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Sequía espiritual

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Este domingo, uno de nuestros ancianos en entrenamiento, Jairo Namnún, predicó el sermón “Sequía espiritual” basado en el salmo 42.

De pequeño todos nos aprendimos las etapas de la vida; los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y mueren. En un sentido, esto es real para los cristianos, también. En algún momento escuchamos la Palabra y nacimos para el Señor (conversión). Luego, en la medida que creemos y ponemos en práctica la Palabra, crecemos (santificación). En la medida que crecemos, nosotros presentamos la Palabra a otras personas, y cuando lo creen, reproducimos lo que somos haciendo nuevos discípulos (la Gran Comisión). Y con el favor de Dios y en el tiempo de Dios, los cristianos partimos de esta tierra al morir y entramos a la presencia de Dios (glorificación). Así debería ser, todo acorde al plan… pero eso no siempre pasa en la realidad.

  • Algunos cristianos no sabemos exactamente cuándo nacimos de nuevo. De hecho, algunos de los que están aquí que ya se habían llamado cristianos están en este mismo momento preguntándose si lo son.
  • Varios de nosotros no hemos presentado el evangelio a nadie más en meses, sino años. Algunos no hemos nunca discipulado a alguien más.
  • Para algunos, nuestro nivel de santificación parece estar en una escalera eléctrica que se dañó a la mitad. Estamos esperando a ver si alguien la arregla. O estamos bajando a ver si podemos buscar un ascensor o algo. O estamos tratando de subir pero lo hacemos muy, muy lento.  Y hemos pasado tanto tiempo en el mismo lugar que ya nos estamos preguntando si vale la pena subir.

Además, si esto era verdad antes en condiciones normales, este año lo ha potencializado todo. Estamos lejos de las personas que más amamos, muchos tenemos meses sin asistir a la iglesia y abrazar a nuestros hermanos, los cambios con el colegio nos tienen agotados el día entero, sin poder salir de la casa a refrescarnos, y con un miedo constante a enfermarnos.

El Salmo 42 encuentra al salmista seco, árido, cansado, en dolor y en depresión. Este Salmo es el Salmo de uno que se encuentra en un proceso de Sequía Espiritual. Eso es evidente en todo el Salmo, pero particularmente lo vemos en los primeros versículos: “Como el ciervo anhela las corrientes de agua, así suspira por Ti, oh Dios, el alma mía.”

La imagen que el Salmista está invocando aquí es la de un animal que está yendo donde usualmente encontraba agua y ahora no lo encuentra. No es como que los ciervos son tontos y andan buscando agua donde no hay. Más bien, este ciervo ha estado buscando agua en los lugares de siempre, y lo único que encuentra es arena. Está muerto de sed, pero, ¿cuál sed? El versículo 2 dice, “Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente; ¿Cuándo vendré y me presentaré delante de Dios?”

Literalmente, en su idioma original, la segunda parte dice “¿cuándo veré el rostro de Dios?” Une los dos versículos y ahora entiende la situación y el clamor del salmista: Él está acostumbrando a ir a ciertos lugares a encontrarse con Dios, y no lo encuentra. ¿Cómo llegó el Salmista ahí? ¿Cuáles son las causas de esta sequía espiritual?

En muchas ocasiones, la razón del enfriamiento espiritual es discernible fácilmente. Es un patrón de pecado en nuestras vidas del cual no hemos querido arrepentirnos. Pero nota que ese no es el caso del salmista. En ningún lugar del Salmo tú oyes que Él tiene una situación de pecado no confesada y no tratada.

La verdad es que este no es el caso de muchos de nosotros cuando nos encontramos en sequía espiritual. No es que no tenemos pecado, porque siempre hay áreas de nuestra vida que trabajar y que crecer, sino que no tenemos una situación de pecado sin tratar, una situación excepcional de pecado que haya afectado nuestra relación con Dios. Dicho de otra manera: no es que no estamos yendo a buscar agua a las corrientes, sino que cuando vamos, no encontramos el manantial. No encontramos el agua de vida. Eso es lo que hace de este tema algo tan complicado. No solo los cristianos que han pecado espectacularmente pierden el sentido de la presencia de Dios: nos pasa a todos.

Veamos tres causas más de sequía espiritual aquí en el Salmo:

  1. La pérdida de la comunidad (Salmos 42:4-6)
  2. Expectativas incorrectas (Salmos 42:3&10)
  3. La debilidad (Salmos 42:3)

Ahora, luego de haber visto posibles causas, ¿cuáles son posibles curas a la sequía espiritual? ¿Cómo encontramos agua si las corrientes se sienten secas?

El Salmista nos muestra al menos cuatro cosas:

  1. Él derrama su alma
  2. Él analiza su condición
  3. Él recuerda la bondad del Señor
  4. Él se predica a sí mismo

En conclusión, En el momento de sequía, ¡predícale a tu alma el evangelio! Háblate a ti mismo de las bondades de Dios. Cuéntate de la misericordia que Dios ha tenido contigo, que no escatimó a Su propio Hijo sino que lo entregó por ti y por mí.

Piensa en aquel que genuinamente estuvo muriendo de sed. En aquel que escuchó a todo el mundo preguntarle dónde estaba su Dios. Aquel que sintió la verdadera separación de la presencia de Dios para que ahora tú, por Su sacrificio, nunca sientas lejanía de Dios.

Él pasó por el momento más oscuro para que ahora tú puedas caminar en su luz. Recuérdate eso a ti mismo, día tras día. En el desierto y cuando todo te esté saliendo bien.