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La Gloria del Rey y la ignorancia de Sus seguidores

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Este domingo, el pastor Joan Veloz predicó el sermón La Gloria del Rey y la ignorancia de Sus seguidores basado en Lucas 19:28-40 como reflexión del Domingo de Ramos.

En un día como hoy hace 2,000 años, el Rey Jesús desfiló camino a Jerusalén para ser coronado. A diferencia de las coronaciones extravagantes que se espera de un rey, la suya fue humilde: no iba en un gran carruaje sino en un pequeño burrito, la alfombra roja eran los mantos que las personas lanzaban, y las flores eran los ramos que la multitud alzaban. Sabía que en solo unos días, no tendría una corona de oro sino con una de espinas y que no se sentaría en un hermoso trono sino que sería clavado en una cruz. Escucharía a aquellos que decían Hosana, bendito el que viene en nombre del Señor el domingo, gritar a gran voz “CRUCIFICALE, CRUCIFICALE” el viernes.

Recordemos cómo fue ese día glorioso cuando el rey de reyes se dispuso venir a Jerusalén como ofrenda por nuestros pecados.

La pascua estaba a punto de celebrarse y todos fueron a Jerusalén; entre esos muchos, Jesús y Sus discípulos. En Su recorrido hacia Jerusalén, hacen una parada técnica en Betania, una ciudad que estaba a tres millas de Jerusalén. Estando allí, envió a dos de Sus discípulos diciendo, “Id a la aldea que está enfrente, en la cual, al entrar, encontraréis un pollino atado sobre el cual nunca se ha montado nadie; desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta: “¿Por qué lo desatáis?”, de esta manera hablaréis: “Porque el Señor lo necesita.”” (Lucas 19:30-31). Jesús incluso les dice que deben hacer en caso que alguien aparezca y trate de impedir que ellos cumplan la tarea (Lucas 19:31), diciendo que si los dueños aparecen, recuérdale quien necesita el burrito no es un cualquiera, es el Señor de todas las cosas. Jesús sabía todo lo que iba a ocurrir aún cuando Él nunca había estado allí porque Él es el Dios omnisciente.

Jesús necesitaba ese burrito específicamente porque necesitaba cumplir las Escrituras. En Mateo 21:4, Él cita la profecía de Zacarías 9:9, “Regocíjate sobremanera, hija de Sion. Da voces de júbilo, hija de Jerusalén. He aquí, tu rey viene a ti, justo y dotado de salvación, humilde, montado en un asno, en un pollino, hijo de asna.” 500 años antes, el profeta Zacarías dijo que el salvador vendría montado en un burro; no en un caballo, no en un carruaje, sino en un burro, y así debió ser.

Los dos discípulos fueron obedientes y se dispusieron a cumplir la solicitud de Su maestro (Lucas 19:32-34). Los dos discípulos regresan a Betania con el burrito, cumpliendo el pedimento de Jesús, y preparan el burrito para que pueda comenzar el descenso a Jerusalén. Mientras avanzan, tendían sus mantos sobre el camino (Lucas 19:35-36), una costumbre utilizada en tiempos antiguos para proclamar a alguien como Rey. Era una forma de ellos decir: Tu eres mi Rey, nos sometemos a tu autoridad. 

Cuando ya estaban cerca de Jerusalén, en la bajada del monte de los Olivos, la multitud comenzó a alabar y agradecer a Dios por las obras que habían visto a Jesús hacer, ya que este podía ser el anhelado Rey que ellos esperaban (Lucas 19:37-38). Es importante recordar que el pueblo de Israel era un pueblo fuertemente oprimido por el imperio Romano; los altos impuestos, los maltratos y demás aberraciones hacía que anhelaran con ansias la llegada del Mesías Rey, aquel que los libraría de sus enemigos terrenales. Es probable que hayan concluido que Jesús era ese Mesías prometido al ver los milagros que hacía. Pensaban que acabaría con sus enemigos y los libertaría de la opresión que sufrieron por causa del imperio Romano. Vemos claramente que esta gente comenzó a adorar a Dios, no porque Dios es digno de ser adorado sino por las cosas que Dios podía hacer por ellos a través de Jesús.

Adorar a Dios por las cosas que El puede hacer por nosotros es una evidencia del hedonismo y egocentrismo en nosotros; es uno de los mayores pecados de nuestra generación y de la iglesia de hoy. Le debemos adorar y servir porque Él es el único y verdadero Dios, el Rey de Reyes y Señor de Señores. Si queremos una fe que persevere en las pruebas de esta vida, debemos confiar en Jesús por quién Él es, no solo por lo que Él puede hacer por nosotros (2 Timoteo. 1:12).

El evangelio de Mateo agrega algo más a la exaltación de Jesús que Lucas omite; el dice que ellos decían: “¡Hosanna al Hijo de David! ¡BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR! ¡Hosanna en las alturas!” (Mateo 21:9). En esta declaración, la multitud hace algunas aseveraciones que nunca habían hecho con anterioridad. Ellos reconocen a Jesus como el Mesías y como el Hijo de David. También lo reconocen como el Rey bendito, el Señor Dios de los ejércitos y, finalmente, reconocen que él es el único que Puede traer Paz y volver a restaurar aquello que se había perdido el día que Adán mordió el fruto.

Estas declaraciones publicas eran necesarias para dejar sin excusa a los enemigos de Jesús. Esta caminata gloriosa hacia Jerusalén fue una manifestación y una proclamación de Sus derechos reales tan claramente como podrían ser proclamados. Jesús quería dejar claro quien Él es. Hasta este momento, Jesus nunca permitió este tipo de exhibición pública pero este era exactamente el momento adecuado para que pasará: era el motivo que le llevaría a estar en la cruz el viernes. Esta exhibición de adoración en domingo hizo que los líderes de Israel se llenaran de odio contra Él y que pusieran en marcha el plan para poder eliminarlo. Aquello que ocurrirá el viernes depende de lo que ocurrió en domingo. Cuando todos los corderos de la Pascua fueran sacrificados, para pasar por alto el pecado del Pueblo el único y verdadero cordero de Dios sería sacrificado demostrando que Su tiempo es exacto y perfecto. 

Jesús es adorado, recibe la adoración y “Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos.” (Lucas 19:39) Seguramente, crujían sus dientes de ira al escuchar a la multitud adorar a Jesús y trataron de callar a las masas. “Respondiendo El, dijo: Os digo que si éstos callan, las piedras clamarán.”(Lucas 19:40) Jesús no solo está aceptando la adoración por parte del pueblo sino que esta diciendo que si el pueblo no lo reconoce como Señor, las piedras lo harían y proclamarían que Él es el Señor. ¡El diseño del universo es que Cristo sea alabado! Por lo tanto, si la gente no lo hace, se asegurará de que las piedras lo hagan (Salmos 96:11).

Ese día, Domingo de Ramos, Jesús fue proclamado Rey de manera humilde. Tomó Su trono a través del sufrimiento voluntario, la muerte y la resurrección. En solo unos días, cargaría Su corona de Espinas y Su manto de vergüenza y tomaría Su lugar como Rey clavándose en un cruz para satisfacer la ira del Dios Santo.

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Conoció la gracia de Dios y fue llamado a salvación en la IBI en el año 2005. Desde su conversión sintió un profundo deseo de servir al Señor impactando e instruyendo a los jóvenes y las familias de la iglesia. Actualmente se desempeña como Coordinador de los Grupos Pequeños de la IBI e iniciativas de discipulado y membresía. Su pasión es dar a conocer al Señor Jesucristo y ver crecer la Iglesia para la gloria de Dios. Él es graduado en Derecho y tiene una Maestría en Gerencia y Productividad con Especialidad en Alta Gestión Empresarial. En la actualidad tiene un cargo directivo en una empresa farmacéutica. Joan es graduado de la primera promoción del Instituto Integridad & Sabiduría. Recientemente tuvo el privilegio de graduarse y completar una Maestría en Estudios Teológicos (MATS) en el Seminario Teológico Bautista del Sur y una Maestría en Divinidad (MDiv) en la misma institución. Está casado desde el 2009 con Michelle Suzaña y juntos tienen tres hijos: Daniella, Camila y Miguel Andrés.

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