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José, un padre que cumplió su rol

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“Y José su marido, siendo un hombre justo y no queriendo difamarla, quiso abandonarla en secreto. Pero mientras pensaba en esto, he aquí que se le apareció en sueños un ángel del Señor, diciendo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque el Niño que se ha engendrado en ella es del Espíritu Santo”
(Mateo 1:19-20)

¿Alguna vez has evaluado la vida de José el marido de María, y padre terrenal de Jesús? ¿Lo considerarías digno de un justo reconocimiento?  ¿Llenó el propósito para el cual fue elegido por el Dios Todopoderoso? 

Me complace sobremanera observar la vida de este humilde y valioso hombre de Dios; su historia es breve, registrada solamente en dos de los evangelios (Mateo 1:16-2:23 y Lucas 1:26-38, 2:1-52). Sin decir una palabra, nos ha dejado una enseñanza y un ejemplo a seguir.

¿Qué aprendemos sobre José?

  1. Era descendiente del rey David (Lucas 1:26-27; 2:4-5).
  2. Carpintero de profesión (Mateo 13:55).
  3. De condición humilde; al presentar a Jesús en el templo, su ofrenda correspondió a la que ofrecen los pobres (Lucas 2:22-24; Levítico 12:6-8).
  4. Hombre justo, temeroso de Dios; buscaba agradarle en todo. Caminó en obediencia, siempre estuvo dispuesto a hacer la voluntad de Dios por encima de las circunstancias. Firme a sus principios y creencias. Sujeto a las normas y leyes establecidas.

Esto queda plasmado en su manera de afrontar el delicado momento en que su prometida queda embarazada por obra del Espíritu Santo; en su seno llevaría al Mesías esperado, Jesús el Salvador, el Hijo del Altísimo.  Conocedor de la ley, sabía que era considerado un pecado de adulterio y que a ella le correspondía morir apedreada (Deuteronomio 22:23-24).  Por su carácter compasivo, amoroso y misericordioso, no quería hacerle daño, y decide dejarla secretamente. Él no sabía que Dios había escogido a María como pieza clave en su plan para la salvación del hombre perdido y muerto en sus delitos y pecados, y que asimismo a él le tocaba junto a ella, servir como padre terrenal de su Unigénito Hijo. En su soberanía, se le manifiesta en sueños y le aclara por medio de un ángel la realidad de los hechos, expresándole su legítima voluntad, de recibir sin temor a María como esposa, además de delegarle la excelsa misión de criar a Jesús. José, hombre piadoso y sumiso al Señor, la aceptó, tomándola como su mujer, sin importar los riesgos, conservándola virgen hasta que dio a luz (Mateo 1:18-25). Este detalle modela su capacidad de continencia como hombre.

Su gran privilegio consistió en ser ese padre idóneo que el PADRE ETERNO quería para su UNIGÉNITO: que velara por Él, le formara, instruyera y guiara; supliera sus necesidades, le guardara, protegiéndole y corrigiéndole, para hacer de Él un hombre de bien, temeroso y amante de Dios.

  • La obediencia de José es tan marcada, que cumple con cada norma. Lo vemos respondiendo al llamado al censo dictado por César Augusto, y con María en su estado avanzado de preñez, van hasta Belén para ser inscritos, por ser de la casa y de la familia de David. Allí nace Jesús (Lucas 2:1-7). Se cumple así la profecía de Miqueas 5:2.
  • Su oído atento a la voz del Señor, por sueños, y en pos del bien y protección del Niño, para librarlo de Herodes, huye a Egipto, y luego, cuando muere Herodes, regresa y se establece en Nazaret (Mateo 2:13-15; 19-23).
  • En cuanto a los ritos y celebración de fiestas pautadas, los cumple religiosamente: presentación en el templo, circuncisión, ofrendas, viajes a Jerusalén para la Pascua, etc. (Lucas 2:22-38, 41-52).  

Cuando Jesús con sus doce años acompañó a sus padres a Jerusalén con motivo de la Pascua y se quedó en el Templo conversando, discutiendo con los maestros, y haciéndoles preguntas, maravilló a todos, asombrándoles por su entendimiento. Aquí quedó demostrado cómo Jesús estaba preparado espiritual e intelectualmente en los caminos del Señor (Lucas 2:40, 52). No solo eso, sino que ejemplificó la buena crianza hecha por sus padres terrenales, y como buen hijo sumiso, descendió con ellos a Nazaret, en sujeción y obediencia (v.51).

¿Nos preguntamos si José cumplió el propósito de Dios? ¡Claro que sí! 

¿Cumplió su rol de padre? ¡Evidentemente!  No sabemos cuándo murió. Su última mención fue en este viaje con Jesús a Jerusalén.

Pero, fue cabeza de familia, proveedor, protector, suplidor de necesidades, líder espiritual, creyente ferviente, formador, instructor en las creencias y leyes morales (Dt.6: 1-9). Enseñó su oficio a Jesús; así le reconocían (Marcos 6:3). 

Damos gracias al señor por este padre sencillo, que, con su ejemplo, llama a cada hombre a cumplir su rol para la Gloria de Dios y la edificación de su familia en fortaleza y perseverancia, confiando en las promesas dadas en su Palabra (Proverbios 20:7).

Y a nosotras, mujeres, su entrega y obediencia a la voluntad de Dios sin cuestionar, nos llama también a imitarle (1 Corintios 11:1).