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La iglesia y yo // 2da parte

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El pastor Héctor Salcedo Llibre presenta hoy la segunda parte de su sermón acerca de las relaciones personales entre los miembros de la congregación  y la iglesia, el cual ha sido titulado: La Iglesia y yo.
 
Con relación a este de tema de poca exposición en las iglesias a través del púlpito, la semana pasada, en la primera parte, se dijo que la intención de este sermón era el arrojar luz en la IBI y hacer correcciones en la manera de pensar de los miembros, ya que las cosas o situaciones que suceden en la iglesia, para los hijos de Dios deben ser importantes. Es tanto así que la Biblia nos da instrucciones en  Mateo 18 sobre cómo debemos abordar al hermano que este en pecado para su restauración o finalmente  su separación si no hay arrepentimiento, a fin de que con sus actuaciones no cause daños a otras ovejas, es decir, nos autoriza a inmiscuirnos en la vida personal de los miembros de la congregación para cuidarlos y a la vez cuidar a los demás.
 
Después de reflexionar sobre las diversas maneras que la Biblia llama a la iglesia, tales como la novia de Cristo, ovejas de su prado, la columna, el sostén, metáforas para nombrar la relación de las personas con Cristo y con Dios, también lo hace para nombrar las relaciones intrapersonales, nos llama un cuerpo, una familia. Por lo que el pastor cierra llamando a la reflexión y cambio de conducta con la siguiente pregunta, al conocer que Cristo compró a cada uno de nosotros con su propia sangre: ¿Qué sería de la iglesia si todos tuvieran mi nivel de compromiso y mi comportamiento? Tomando en cuenta unas estadísticas norteamericanas que estableció que el 58% de los miembros de una iglesia no tiene una relación profunda con la iglesia donde asiste, y el otro 42% tiene un compromiso superficial.
La definición de iglesia, junto con las metáforas que la Biblia nos llama, debería producir en nosotros un gran entusiasmo, un cambio en nuestra manera de pensar y de actuar.
 
Por lo tanto, podemos decir que tenemos tres niveles de compromiso que debemos observar los hijos de Dios en la iglesia: 1) Involucramiento en la vida de la iglesia, 2)  Pertenecer formalmente a la iglesia, y 3) Entregarme al servicio de la iglesia. Los cuales desarrollamos a continuación:
 
1.- Debemos involucrarnos en la vida de la iglesia. En Hechos 2:41-42 se narra la vida de la iglesia en sus inicios. Desde el inicio de la conversión, el bautismo se hace obligatorio, ya que es un testimonio del cambio que se ha producido en mi vida. En esos versículos se narra lo que hacían los cristianos en las reuniones, había koinonía, es decir, compartían el pan y el vino tal como Cristo lo había ordenado para su recordación y edificación.  Los cristianos somos relacionales porque hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. Debemos involucrarnos en la vida de la iglesia y en la de los hermanos, conocer sus dificultades, sus temores, etc. para ayudar físicamente si se puede, o a través de la ministración del consuelo de Dios. Debemos amar a los hermanos como Dios nos ama a nosotros a pesar de ser pecadores. Esa es una de las razones por la que la IBI tiene los grupos pequeños ( niños, jóvenes, matrimonios, etc ), con los cuales podemos involucrarnos.
 
2.-  Pertenecer. Nos referimos a formalizar la membresía en la iglesia, tener sentido de pertenencia, formalizar mi participación en la vida de la iglesia. La iglesia necesita saber informaciones de cada miembro, de manera que los pastores puedan ministrar correctamente. 
 
3.- Entregarme al servicio. Luego de involucrarme y pertenecer a la iglesia, debo entregarme al servicio. Los dones y talentos que me han sido dados debo ponerlos al servicio de la iglesia y de los hermanos de la congregación. Siempre hay un propósito en la vida de cada creyente, Dios tiene un propósito con cada uno. Para contribuir no debo esperar ser nombrado, lo puedo hacer sin que nadie me lo pida. Puedo involucrarme en el servicio sin que nadie lo indique, como es el orar los unos por los otros que es un mandato de Cristo también, servir en cualquier área. Recordar que somos un cuerpo y por lo tanto debemos ayudarnos unos a los otros. Es un privilegio pertenecer a una iglesia que sirva la palabra de Dios pura, y en la IBI tratamos de hacer la voluntad de Dios.
 
Al cerrar, el pastor vuelve hacer la pregunta de reflexión: ¿ Que sería de la IBI si todos tuviéramos la misma actitud?. Además explicó que se entregó un formulario de encuesta y motivación para el servicio, el cual pide que sea llenado y entregado, a fin de que la mayoría de la congregación participe en alguna área de servicio.
 
Padre celestial, fortalece nuestra fe. Pedimos perdón por el poco involucramiento en la iglesia, por mi actitud. Ayúdame a cambiar de actitud y poner mis dones y talentos al servicio de la iglesia para hacer Tu voluntad.
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Economista de profesión y pastor de corazón. Posee una maestría en Estudios Bíblicos en el tradicional Moody Bible Institute de Chicago. Como economista, cursó estudios de Maestría en Macroeconomía Aplicada en Chile a mediados de los 90’s para ejercer dicha profesión durante casi 15 años en el medio económico-empresarial. Ha laborado desde los inicios de la IBI, pasando por diversas asignaciones conforme el crecimiento lo requirió. Desde 2004 es uno de los pastores de la IBI, y desde 2009 lo ha sido a tiempo completo. Entre sus funciones se encuentran el manejo administrativo y financiero de la IBI e Integridad & Sabiduría. Asimismo, está a cargo del Ministerio de jóvenes adultos de la IBI (M-Aquí). Cuando las circunstancias lo requieren, es uno de los pastores que predica en la IBI. De hecho, la enseñanza de la Palabra de Dios es su mayor pasión, sobre todo su aplicación práctica a la vida. Está casado con Chárbela El Hage y juntos tienen dos hijos: Elías y Daniel.

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