Inicio Artículos Nombre sobre todo Nombre (2da parte)

Nombre sobre todo Nombre (2da parte)

491
0

En la primera parte de este artículo estuvimos viendo que los nombres son importantes y por esta razón comenzamos a revisar algunos nombres o títulos dados a Jesús.

Estudiar estos nombres nos ayudan a conocer mejor su carácter, y en la medida que más le conocemos, más le amaremos y nuestros corazones confiarán aún más en Él.

Es por esto por lo que en este artículo quiero que continuemos con otros títulos y nombres de Jesús y veamos cómo su significado impacta cada momento de nuestra vida diaria.

Admirable consejero:

» Y se llamará Su nombre Admirable Consejero…» (Isaías 9:6)

En medio de días de oscuridad Isaías profetiza la venida del Mesías trayendo luz y esperanza y uno de los nombres dados en esta profecía, de Aquel que traería esperanza, es el de admirable consejero.

En la Biblia, el término admirable es usado solamente haciendo referencia a Dios, nunca relacionado al ser humano.

Aquel Mesías profetizado sería el consejero por excelencia. Aquel como el que no hay otro. ¿Pero qué le hace ser un admirable consejero?

Él es Aquel que nos conoce mejor que nadie. Él conoce nuestros pensamientos, nuestras motivaciones y nuestros deseos. Aún aquellas cosas que nosotras mismas no sabemos ¡Él las sabe! Nuestros corazones están al descubierto delante de Él, no hay nada que le podamos ocultar. Jesús conoce la respuesta correcta, la decisión adecuada y lo que nuestras vidas necesitan en cualquier momento y circunstancia.

Él tiene la palabra oportuna, el toque apropiado y el obrar sin fallo alguno en nuestras vidas. No hay nadie tan paciente como Él, tan lleno de amor y con una compasión que no tiene comparación.

Jesús es sin lugar a duda nuestro admirable consejero y en momentos de necesidad podemos acudir a Él.

Yo Soy

«Jesús les dijo: “En verdad les digo, que antes que Abraham naciera, Yo soy” (Juan 8:58-59)

En el Antiguo Testamento vemos cómo Dios le asigna a Moisés la tarea de liderar al pueblo de Israel, pero frente a esta gran labor Moisés tiene dudas y le dice a Dios:

“Si voy a los Israelitas, y les digo: El Dios de sus padres me ha enviado a ustedes, tal vez me digan: ¿Cuál es Su nombre? ¿qué les responderé?” Y dijo Dios a Moisés: “YO SOY EL QUE SOY», Éxodo 3:13-14.

Él es El que es. Aquel que no cambia. El que no fue creado, pero creó todo lo que existe y lo sostiene. Nada le sorprende, nada es inesperado para Él. Él es el mismo ayer, hoy y siempre.

Cuando Jesús vino a la tierra declaró que Él es el «Yo Soy». Por tanto, el Dios que liberó a su pueblo de la esclavitud de Egipto, vino también a liberar a la humanidad de la esclavitud del pecado. Jesús estaba declarando que Él era Yahweh, el Gran Yo Soy que se había revelado a Moisés. En consecuencia, todo lo que es verdad para Dios es verdad para Jesús. A través de Jesús, Dios, el gran Yo Soy al que no se podía tener acceso se ha acercado a nosotros

Nuestro Yo Soy es aquel que completa todo aquello que nos falta.

Para nuestra alma sedienta, Él es el agua de vida.

Para nuestros corazones cansados, Él trae descanso.

Para nuestra hambre espiritual, Él es el pan de vida.

Para la esclavitud del pecado Él es la libertad.

¡Bendito sea nuestro Yo Soy!

Amén

«El Amén, el Testigo fiel y verdadero…» (Apocalipsis 3:14)

En el libro de Apocalipsis encontramos cartas a 7 iglesias y la carta a Laodicea es la última de estas. Esta iglesia era la que estaba en las peores condiciones espirituales y Jesús les da palabras firmes e inicia su mensaje con una declaración de quién es Él.

«Amén» es la transcripción de una palabra hebrea que significa firme, verdadero o fiel.

Cuando dice que Él es el «Amén», quiere decir que es confiable; Él es la confirmación de Dios, el «sí» de Dios a todas las promesas divinas (2 Corintios 1:20).

Jesús es El testigo fiel y verdadero, sus palabras son dignas de confianza y sus promesas verdaderas. Por tanto, debemos escuchar y obedecer sus palabras dadas a nosotras a través de las Escrituras.

En cada circunstancia, Jesús es el Amén de todas las promesas y planes de Dios.

– Él promete que nunca nos dejará.

– Él promete descanso para nuestras almas cansadas.

– Él promete que un día volverá y hará nuevas todas las cosas.

¡Jesús es el Amén de cada una de estas promesas! No importa en qué momento de la vida te encuentres, Jesús es tu Amén. Aquel que murió para salvarnos y que vive por siempre. Aquel que se ha revelado a nosotras a través de su Palabra fiel y verdadera y que un día regresará.

Artículo anteriorLa importancia de recordar lo aprendido
Artículo siguienteLa invitación de Navidad que no puedes ignorar
Patricia Namnún es coordinadora de iniciativas femeninas de Coalición por el Evangelio, desde donde escribe, contacta autoras, y adquiere contenidos específicos para la mujer. Sirve en el ministerio matrimonios y de mujeres y es diaconisa en la Iglesia Bautista Internacional, República Dominicana. Patricia es graduada del Instituto Integridad & Sabiduría y tiene un certificado en ministerio del Southern Baptist Theological Seminary, a través del programa Seminary Wives Institute. Ama enseñar la Palabra a otras mujeres y está felizmente casada con Jairo desde el 2008 y juntos tienen tres hermosos hijos, Ezequiel, Isaac, y María Ester. Puedes encontrarla en Twitter.