Inicio Artículos Rizpa: La profundidad del amor de una madre

Rizpa: La profundidad del amor de una madre

32658
0

La Biblia tiene muchas historias sorprendentes de madres que mostraron de manera muy particular el amor por sus hijos.  Hoy quiero hablarles de una muy poco conocida y hasta olvidada en las Escrituras pero que es digna de mencionar y conocer.  Para mí de todos los episodios en la Biblia que mueven el corazón, ninguno es tan contundente y conmovedor como la historia de RIZPA y su cuidado por sus hijos muertos.

Su historia aparece en 2 de Samuel 21.

Saúl había muerto, David es el rey.  Han pasado 3 años de hambre y David consulta al Señor cual era la razón de esta hambruna.  El Señor le revela que las acciones de Saúl hacia los gabaonitas era la causa de esta.  En el tiempo de Josué, Israel había hecho un pacto con los gabaonitas, pero Saúl quebranto el pacto.  Como resultado Dios está castigando a Israel.  David se acerca a los gabaonitas para saber cómo arreglar las cosas.  Los gabaonitas solicitan que siete hijos de Saúl sean ahorcados públicamente.  Los siete hombres sacrificados por la ofensa de Saúl contra los gabaonitas incluyo a los dos hijos de RIZPA, la concubina de Saúl. 

¿Qué hizo Rizpa?

En el versículo 10 podemos ver una muestra de la devoción de una madre: “Y Rizpa, hija de Aja, tomó tela de cilicio y lo tendió para sí sobre la roca, desde el comienzo de la cosecha hasta que llovió del cielo sobre ellos y no permitió que las aves del cielo se posaran sobre ellos de día ni las fieras del campo de noche”.

Vemos claramente la muestra de la devoción de una madre.  RIZPA era una viuda, ahora sus únicos dos hijos le son quitados y ahorcados.  Hubiera tenido toda la razón para sentir lastima por ella misma, sentarse con gran tristeza y desesperación. Hacer una gran fiesta de autocompasión.  No fue posible salvar la vida de sus dos hijos, pero con determinación decidió hacer todo lo que fuera posible para salvarles de la última desgracia – ser comido por las aves y las bestias del bosque.  Era la ley en ese tiempo, que cualquiera puesto a morir en estas circunstancias no podía ser enterrado.  Tenían que permanecer colgados ahí hasta que los buitres los limpiaran completamente o las bestias los tumbaran, sin embargo, Rizpa estaba decidida a que sus hijos tendrían una sepultura honrosa.

Con determinación dejo su casa y fue al monte adonde estaban los cuerpos deformados y quemados por el sol de sus amados hijos.  Tendió una tela de cilicio sobre un peñasco haciendo un lugar que iba a ser su hogar por 5 meses.   Vamos a imaginarnos esta escena:  Esta mujer allí en el monte echada sobre esa roca día tras día, llena de tristeza y cansada del trabajo de proteger esos cuerpos.  De día cuando se acercaban los buitres u otras aves, salía agitando los brazos para ahuyentarlos; en la noche escuchaba las fieras del campo, trataba de divisar los ojos de los lobos, etc. Y les tiraba piedras y les gritaba – en el calor sofocante del día y el frio de la noche – allí permanecía – temblando con fatiga y a veces con miedo – sola. 

Algunos quizás la alababan, pero muchos se burlaban – decían que estaba loca, que la mente se le había fundido.  Pero Rizpa nunca se dio por vencida por 5 largos meses.

Rizpa actuó como una verdadera madre que vela por sus hijos cuidando la dignidad de ellos aun después de la muerte.  Ella hizo lo que pudo para alcanzar lo que ella pensaba era mejor para ellos.  Puso su propia vida en riesgo para proteger los cuerpos de sus dos hijos y lo hizo por un periodo bastante largo de tiempo.  Rizpa pensaba en sus hijos, como toda buena madre, por encima de sus propios deseos y necesidades. 

En esta historia de Rizpa hay un mensaje más brillante que la tristeza de esta tragedia.  El tema fundamental de esta historia es definitivamente la profundidad del amor de una madre.  Rizpa demostró que amaba a sus hijos y lo demostró al hacer ese gran sacrificio personal con tal de lograr un lugar para enterrarlos.  Ella dejó atrás su comodidad, su salud, su dinero y casi su propia vida para lograrlo.

Podemos ver en Rizpa varias características que son esenciales y que aplican para toda buena madre:   Sacrificio, protección, determinación, perseverancia.

Rizpa tuvo el coraje de luchar contra aquellos que querían devorar a sus hijos:  las bestias del bosque.  Ella voluntariamente puso su vida en la brecha por ellos. 

Amadas, el enemigo de nuestras almas anda alrededor de nuestros hijos como león rugiente buscando devorarlos.  Es cierto que necesitamos protegerlos en el sentido físico cuando aún son pequeños y necesitan ayuda.  Pero no es menos cierto que debemos levantarnos contra el mundo, la carne y contra el diablo que quiere devorar a nuestros hijos.  Puedo imaginarme el coraje, la valentía que necesitó Rizpa para pelear contra aquellos que querían devorar a sus hijos.  Ahí estaba ella alerta, cuidadosa, presente.  Hoy como madres quizás no tenemos que luchar contra las bestias del bosque, pero si tenemos que luchar contra la influencia de otros niños o jóvenes, de familiares, de falsas enseñanzas, de la televisión, de los teléfonos inteligentes y del internet.

Madre: En cuanto a tus hijos, ¿Estas ahí para dirigirlos? ¿Estás ahí para corregirlos? ¿Estás ahí para aconsejarlos? ¿Estás ahí para consolarlos?  ¡Tu presencia es vital y necesaria en sus vidas!

Podemos ver la recompensa de su amor y sacrificio en este pasaje de 2 Samuel 21 cuando vemos en versículo 11 que al Rey David le llega la noticia de lo que estaba haciendo Rizpa, mientras muchos pensaban que estaba loca, él fue movido por su cuidado, preocupación y compasión.  Vemos en los versículos 12 y 13 que David va y coge los cuerpos de esos siete muchachos incluyendo a los hijos de Rizpa y le prepara un entierro apropiado para ellos.  Rizpa deseaba un entierro para sus hijos, pero nunca soñó con un entierro real.

Que Dios permita que seamos madres como Rizpa, que arriesgan su propia vida para cuidar y proteger a sus hijos.  Ella fue recompensada por su presencia, sacrificio, su protección y su perseverancia.  Así como Rizpa les dio un cuidado tan personal a los cuerpos físicos de sus hijos, para nosotras es aún más importante, como madres cristianas, estar preocupadas y cuidar el bienestar espiritual de los nuestros.

Madres no nos cansemos de servir a nuestros hijos, aun y cuando no veamos excelentes resultados por nuestro sacrificio, pues con el tiempo veremos la recompensa que Dios tiene para cada una de nosotras.  ¡Que la perseverancia sea visible en nuestra labor como madres!