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Un nuevo año sin temor

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Sea el carácter de ustedes sin avaricia, contentos con lo que tienen, porque Él mismo ha dicho: «Nunca te dejaré ni te desampararé», de manera que decimos confiadamente: «El Señor es el que me ayuda; no temeré. ¿Que podrá hacerme el hombre?». Hebreos 13:5-6

Temor: De acuerdo con la RAE (Real Academia Española), la palabra temor viene del Lat. <timor>. Es pasión del ánimo, que hace huir o rehusar aquello que se considera dañoso, arriesgado o peligroso. Es una presunción de sospecha. Recelo de un daño futuro.   

El temor es perjudicial porque es algo negativo que se siente por algo que pueda ocurrir o que ya haya ocurrido. Por ejemplo, un padecimiento físico. También, podría ser que sintamos temor por sospecha de que algo perjudicial nos acontezca o a nuestra familia. Sospecha de que nos ataquen o que nos roben, que perdamos el empleo, que nos quedemos sin dinero o el temor de quedarnos solos. Por lo general el temor es una emoción artificial, porque en la mayoría de los casos, son situaciones de peligro imaginario.  

Ahora bien, el temor del creyente se relaciona con el respeto y la reverencia que le debemos a Dios como Creador de todo lo que existe. Es un temor santo, un temor que advierte del peligro y actúa como un seguro de protección contra el pecado y sus terribles consecuencias.   

Como creyentes que profesamos “temer al Señor”, deberíamos cultivar la virtud del contentamiento y no tener ese deseo vehemente por poseer las cosas que el mundo nos ofrece, especialmente bienes, riquezas, seguridad, etc.   

El amor al dinero puede ser un enorme obstáculo para el creyente, porque al desearlo o codiciarlo, rompe la comunión con Dios y estorba el crecimiento espiritual. 

Las mayores riquezas que podamos tener residen en la posesión de Aquel que ha prometido: «Nunca te dejaré ni te desampararé», Nuestro Señor Jesucristo nunca nos abandonara. Él es fiel a Sus promesas.  

No sé si a ti te ha pasado lo mismo que a mí; dado a lo tumultuoso y convulsionado que esta este mundo, con frecuencia me ha asaltado el temor por la salvación de mi familia; también por la seguridad financiera y física de mi familia y por la mía propia.  Y siendo honesta debo confesar que gracias al sustento de la Palabra del Señor no he caído en ansiedad.  En esos días que me sentía agobiada el Señor trajo a mi mente y corazón esta Palabra:  «No digan ustedes: “Es conspiración”, A todo lo que este pueblo llama conspiración, Ni teman lo que ellos temen[a], ni se aterroricen. Al Señor de los ejércitos es a quien ustedes deben tener por santo.  Sea Él su temor, Y sea Él su terror.” (Is.8:12-13) 
Esta es una super poderosa y fiel aseveración, no me quedo lugar a dudas.  Luego estuve leyendo sobre alguien que hizo una investigación en donde encontró que en toda la Biblia la palabra “No Temas” aparece 365 veces.  ¡Cuán maravillosamente nos conoce el Señor! El conoce las flaquezas y la vulnerabilidad de nuestro engañoso corazón (Jer.17:9).   

Así que, una resolución que me propongo, con la ayuda de Dios, para el próximo 2024 es: “Vivir un año sin temor”; porque la avaricia y mis temores financieros, u otros de cualquier índole, son superados por la seguridad fundada en la constante presencia del Señor y en las promesas que nos ha hecho sobre la satisfacción de nuestras necesidades diarias.  Debido a la Palabra de consuelo que Dios ha pronunciado, <<Puedo decir confiadamente: El Señor es mi AYUDADOR; NO TEMERÉ>> (énfasis añadido). 

Dios nos ayude a no perder de vista que el futuro, aunque parezca incierto o no, está en la todopoderosa mano de Dios.  El Señor mira todo el panorama, ve el fin desde el principio; esto nos debe dar tranquilidad, esa paz que sobrepasa todo entendimiento (Fil.4:6-7).