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Observa tu caminar y descubrirás la pasión de tu vida

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“Pero buscad primero su reino y su justicia,
y todas estas cosas os serán añadidas”
(Mateo 6:33)

Creo que tú como yo, muchas veces te has encontrado preguntándote a ti misma, cuál es la verdadera pasión de tu vida o qué cosa es aquella que al realizarla te sientes completa, satisfecha y trae alegría a tu vida. Y también creo, que tú como yo has estado buscando en muchos lugares para encontrar la respuesta. Y muchas veces, o gran parte de nuestra vida, hemos estado buscando en lugares equivocados. Hace poco, escuchaba a una chica dar un testimonio en el que ella decía que había buscado en la fama, el dinero, los viajes, los hombres y muchos lugares más, pero por más que buscó nunca pudo sentirse satisfecha. Y no sé tú, pero yo, puedo identificarme con ella totalmente, porque de esa misma manera me encontraba antes de que el Señor me trajera a salvación. Es en ese bello momento cuando conoces a Cristo, que nuestra mente es abierta y podemos entender que hemos estado buscando en cisternas agrietadas, y que nada de eso en lo que hemos buscado, puede llenar el vacío de nuestra alma.

Cuando llegamos a los pies de Cristo, traemos con nosotras toda una maleta de ideas preconcebidas que nos han enseñado desde pequeñas nuestro entorno, y que ahora debemos empezar a cambiar por la Verdad de Dios. La palabra nos dice en Romanos 12:2: “Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno agradable y perfecto”.Hemos sido llamadas a cambiar nuestra manera de pensar, pero la maravillosa noticia es que se nos han dado las herramientas para hacerlo. Conociendo la Verdad de Cristo, las ideas mundanas que tenemos van a ser sustituidas por la Verdad de su Evangelio. Esto es posible ejerciendo las disciplinas espirituales de la oración y el estudio de la Palabra y aplicando la misma a nuestro diario vivir.

Es muy importante recordar que, aun ya siendo cristianas, seguimos teniendo un corazón sumamente engañoso, que ve lo que quiere ver y que si lo dejamos, nos va a mostrar abismos como si fueran paraísos, ya que como nos lo dice Efesios 4:17-19, nuestro entendimiento aún en algunas partes continúa entenebrecido. Un ejemplo práctico de esto puede ser la necesidad de aceptación con la que la mayoría de las mujeres aún luchamos y que muchas veces nos lleva a hacer cosas con las que no estamos de acuerdo por el solo hecho de ser tomadas en cuenta.

Para saber cuál es la verdadera pasión de nuestras vidas, debemos evaluar nuestros comportamientos y anhelos. Analiza tu vida y tus reacciones ante las situaciones de la vida. Piensa qué cosas son las que definen tu vida. Amada, la renovación de nuestra mente empieza por entender que no te define lo que estudiaste, tu posición económica ni el país donde naciste. Nada de eso es lo que eres. Lo que realmente te define es tu posición como hija de Dios, renovada por su obra en ti y hecha libre del pecado y de toda condenación por el sacrificio de Cristo en la cruz del calvario a tu favor. Has sido hecha una nueva criatura (2 Corintios 5:17, con el único y principal fin de glorificarle a Él y reflejar su Evangelio a aquellos que te rodean, andando como hijas de luz (Efesios 5:8).

Proverbios 16:2 nos enseña que: “Todos los caminos del hombre son limpios ante sus propios ojos, pero el Señor sondea los espíritus”. Ve delante de Dios y pídele, con un corazón dispuesto a escuchar, que tu muestre qué cosas estás haciendo que no son agradables a Él. No temas ir ante Él a buscar la restauración para tu alma necesitada. Su Palabra nos asegura que el nos restaurará, que podemos confiar en Él y que Él nos hará mujeres sabias (Salmo 19:7), si estamos dispuestas a dejarnos moldear por Él.

Al analizar nuestras vidas a la luz de la Palabra, podremos ver que nuestras acciones, prioridades y nuestra forma de vivir ponen en evidencia donde están nuestros primeros afectos, y donde está la pasión de nuestra vida.

Vivimos en un mundo que nos bombardea constantemente, para hacernos distraer de nuestra verdadera meta, que es conocer cada día más del Señor. Pero como sabemos, esto no es nuevo. Desde el jardín del Edén se viene peleando esta batalla. Satanás va a poner ante nosotras situaciones que van a lucir muy atractivas. Como dijo una hermana en una charla: él no va a venir ante nosotras con los dos cachos y el tridente. Él va a ponernos como a Eva, algo que sea deseable para nosotras. Recordemos que él es astuto y engañador. Pero afirmemos nuestra fe en recordar que, como nos dice el Salmo 40:2, ya el Señor nos sacó del lodo de la destrucción, del lodo cenagoso y nos puso sobre una roca y afirmó nuestros pasos.

Pongamos nuestra mirada en Cristo cada día; pidámosle que nos permita encontrar en Él nuestra verdadera y única pasión, y que nos permita ser mujeres verdaderamente sabias, con la sabiduría que solo Él nos puede dar. Y que nuestra vida le glorifique y apunte a otros a Cristo, teniendo la seguridad en lo que se nos dice en Mateo 6:33: “Pero buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.