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Principios bíblicos para tomar decisiones solidas

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Cada mañana desde que nos levantamos nos enfrentamos a la realidad de que, mientras transcurre el día, tendremos que tomar diferentes desiciones. No importa si eres casada o soltera, joven o mayor; algunas son tan cotidianas y rutinarias que ni siquiera las pensamos, pero incluso hasta  las que nos parecen sencillas a veces se vuelven difíciles. Hay  otras que son más delicadas y con implicaciones que pueden afectar el curso de nuestras vidas:  Con quién me casaré? Qué carrera debo estudiar? Debo aceptar este trabajo?  Puedo hacer esta inversión? Las decisiones que resulten de  preguntas como éstas son  muy relevantes,  por lo cual debemos ser intencionales buscando la perspectiva de Dios y no sólo nuestro punto de vista. Esto implica rendir todas nuestras decisiones ante Él. Aunque al principio no sea fácil, tenemos la certeza  de que los resultados serán los mejores.

La Biblia nos enseña muy claramente la voluntad de Dios en  diferentes  áreas de nuestras vidas:

Espiritual: Que tengamos una relación personal con El.

Moral: Que podamos vivir conforme a su estándar.

Familiar: Que demos testimonio en nuestras relaciones familiares.

Social:  Que impactemos nuestro entorno con  lo que profesamos creer.

Hermanas,  y  muchas veces caemos en el error de creer que con sólo conocerlas es suficiente, sin embargo no es así, nuestro conocimiento debe estar respaldado por nuestra obediencia. Un ejemplo de esto lo encontramos desde el inicio de la creación. Adán y Eva sabían perfectamente las instrucciones y restricciones que Dios les había dado, sabían las bendiciones y consecuencias que esto implicaba y aun así desobedecieron. Qué se interpuso entre lo que sabían que debían hacer  y lo que hicieron? Sus propios deseos.  Las consecuencias de esa decisión tomada en el huerto afectó su relación con Dios, la relación entre ellos como pareja, afectó la creación y a toda la humanidad.

Recordemos que cada una de las decisiones que tomemos, sean grandes o pequeñas tienen consecuencias que van a afectar nuestras vidas y nuestras familias a corto, mediano y largo plazo, entonces cómo hacerlo correctamente? Aquí algunos aspectos a considerar:

  1. Teniendo un caminar más íntimo con Dios. Adán y Eva disfrutaron de una cercanía con Dios pero se alejaron y decidieron escuchar otra voz. Asímismo, a medida que nuestras vidas se van alejando de la intimidad y comunión con el Señor, sus verdades y sus principios empiezan a lucir más flexibles y las otras opciones del mundo  nos lucen menos negativas o peligrosas. Incluso podemos seguir dentro de una  aparente vida de Iglesia y no es que el estándar de Dios haya cambiado,  sino que dejamos que nuestra mente esté más abierta a aceptar parámetros, valores, modelos, e ideas que el mundo ofrece.  Veamos un ejemplo con el tema laboral.
    Si estamos en comunión con el Señor, la elección de un trabajo se vuelve más fácil porque nos enfocamos en honrar los principios de Dios en lugar de buscar los beneficios económicos y sociales. Pero si no tenemos una buena relación con el Señor, lo más probable es que nuestra evaluación se base en motivos equivocados: mejor sueldo, mayor reconocimiento, menor esfuerzo o tal vez un escape a mi situación actual.
    Sólo Dios a través de su palabra y su Espíritu nos puede revelar las verdaderas intenciones que están detrás de cada decisión que tomamos, no importa que sea la compra de un vestido o la compra de una casa; si tomar unas vacaciones  o esperar al próximo año,  o cuál carrera elegir, necesitamos que Dios nos ayude a elegir aquello que le honre.
  1. Evitando ser autosuficiente. El relato de Génesis nos muestra  a una Eva muy independiente, que no consulta, que no busca consejo, que no depende de nadie sino que toma acción por su cuenta. Y no es que sea negativo ser una mujer proactiva, de hecho el buen funcionamiento de una dinámica familiar o laboral requiere de una mujer activa, disciplinada y decidida. A lo que nos referimos es  que no debemos olvidar  que somos parte de un cuerpo que funciona con un principio de sumisión y dependencia. El llamado de una vida cristiana es a ser vivido dentro de una familia de la fe donde todos tenemos diferentes funciones y nos necesitamos unos a otros. Si eres una mujer casada, la primera persona a quien consultar debe ser  tu esposo y si es un hombre fiel sabrá enfocarte en la dirección correcta. Evaluar las situaciones desde una sola perspectiva siempre nos va a dar una visión incompleta, debemos tener la humildad y sencillez de reconocer que hay áreas que no conocemos pero buscamos  consejo y  sabiduría en quienes si lo tienen. Tito 2:4-5 es un claro ejemplo de cómo las hermanas mayores (en madurez, en edad, en conocimiento) instruyen a las más jóvenes en diversos temas de la vida de familia y matrimonio y que al hacerlo evitan que la palabra de Dios sea blasfemada.
    Dentro de la Iglesia hay hermanos con mucha sabiduría y conocimiento en diferentes áreas, a quienes podemos consultar para ayudarnos a entender y practicar los principios que nos enseña La Palabra para tomar decisiones.
  1. No dejarnos guiar por nuestros sentidos. En el caso de Eva fue la vista, “el fruto era agradable y deseable a los ojos” (Génesis 3:6) y por tanto lo tomó sin haber pasado por un proceso de evaluación. Muchas veces esta es la razón que prima al momento de tomar decisiones y olvidamos que nuestros sentidos son poco fiables y aun los motivos de nuestro corazón pueden ser engañosos. “No hay nada tan engañoso como el corazón, no tiene remedio. Quién puede comprenderlo?” (Jeremías 17:9). Cuántas veces la decisión de buscar pareja se basa en lo que ven los ojos, más que en evaluar las características y principios de vida que pueda tener esa persona? Cuántas decisiones tomamos porque algo se ve lindo o sentimos que está lindo? No nos engañemos, el príncipe de este mundo sigue usando la misma estrategia, por eso las ofertas a todo nivel lucen tan atractivas y cautivadoras a nuestros ojos y debemos cuidarnos de ellas. “Aparta mi vista de cosas vanas, dame vida conforme a tu palabra” (Salmo 119:37).
  1. No buscar una satisfacción inmediata. La prisa y la impulsividad no son buenas consejeras al momento de tener que decidir sobre algo. Nuestras decisiones siempre tienen consecuencias y muchas veces las consecuencias negativas exceden por mucho el logro o satisfacción  que pensamos que íbamos a obtener. Algunas no son decisiones pecaminosas en sí mismas, pero nos llevan a hacer concesiones  enfocadas en complacernos a nosotras mismas más que en complacer a Dios. Si no estamos pendientes y evaluando todo desde una perspectiva bíblica podremos confundirnos y actuar de la misma forma que un incrédulo lo hace en su vida. La Biblia nos llama a buscar primeramente el reino de Dios y su justicia y eso implica perseverancia, paciencia y la madurez suficiente para decir no. El salmista le hacía una petición a Dios que también debiera ser la nuestra. “En mi corazón atesoro tus dichos para no pecar contra ti” (Salmo 119:11)

Que el Señor nos ayude a depender de Él en cada paso que demos, Él sabe las luchas cotidianas que tenemos que enfrentar, pero  nos ha revelado Su voluntad para que vivamos confiadamente. Su Palabra es fiel, verdadera y suficiente para cada aspecto de nuestras vidas, aprendamos a ser guiadas por ella.