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Lo viejo pasó, lo nuevo llegó (Parte 2)

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La semana pasada el pastor Héctor Salcedo inició una serie de tres prédicas basadas en Efesios 4:17-32, titulada: Lo ¨Viejo Pasó, Lo Nuevo Llegó. Siendo el tema principal la nueva vida en Cristo.

La primera parte trató sobre el versículo 17, por lo que la prédica fue sobre el llamado de Pablo para que andemos diferentes al resto de las personas del mundo. Ser diferentes a como éramos antes de ser cristiano, que andábamos en la vanidad de nuestras mentes. Sin conocimiento de la importancia de la salvación de nuestras almas. El venir a Cristo, el nacer de nuevo, no es un asunto cosmético. A partir de la conversión se produce un cambio de rumbo, porque la naturaleza de la persona cambia. Ese deseo de cambio se produce porque la persona tiene un nuevo código de comportamiento. La conversión se trata de una transformación del carácter. Ahora tengo una nueva naturaleza, una naturaleza espiritual.

Nuestra condición anterior, descrita en los versículos 18 y 19, nos muestra el viejo hombre, que andábamos en la vanidad de nuestra mente, entenebrecido de nuestro entendimiento para las cosas espirituales y el corazón endurecido. Haciendo cosas sin sentido, sin entender los propósitos de Dios para nuestras vidas, siendo ignorantes en los temas espirituales y queriendo vivir en nuestra propia prudencia, queriendo ser nuestro propio forjador del futuro. Esta condición nos hace llevar una vida de pecado, una vida de impurezas, tanto sexual como económica. Solo tratando de complacer nuestros apetitos carnales. Esto solo lo puede corregir o cambiar el hecho de que Dios intervenga en nuestras vidas, dándonos una nueva naturaleza, una naturaleza espiritual. Una nueva vida, dejando atrás todo lo anterior.

Hoy el mensaje está basado en los versículos del 20 al 24, los cuales tratan sobre el mandato de Pablo de dejar atrás el hombre viejo, aprender o copiar a Cristo y no vivir como antes. Nos manda a despojarnos del viejo hombre que está viciado, renovarnos en el espíritu de nuestra mente, y que nos vistamos del nuevo hombre, con la nueva naturaleza, creado en el poder de Dios para justicia y santidad de la verdad.

Aprender a Cristo, copiar su comportamiento, implica que no solo aprendemos de El, sino que El es el tema mismo de nuestro estudio. Aprender a Cristo es cuando asumo como mío todo el concepto que su vida envuelve. Lo primero que Cristo me enseña es que soy un pecador, y con mi arrepentimiento seré perdonado y formaré parte de la familia de Dios. Inmediatamente se elimina lo entenebrecido de mi entendimiento y mi corazón pierde el endurecimiento.

Dios ha quitado de mi los deseos y motivaciones carnales, otorgándome una nueva naturaleza que me permite dejar atrás mi forma de vida, mi estilo pecaminoso de vivir, y tener nuevos hábitos de vida, pensando y actuando en la verdad. Teniendo una nueva práctica de vida, nuevas actitudes, conforme a la nueva naturaleza en Cristo.

El reconocer mi nueva naturaleza no me hace cambiar de manera inmediata, sin embargo me incentiva a realizar los cambios que necesito en mi carácter. Dios, a través de Su Santo Espíritu, nos hace saber la necesidad de estos cambios. El Espíritu Santo me redarguye cada vez que tengo pensamientos pecaminosos y me obliga a pedir perdón, me lleva al arrepentimiento. Esto es algo constante, necesito constantemente renovar mi mente mediante el conocimiento profundo de Cristo. Viviendo a la altura de nuestro llamado.

Seamos menos terrenales, menos carnales, y permitamos que Dios complete Su obra en nosotros renovando nuestra mente con nuestra nueva naturaleza espiritual. Bendiciones.

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Economista de profesión y pastor de corazón. Posee una maestría en Estudios Bíblicos en el tradicional Moody Bible Institute de Chicago. Como economista, cursó estudios de Maestría en Macroeconomía Aplicada en Chile a mediados de los 90’s para ejercer dicha profesión durante casi 15 años en el medio económico-empresarial. Ha laborado desde los inicios de la IBI, pasando por diversas asignaciones conforme el crecimiento lo requirió. Desde 2004 es uno de los pastores de la IBI, y desde 2009 lo ha sido a tiempo completo. Entre sus funciones se encuentran el manejo administrativo y financiero de la IBI e Integridad & Sabiduría. Asimismo, está a cargo del Ministerio de jóvenes adultos de la IBI (M-Aquí). Cuando las circunstancias lo requieren, es uno de los pastores que predica en la IBI. De hecho, la enseñanza de la Palabra de Dios es su mayor pasión, sobre todo su aplicación práctica a la vida. Está casado con Chárbela El Hage y juntos tienen dos hijos: Elías y Daniel.

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