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Todo está bajo el control de Dios

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«Pero yo, oh, Señor, en Ti confío; Digo: «Tú eres mi Dios». En Tu mano están mis años; Líbrame de la mano de mis enemigos, y de los que me persiguen.» Salmo 31:14-15 (NBLA)

El salmista describe un escenario pesado en el Salmo 31, un escenario que todas de una u otra manera hemos vivido: inseguridad, decepción, aflicción, angustia, miedo, olvido, calumnia, terror… «Pues mi vida se gasta en tristeza Y mis años en suspiros; Mis fuerzas se agotan a causa de mi iniquidad, Y se ha consumido mi cuerpo.» Salmo 31:10 (NBLA)

¿Cuáles cosas traducen todo lo anterior en mi día a día como mujer, como creyente, como madre, como esposa?:

Arrugas en mi piel, cambio en mi talla de ropa, desequilibrios de alimentación, enfermedades de los míos o propias, pérdida familiar, soledad, mi pasado y sus repercusiones, mis deudas, mis afanes de hogar, mis afanes laborales, la crianza (agotadora), la relación con mi esposo que puede tornarse en buenos amigos o compañeros de techo, o bien insensibles uno con el otro aun siendo creyentes (alejándose del diseño matrimonio de nuestro Señor, lejos de nuestros roles)… todo ello y mucho más puede direccionar nuestros ojos desesperados a buscar calmantes transitorios e ineficientes…poniéndonos a kilómetros de la oración, de rebuscar en las Escrituras, de actuar o esperar con discernimiento al llamado de Dios.

¿En qué o en quién confías?… ¿cuál es el primer nombre que te surge ante una situación que te hace temblar, no dormir y te provoca desesperación?: una amiga, tu hermana, una anciana de la iglesia, un tutorial, un abogado, tus padres, tu esposo, tus hijos, un médico, todos ellos oportunos, pero …

Podemos notar, amadas, cómo David va entrelazando el listín de penurias y debilidades con las gloriosas características de nuestro Dios: Justo, roca fuerte, fortaleza, castillo, refugio, verdad, misericordioso, bondadoso. ¡ÉL NO ES COMO YO, ÉL NO ES COMO TÚ! Y es por eso que David a todo pulmón escribe con certeza, sin importar las crueles, oscuras, terribles realidades que vivamos debajo del Sol: «Pero yo, oh Señor, en Ti confío; Digo: «Tú eres mi Dios». En Tu mano están mis años; Líbrame de la mano de mis enemigos, y de los que me persiguen.» Salmo 31:14-15 (NBLA)

Cuánto quisiera que estas palabras del salmista fueran cuál chasquido de dedos, de inmediato procesadas y disfrutadas en mi corazón y mente, dándome paz para todos mis días de una vez y ¡listo!… pero no amadas, sabemos bien que no es así; que necesitamos ser recordadas, una y otra y otra vez quién es nuestro Dios … y lo hermoso de todo esto es que nuestro Dios es paciente y se aproxima también ¡una y otra y otra vez!

Mientras yo soy cambiante y fluctuante, ¡Dios es roca inmutable! Mientras yo no sé qué pasará en las próximas horas, ya Él tiene mis años en Sus manos. Mientras en este breve periodo (bien pueden ser todos tus días en la tierra, pocos ante una eternidad) pasemos por aflicción, nos llama David a confiar en Aquel que sostiene TODAS LAS COSAS, ¡TODAS!, incluyendo tus circunstancias y las mías.

La confianza está en la presencia de Dios.