la medida en que los años pasan, el físico se va apagando: la piel se arruga, los cabellos se caen y se emblanquecen, los músculos se vuelven flácidos, el abdomen tiende a crecer y el cuerpo tiende a encorvarse. Mientras eso está ocurriendo, se supone que, en el interior de todos nosotros, nuestro espíritu sea más manso, sumiso, tierno, amable, sensible, empático, amoroso, compasivo, servicial, y santo… en fin, más como Cristo.

Pedro está animando a las mujeres de estos hombres inconversos, pero por aplicación, a todas las mujeres, para que luzcan hermosas por dentro. El Señor valora cuando una esposa que cultiva su mundo interior por encima de lo que es su apariencia exterior (Proverbios 31:30).

Enseñanza #3

Ahora Pedro llama a los maridos a vivir con sus mujeres de manera comprensiva y que convivan de acuerdo con el conocimiento de su esposa. Un esposo a la manera de Cristo conoce las necesidades espirituales y emocionales de su esposa, conoce sus temores, conoce sus debilidades, conoce su necesidad de protección y de apoyo, conoce su mundo interior y conoce qué le ofende y lo que le afirma. Él tiene un llamado a liderar como Cristo y, por tanto, de la misma manera que Cristo conoce las necesidades de Su iglesia, el esposo cristiano necesita conocer las necesidades de la mujer que Dios le regaló.

Conocer o comprender nuestras esposas requerirá pasar tiempo con ellas, hablar con ellas y escuchar no solamente sus palabras, sino también escuchar su mundo interior que muchas veces no sale en las palabras. Comprender nuestras esposas requerirá poner sus necesidades por encima de las nuestras, siempre y cuando el llenado de sus necesidades no sea una demanda que viola la palabra de Dios.

A manera de aplicación, quisiera decir que el esposo conoce que su esposa ha sido llamada a someterse a su liderazgo, pero al mismo tiempo, él conoce que la sumisión a él no implica que la esposa:

  • es inferior,
  • no opina,
  • no pide cuentas a su esposo.
  • apoya la irresponsabilidad/pecado del esposo, y
  • tolera el abuso verbal/físico o el abuso de sus hijos.

Enseñanza #4

Pedro nos llama a tratar a nuestras esposas como vasos frágiles. Esto probablemente se refiere más a su debilidad física comparada con la fortaleza física del hombre. Sin embargo, creo que un hombre tallado a la imagen de Cristo también debe exhibir una fortaleza emocional y espiritual por encima de la fortaleza de la persona que él tiene que liderar.

Liderarlas como vasos frágiles implica, entre otras cosas, conocer la fragilidad de sus emociones y, por tanto, nuestra disponibilidad para amar y perdonar cuando sus emociones frágiles hayan llegado a ofendernos y a irrespetarnos. La fragilidad de nuestras esposas muchas veces las llevará a alejarse emocionalmente y la fortaleza que nosotros tenemos que exhibir nos llama a permanecer en el mismo lugar cuando ellas regresen.

Lamentablemente, y lo digo de una manera no acusatoria, sino pastoral, la mayoría de los hombres no se ha ocupado de cultivar su mundo interior y, por tanto, exhiben una fortaleza emocional y espiritual inferior a la de sus esposas. De ahí proviene la necesidad continua de necesitar que sus esposas le hagan sentirse seguros, en vez de nosotros ser los que brindan seguridad a sus parejas.

Enseñanza #5

Pedro nos recuerda que la mujer no es en nada inferior a los hombres y la manera como Pedro resalta esa realidad es enseñándonos que ella es: “heredera como ustedes de la gracia de la vida.” Mi esposa es mi coheredera en el reino de los cielos, aunque allí no será mi esposa. Es esa realidad que hace que Pedro nos llame a darle honor, por ser heredera como ustedes de la gracia de la vida.

Si tenemos que darle honor como coherederas con nosotros, eso implica cuidar de ellas como quien cuida una hija de Dios. Cuidar de ellas para ayudarles a crecer a la imagen de Cristo,

Enseñanza # 6

El no llenar nuestras responsabilidades como esposos debilita nuestras oraciones. La manera como nosotros tratamos a nuestras esposas es tan importante para Dios que el no llenar nuestras responsabilidades hace que nuestras oraciones no sean escuchadas. El no llenado de mis responsabilidades para con mi esposa, es vista por Dios como rebelión y, por tanto, me disciplina dejando de responder a mis oraciones.

Hermano, no pienses que llenar pobremente tus responsabilidades con tu esposa es de poco peso frente a Dios. De hecho, es algo tan pesado que Dios decide cerrar sus oídos a tus oraciones por tu falta de cuidado hacia ella.