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Que tu sufrimiento adorne tu esperanza

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Este domingo, el pastor Miguel Núñez predicó el sermón “Que tu sufrimiento adorne tu esperanza” basado en 1 Pedro 3:13-18.

El pastor de nuestro tiempo necesita enseñar a su iglesia a sufrir y a sufrir bien por la causa de Cristo porque no está lejano el día cuando nos toque a nosotros padecer la persecución. Por primera vez en los últimos años, hemos visto pastores en la Europa no comunista ir a la cárcel por predicar la verdad de la Biblia. La iglesia primitiva vivió por algo similar por un buen número de años y es por eso que Pedro escribe en 1 Pedro 4:12, “Amados, no se sorprendan del fuego de prueba que en medio de ustedes ha venido para probarlos, como si alguna cosa extraña les estuviera aconteciendo.” Para la Iglesia de Cristo la persecuciónni es nueva ni es extraña.

En 1 Pedro 3:13-18, Pedro comienza hablar de la persecución y del sufrimiento. Esta carta fue escrita precisamente para animar y fortalecer a cristianos que estaban en peligro de persecución o apunto de sufrir dicha persecución.

En el mesanje anterior, vimos como Pedro nos llama a no devolver mal por mal, ni insulto por insulto, sino más bien a bendecir (v.9). En el versículo 10 de este mismo texto, Pedro nos dice que el que quiera ver días buenos necesita refrenar su lengua del mal y sus labios no pueden hablar engaño. Finalmente, en el versículo 11 se nos llama a apartarnos del mal y hacer el bien. En esencia, Pedro está definiendo lo que debía ser el estilo de vida de un discípulo de Cristo o un discípulo de la cruz. Entonces, llevando ese estilo de vida, Pedro pregunta en el versículo 13, “¿Y quién les podrá hacer daño a ustedes si demuestran tener celo por lo bueno?”

No creemos ni por un momento que Pedro está insinuando que si llevamos una vida moral y de mansedumbre, todo el mundo nos va a tratar bien. Él sabe que eso no fue cierto ni siquiera en la vida de Cristo que vivió una vida perfecta. Es cierto que, en general, con la medida que medimos a otros somos medidos… pero Pedro está conciente de que eso no ocurre así en muchos casos y esa es la razón por la que inmediatamente el agrega en el versículo 14, “Pero aun si sufren por causa de la justicia, dichosos son. Y no tengan miedo por temor a ellos ni se turben,”

Pedro les recuerda que aquellos que padecen por hacer lo correcto o por la causa de Cristo son considerados por Dios como bienaventurados, bendecidos. De acuerdo con el apóstol Pablo en Filipenses 1:29, sufrir por la causa de Cristo, lejos de ser una maldición, es una bendición. Si eso es verdad, eso explica el sufrimiento de Job, José, Daniel, Cristo, Pablo y del resto de los mártires. Los mejores de Dios en la Biblia parecen haber sufrido lo peor.

Parte de la razón por la que el sufrimiento es visto como una bendición por Dios, en parte se debe a que nos ofrece una oportunidad de mostrar a otros que Cristo es digno de cualquier sacrificio, dolor, precariedad, persecución o de cualquier otro mal. Si no valoramos a Cristo de esa manera, los demás no lo van a hacer.

Por otro lado, sufrir para Cristo es una bención porque hay algo especial que Dios hace cuando nuestros sufrimientos aumentan. 2 Corintios 12:9 dice, “Y Él me ha dicho: «Te basta Mi gracia, pues Mi poder se perfecciona en la debilidad». Por tanto, con muchísimo gusto me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí.” En parte, por eso Pedro dice que si sufres por causa de la justicia, eres un bienaventurado, porque has recibido una porción aumentada de la gracia de Dios. Has recibido una visitación el Creador del cielo y la tierra que otros no han recibido.

Pedro continúa diciendo, y no tengan miedo por temor a ellos ni se turben.” La idea es que los hijos de Dios no se atemoricen ni se intimiden cuando agentes del mal nos amenazan con perseguirnos o hacernos sufrir. No pierdas tu tiempo cargándote con esas posibilidades; Dios está por nosotros y no contra nosotros. Sus ojos están sobre los justos y Sus oídos atento al clamor de ellos. Requiere de fe para recordar estas grandes verdades en medio del dolor, pero esa es una de las formas de cómo librar esta batalla espiritual en medio de la cual nosotros nos encontramos. En vez de temer a los hombres que nos persiguen y que pueden matar el cuerpo, Cristo enseñó que debiéramos temer a Aquel que puede matar tanto el cuerpo como el alma: ese es Dios mismo.

El versículo 15 versículo nos llama a tener una cierta disposición mental, un cierto conocimiento y una experiencia para estar siempre preparados para poder hablar y defender la fe. En este solo versículo, Pedro nos da cuatro instrucciones:

  1. Santificad a Dios en vuestros corazones.
  2. Estar siempre preparados.
  3. Presentar defensa de la esperanza que hay en nosotros.
  4. Hacer todo esto con mansedumbre y reverencia.

El corazón del hombre es usado en la Biblia para representar sus pensamientos, sus emociones y aún su voluntad. Por tanto, santificar a Dios en nuestros corazones es reconocer el señorío de Cristo sobre todas las áreas de nuestras vidas, sin excepción. Cristo tiene que reinar de forma suprema sobre nuestros pensamientos e ideas, sobre nuestras emociones y sobre nuestra voluntad que tiene que estar sometida a la voluntad de Dios. Cristo tiene que ejercer señorío sobre el sufrimiento que Él ordena para mi.

Dios elige el camino que yo debo transitar y luego prescribe para nosotros la forma como debemos reaccionar: con sumisión, gozo, aceptación, glorificación de Su nombre y propósito. En resumen, como lo hizo Cristo.

Luego Pedro nos llama a estar siempre preparados para presentar defensa de la esperanza que hay en nosotros, pero especialmente de la esperanza que está en nosotros en medio del sufrimiento y el dolor. Tenemos que defender la esperanza que tenemos cuando nos preguntan, ¿Por qué bendecimos cuando nos maldicen? ¿Por qué no devolvemos mal por mal? Reaccionamos de forma distinta a como el mundo lo hace porque sabemos que tenemos una mejor vida que nos espera, una mejor morada donde vivir, un lugar donde todas mis anhelos serán satisfechos, un lugar donde no habrá más llanto, ni dolor, ni muerte y donde todo tendrá sentido. Esa es la razón de la esperanza que hay en nosotros. 

Pedro continúa diciendo en el versículo 16, “teniendo buena conciencia, para que en aquello en que son calumniados, sean avergonzados los que hablan mal de la buena conducta de ustedes en Cristo.” Él nos llama a tener una buena conciencia que necesita estar informada por la palabra de Dios o, de lo contrario, no va a funcionar bien. Necesita ser sensible al pecado para poder detectarlo y rechazarlo. Necesita estar en paz con Dios, conociendo que ha hecho todo lo que ha hecho para la gloria del mismo Dios. Necesita estar limpia el pecado de manera que, cuando se le acuse, ella pueda determinar que la acusación es falsa y permanecer en paz.

1 Pedro 3:17 dice, “Pues es mejor padecer por hacer el bien, si así es la voluntad de Dios, que por hacer el mal.” Una vez más, estas enseñanzas nos muestran cuán contracultural es la fe cristiana. Nosotros vivimos en un mundo de maldad, entregado al pecado; pero en ese mundo, la victoria sobre el mal nunca será obtenida practicando el mismo mal. Dios honra el ejercicio del bien y se ha propuesto destruir el mal por medio del bien.

Ahora, al final de este texto, Pedro nos presenta la razón y la motivación para nosotros sufrir bien en la carrera cristiana. “Porque también Cristo murió por los pecados una sola vez, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, muerto en la carne pero vivificado en el espíritu.” (v.18) A Cristo le costó mucho dolor, sufrimiento, burla y humillación el poder llevarnos a Dios. No puede ser que el Creador esté dispuesto hacer algo por la criatura que la criatura luego no está dispuesto hacer por el Creador. 

Sufrir cuando nosotros estamos siendo maltratados habla bien de nuestro Dios que es digno de mi sufrimiento. Necesitamos valorar mucho mas a Cristo para valorar mucho mas el sufrir por Él.