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Perseverando en las pruebas

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“Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba, porque una vez que ha sido aprobado,
recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que le aman.”
Santiago 1:12

Para comenzar, es importante que definamos la palabra perseverancia: “es tomar una decisión consciente para enfrentar la realidad y persistir con”. Notemos que no es resignación porque no hay de otra y que tampoco es estar quejándose todo el tiempo sobre las injusticias, sino que mas bien es persistir con esperanza porque nuestro soberano Dios está en control de todo.

El otro aspecto de la perseverancia que es importante que entendamos es que requiere que sigamos adelante a pesar de las dificultades. La persistencia no es necesaria cuando las cosas son agradables, y si hay algo de lo que estamos seguras es de que “en el mundo tendremos aflicción” (Juan 16:33). Sin embargo, como creyentes, tenemos la certeza que Cristo está caminando con nosotras (Hebreos 13:5) y podemos confiar, porque Él ha vencido al mundo (Juan 16:33).

Durante las tribulaciones no podemos quedarnos estáticas. Solamente hay dos caminos que podemos seguir: correr hacia a Dios y caminar con Él o huir de Él y caminar sin Su protección.  Mientras caminamos con Él, somos capaces de gloriarle en las tribulaciones porque estas nos cambian Su imagen, produciendo en nosotros paciencia, luego carácter probado lo que nos llena de esperanza, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo (Romanos 5:3-5).

Nuestro deseo siempre es evitar el dolor sin embargo nuestro sabio Dios reconoce que sin dolor no crecemos y tampoco reconocemos las mentiras que hemos creído como verdades. Con la ayuda del Espíritu Santo hay un proceso por lo cual nosotros los creyentes renovamos nuestras mentes (Romanos 12:2), quitando las mentiras que hemos creído y reemplazándolas con la verdad (Romanos 1:25). Por eso Pablo nos enseña “para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito” (Romanos 8:28). Como el príncipe de este mundo había cegado nuestras mentes (Juan 12:40), es a través del sufrimiento producido por las contradicciones entre lo que sentimos y lo que vivimos que Dios revela Su presencia, de manera que aun en medio de dolor podemos tener gozo.  

Notemos algunas paradojas de la vida cristiana:

  1. A través del dolor, reconocemos la cercanía y obrar del Señor en nuestras vidas.
  2. Dios usa el mismo camino de sufrimiento y dolor para producir gozo.  Aun Jesús soportó la cruz por el gozo puesto delante de Él (Hebreos12:2), y nosotras también podemos.
  3. El caminar en el sufrimiento nos enseña cómo buscar al Señor y cómo tener esperanza y gozo a pesar de las circunstancias porque hemos aprendido tener toda nuestra esperanza en Aquel que nos salvó… Jesucristo. 
  4. Cuando lleguemos a nuestro hogar celestial recibiremos la corona de vida.  

Como Sus pensamientos y Sus caminos no son como los nuestros, sino que son mucho más sabios (Isaías 55:8-9), podemos confiar en el Todopoderoso, Aquel que controla aun los sufrimientos para nuestro bien. Y si esto no fuera suficiente, nuestra reacción hacia el sufrimiento sería capaz de traer a otros hacia Él. 

Cuando nosotras sufrimos con confianza y gozo, lo cual es imposible hacer sin Cristo, otros se percatan que poseemos algo que ellos no tienen.  El mismo sufrimiento con los ojos fijados en Jesús, produce menos dolor en el momento que cuando caminamos a solas. Los eventos no necesariamente cambian, lo que cambia es nuestro corazón y entonces nuestra reacción a ellos.  Entonces contrario a lo que pensamos, la obra de Dios no hace que nuestro esfuerzo sea innecesario, sino que lo hace más efectivo. Nosotras somos Sus embajadoras (2 Corintios 5:20), la pregunta es ¿lo representaremos como Él es o nos mantendremos inmaduras en la fe? ¡Es tiempo de dejar atrás las enseñanzas elementales y caminar por la escalera de nuestra fe acercándonos a Aquel que dio todo por nosotras! ¡Bendiciones!