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José: Un hombre de fe

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Como mujer he pensado mucho sobre María la madre de Jesús, y he escrito varios artículos, pensando en las emociones que ella posiblemente sentía con este hijo tan especial, pero hoy quiero pensar en lo que José, quien actuó como el padre de Jesús, pudo haber sentido.

José era un hombre sencillo, justo y piadoso. Nació en Belén sin embargo estaba trabajando como carpintero en Nazaret donde se enamoró y se comprometió con María.  De repente ella sale apresuradamente por 3 meses para visitar a su prima Elizabet (Lucas 1:39) y cuando regresa le anuncia a José que estaba embarazada. Pudiéramos imaginarnos lo que él pudo haber estado pensando: ella viene de una familia buena, parecía tan piadosa, ¿esta es la razón por la que fue apresurada donde su prima?, ¿estaba viviendo una doble vida?, yo nunca capté este defecto en su carácter, ¿con quién me fue infiel?, y ella realmente cree que yo voy a creer que fue por El Espíritu Santo?  Sin embargo, con todo este dolor en su corazón, él no quería difamarla sino abandonarla en secreto (Mateo 1:19) mostrándose como un hombre con dominio propio y un corazón bondadoso. La cultura hebrea era muy estricta en lo que respecta a la infidelidad, y demandaba que los culpables fueran apedreados hasta la muerte (Levítico 20:10).

La reacción natural sería airarse y difamarla sin embargo José había aprendido la virtud de morir a si mismo (Lucas 9:23) y tener una actitud humilde, tratando a otros como más importante que a sí mismo (Filipenses 2:3). Aun antes del nacimiento de Cristo, sus acciones fueron parecidas a lo que Jesús vivirá y enseñará. Creo que estamos comenzando a ver la razón por lo cual Dios lo eligió para asumir este rol tan importante como cuidar e instruir a Jesús en la niñez. 

Antes de que José la divorciara, un ángel del Señor se le apareció en sueños confirmando lo que María le había dicho, que este bebé fue engendrado por El Espíritu Santo (Mateo 1:20) y él obedeció, a pesar de la vergüenza que ellos sentirían en el pueblo, y tomó consigo a su mujer (Mateo 1:24). Dentro de poco el embarazo se haría obvio y ambos serían considerados como inmorales, sin embargo, su fe fue tal que a pesar de lo que el pueblo pudiera decir, él amó más a Dios que a su propia reputación y siguió adelante.  Él entendía los retos que enfrentaría, pero su amor por Dios y María le dio el valor que necesitaba para aceptar y seguir el plan que Dios orquestó para ellos mientras protegía y cuidaba a su familia.

Es ahí cuando el ángel completa la revelación de que el niño que María está engendrando es nada más ni menos que el Mesías. Yo me imagino las dudas que él tuvo: ¿quién soy yo?, yo no soy un hombre educado, no soy un sacerdote, tampoco soy experto en las Escrituras sino soy un simple carpintero, y no gano suficiente para darle la vida que Él merece. Sin embargo, a pesar de sus posibles inseguridades, él confió en el Sabio Dios y reconoció que Él proveería todo lo que él necesitaría para llenar este rol.

Cesar decretó un censo y cada familia tenía que viajar al pueblo del esposo, y aunque María estaba avanzada en el embarazo, ellos comenzaron a caminar las 70 millas para llegar. En el camino a Nazaret, cuando llegan a Belén, cumplieron los días de su alumbramiento y María dio a luz a su hijo primogénito en un establo porque no había espacio en el mesón. Yo me imagino que humanamente, José sentía que estaba en falta en su cuido a María y a Jesús como esposo, pero seguramente Dios tranquilizaba sus inseguridades a través de su fe mientras aprendían caminar en los caminos de Dios. Él seguro había leído las Escrituras y reconocía que Dios estaba completando Sus profecías en la manera en que Él quisiera mientras experimentaba que los caminos y pensamientos de Dios no son los nuestros (Isaías 55:8-9).

No sabemos cuántos años tenía Jesús cuando los magos de Oriente llegaron a Jerusalén buscando el rey de los judíos, pero recordemos que el rey Herodes por miedo de perder su posición, mandó a matar a todos los niños judíos hasta los 2 años en las áreas alrededor de Belén (Mateo 2:16). Justo antes del decreto, de nuevo un ángel del Señor se le apareció a José en un sueño mandándolos a huir a Egipto y José confió en su Dios y obedeció. Tomando a María y a Jesús y salieron en medio de la noche a pesar de todo los peligros que pudieran encontrar en el camino.  Aunque José no sabía los pasos que necesitaba tomar, Dios lo dirigió paso por paso (Proverbios 16:9). Su obediencia demostró su confianza en el Dios Sabio y Todopoderoso y quien proveería por sus necesidades aun en situaciones desoladas.

No sabemos cuánto tiempo José vivió, pero presumimos que murió joven porque, aunque la Biblia hace referencia a María hasta la misma muerte de Cristo, la última mención de José fue cuando encontraron a Jesús enseñando en el templo cuando esta tenía 12 años.

A pesar de su corta vida, vemos a un hombre humilde con cualidades piadosas, y virtudes excepcionales; un hombre que supo tomar su cruz para seguirle a su Dios todos los días (Lucas 9:23) no importa las circunstancias y a pesar de las consecuencias. Verdaderamente vemos que, aunque su vida fue corta fue bien vivida y digna de imitar.

¡Bendiciones y Feliz Navidad!