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Límites, ¿Está Dios a favor de ellos?

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“Y dije: Hasta aquí llegarás, pero no más allá;
¿aquí se detendrá el orgullo de tus olas?”
(Job 38:11)

¿Debe un cristiano poner límites? ¿Está Dios de acuerdo con ellos? ¿Poner límites me convierte en una persona egoísta? Estas son solo algunas de las preguntas que muchas de nosotras nos hacemos con respecto a los límites. Pero ¿qué son los límites?

La palabra límite viene del latín “limes”, que significa frontera o borde. Estos se definen como puntos o líneas que señalan el fin o término de algo; suelen indicar un punto que no debe o no puede sobrepasarse. Viene a ser como una línea que nos separa y distingue de los demás seres humanos, los cuales no deben ser rebasados.

Un ejemplo que puede ayudarnos a entender la importancia de los límites es compararlos a la función que desempeña una valla.  Resulta que, cuando una persona compra una propiedad lo primero que hace generalmente es ponerle una verja que indique que la misma tiene dueño y que no debe propasarse sin la debida autorización, lo cual evitará conflictos. 

De un modo similar, los límites que ponemos en nuestras vidas nos permiten vivir en paz y seguridad.

Por otro lado: ¿Te imaginas el caos que sería el mundo si los países no estuvieran claramente demarcados por fronteras? ¿Si el día y la noche no estuvieran claramente establecidos? ¿Si no existieran leyes de tránsito que determinen una velocidad máxima para conducir?

¡Todo sería un completo desastre!

Como mujeres de fe necesitamos comprender que los límites son puestos por Dios, al ser humano, a la naturaleza y a toda Su creación. Dios determina hasta dónde debe llegar cada cosa, y esto podemos verlo en los siguientes ejemplos:

  • En el Jardín del Edén:  Cuando Dios específica a Adán   que no debían comer del árbol del bien y del mal, dejando claro hasta dónde podían llegar: “Y ordenó el SEÑOR Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer, pero del árbol del conocimiento del bien y el mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás.”  Génesis 2: 16-17
  • En La Creación: Dios asignó un lugar específico al cielo, a la tierra y al mar: “Cuando al mar puso sus límites para que las aguas no transgredieran su mandato, cuando señaló los cimientos de la tierra.” Proverbios 8:29
  • En la división de las naciones: “Cuando el Altísimo dio a las naciones su herencia, cuando separó los hijos del hombre, fijó los límites de los pueblos según el número de los hijos de Israel.” Deuteronomio 32:8

Ya vimos que es Dios mismo quien ha puesto los límites, y a pesar de leerlo en Su Palabra, entre los cristianos existen diferentes formas de pensar con relación a poner límites:

  • Muchos cristianos piensan que poner ciertos límites, equivale a ser personas ególatras y que éstos los alejan del llamado que tienen a reflejar el carácter de Cristo como manda La Palabra en Efesios 5:1: “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.”  Lo cierto es que aprender a manejarnos con límites adecuados y sanos nos permitirá ser dignos representantes de Dios en medio de este mundo caído, que vive en oscuridad y desorden.
  • Otro grupo piensa que Dios puso los límites con la finalidad de sólo mantenernos subyugados a Él y negarnos disfrutar de una vida placentera. Nada hay más lejos de la realidad, ya que, al vivir dentro de los preceptos establecidos en su Palabra, experimentamos la verdadera libertad y bendición para nuestras vidas, manteniéndonos alejados de comportamientos pecaminosos que provocan el desborde de nuestras pasiones y, que tarde o temprano nos llevan a la destrucción espiritual, moral, emocional o física.

El Señor le dijo a Israel por medio de Moisés: “Al cielo y a la tierra pongo hoy como testigos contra vosotros de que he puesto ante ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas, tú y tu descendencia.” (Deuteronomio 30:19).

Este versículo nos permite comprobar que Dios nos da la libertad de elegir el camino que hemos de andar, no sin antes aclararnos que hay límites que dividen el bien del mal, y que si escogemos el bien seremos bienaventurados.

  • A otras personas intentar establecer límites sanos les resulta extremadamente difícil. Esto no es poca cosa y se le debe prestar especial atención ya que podría ser indicador de que algún pecado, como el de la idolatría se podría estar enseñoreando sobre ellas. Vemos cómo, con el paso del tiempo tienden a desarrollar hábitos pecaminosos y destructivos como la gula, el alcoholismo, el placer sexual, compras compulsivas, etc., y lastimosamente viven controlados por ellos. “Como ciudad invadida y sin murallas es el hombre que no domina su espíritu.” Proverbios 25:28

Esta dificultad de poner límites también podría hacerse evidente en el hecho de que hay personas para quienes la palabra “NO”  les resulta imposible de pronunciar. Negarse a hacer algo que se les pide, aún sea en detrimento suyo les resulta doloroso y terminan haciéndose mucho daño. Viven sobrecargados de compromisos que no les tocaba asumir pues entienden que es la forma como un cristiano está llamado a comportarse. Esta práctica les genera conflictos o los hacen pecar por temor a perder la aprobación o afecto de quienes le rodean.

En Gálatas 1:10 dice: “Porque ¿busco ahora el favor de los hombres o el de Dios? ¿O me esfuerzo por agradar a los hombres? Si yo todavía estuviera tratando de agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo.”

Cada mujer que quiera vivir de una forma sabia, honrando el nombre de Dios y siendo su testigo en la tierra, solo podrá lograrlo si se dispone a conocer, estudiar y aplicar su Palabra, permitiendo así que ésta sea el fundamento sólido de sus convicciones, así como la guía certera que le ayude a poner límites adecuados. Aún dentro del pueblo de Dios nos toparemos con personas que consideren hablar de límites como algo pecaminoso, así como con otros que rigen sus vidas por límites tan rígidos que resulten en una seria distorsión en su estilo de vida.

Finalizando este artículo quiero señalar algunos aspectos fundamentales sobre el valor de los límites:

  • Si queremos vivir en base a los límites previamente establecidos, necesitamos DOMINIO PROPIO para no transgredirlos. Por tanto, velar en oración es parte del llamado.
  • Un criterio fundamental que jamás debe faltarme al momento de establecer los límites es que no se trata sólo de “mi” bienestar, sino del bienestar de mi prójimo, a quien estoy llamada a amar y cuidar. “Por eso, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos, porque esta es la ley y los profetas.” Mateo 7:12
  • Los límites tienen como propósito protegernos de peligros naturales, accidentes, ataques de otras personas, o del enemigo y del pecado mismo.
  • Cuando escogemos confiar en que Dios tiene un diseño y un esquema para nuestra vida, para lo cual nos ha dado normas y puesto límites, entonces estaremos dispuestas a llevarlo a cabo en obediencia. “Vosotros sois mis testigos declara el SEÑOR y mi siervo a quien he escogido, para que me conozcáis y creáis en mí, y entendáis que yo soy. Antes de mí no fue formado otro dios, ni después de mí lo habrá.” Isaías 43:10
  • Muchos de nuestros problemas vienen porque no hemos aprendido a ponernos límites adecuados.
  • Cuando los límites son removidos o pasados por alto, el pecado encuentra lugar en nosotras.
  • Los límites nos brindan seguridad, estructura y bienestar.