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¿Navidad sin Cristo?

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Puede parecer una pregunta tonta, sin embargo, la realidad es que la mayoría de las personas que celebran la Navidad, no conocen a Cristo. Para ellos, la Navidad es un tiempo para disfrutar, comer, beber, regalar, celebrar con familia y amigos y dejar de trabajar, pero Cristo no es parte de la fiesta. Yo vi una valla en la calle promocionando la venta de alcohol que decía DOBLE SUELDO, DOBLE BEBO, y otra diciendo BEBIEMBRE. ¡Esto es el mundo sin Jesús! 

Dios creó un mundo perfecto, donde los seres humanos fueron creados para dominarlo mientras teníamos una relación con él y a la vez lo representamos (Gen. 1:27-28). Fuimos creados para hacer esto, pero con la desobediencia de nuestras progenituras, la primera pareja, la vida ideal que Dios creó, inmediatamente comenzó a deteriorarse porque el pecado distorsionó todo. No solamente el mundo cambió de ser un lugar seguro, proveedor y llena de satisfacción, a ser peligroso y llena de insatisfacciones aun en lo más mínimo como proveer la provisión diaria (Gen. 3). Incluso, y aún peor, nuestra forma de pensar se trastornó, trayendo la inhabilidad de entender la realidad a menos que El Espíritu Santo more en nosotras (Efes. 4:18). Sin embargo, el anhelo del confort, seguridad, satisfacción y felicidad se mantuvieron. Por ende, vivimos en un mundo difícil, lleno de personas tratando a llenar este vacío en sus corazones, sin darse cuenta de que el vacío fue colocado por Dios y es lo que Él usa para que le busquemos. Él es el único que tiene las cualidades necesarias para llenarlo.   

Esta mente entenebrecida ha producido lo que vemos hoy en día (2 Cor.4:4).  En nuestro país, todos saben que estamos celebrando el nacimiento de Jesús, el Salvador del mundo, ¡pero mientras no crean que lo necesitan el protagonista de la fiesta no está invitado! Se pasa un buen rato, se les olvida sus insatisfacciones y problemas y al día siguiente el vacío regresa y de nuevo comienzan a buscar otra cosa para llenarlo. Están buscando la felicidad donde es imposible encontrarla, aumentando aún más su frustración. Lo que necesitan, no lo quieren porque no creen que resolverá el problema. De hecho, sus mentes están tan entenebrecidas que creen que traerá lo opuesto y el aburrimiento. 

La realidad es que sin Cristo no hay satisfacción, protección o propósito. 

¿Imaginas cómo sería el mundo si este bebé en el pesebre no hubiese nacido? O aún peor, si no hubiese muerto en nuestro lugar. El propósito de Cristo nacer era para morir en nuestro lugar (Rom. 5:8). El Rey del universo dejó su trono para nacer como un bebe vulnerable, vivir todas los peligros, dificultades e inconveniencias como uno de nosotros, para demostrar cómo vivir una vida que refleje a Su Padre. Él demostró que podemos tener propósito a pesar de las circunstancias y Él fue capaz de mantenerlo hasta el final. Su vida es lo que nos da propósito, pero al mismo tiempo es imposible conseguirlo sin conocerle y rendir nuestras vidas a Él. 

¿Qué podemos hacer durante esta época del año para compartir la verdad con aquellos a nuestro alrededor? Jesús estuvo dispuesto a sufrir una muerte horripilante para que nosotras podamos pasar el resto de la eternidad con Él (Juan 3:16). Él hizo lo indecible para que nuestras vidas tuvieran propósito y entonces la pregunta natural que debemos hacernos es: ¿estamos viviendo este propósito? 

Cristo es la razón de la época, y mientras lo compartimos con otros, Él nos llenara con la satisfacción que nuestros corazones anhelan (Juan 14:21). Oremos para que nuestras acciones y palabras puedan usarse por nuestro Señor para abrir los ojos espirituales de algunos que aún caminan en las tinieblas.  

¡Bendiciones y Feliz Navidad!