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Expectativas y emociones en Navidad

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La Navidad se trata de expectativas. «Ven oh, Jesús tan esperado” fue la oración del pueblo escogido de Dios mientras esperaban al Mesías. Al celebrar el Adviento, entramos en esas expectativas y nos regocijamos en su cumplimiento.

Lamentablemente, a menudo cargamos la Navidad con todo tipo de otras expectativas. Cuando las personas o los regalos no cumplen con esas expectativas, nos sentimos decepcionadas. Las expectativas poco realistas conducen a emociones infelices.

¿Cuáles deben ser nuestras expectativas esta Navidad?

En primer lugar, no debemos esperar nada. Si vamos a las fiestas de Navidad con cero expectativas de cómo nuestro esposo comprará para nosotros o cómo se comportarán nuestros hijos o cómo nuestra hermana nos tratará, nuestras emociones serán alteradas por otras personas.

En otras palabras, la mejor manera de preparar nuestras emociones para la Navidad es arrepentirnos de la idolatría. Recuerden, como Juan Calvino nos advirtió, el mal de nuestros deseos no está tanto en lo que deseamos, sino que lo deseamos demasiado. A menudo llamamos a estos deseos «expectativas». Y donde tienes «expectativas decepcionadas», más a menudo que nunca, encontrarás un ídolo asechando de cerca.

Cuando eliminamos las expectativas egoístas, o como a la Biblia le gusta llamarlas, «ídolos sin valor», podemos esperar emociones gozosas esta Navidad.

En segundo lugar, deberíamos esperar problemas. Para el cristiano, los problemas durante los días festivos no deben ser inesperados. Nuestro Señor ha prometido que «en este mundo tendréis tribulación» (Juan 16:33); y, parafraseando a mi padre, «El pecado no se toma vacaciones».

Espera que tus hijos sean desagradecidos o rebeldes o que tu tío critique tus convicciones cristianas. Espera problemas esta Navidad y estarás mejor preparada para manejarlos emocionalmente.

Nuestra cultura secular trata de ignorar la realidad de los problemas durante las fiestas, cubriéndose los ojos con sentimentalismo:

«Ten una feliz Navidad,

Que tu corazón sea luz

A partir de ahora nuestros problemas estarán fuera de la vista…

A partir de ahora nuestros problemas estarán a kilómetros de distancia…»

Para el cristiano, nuestros problemas estarán a kilómetros de distancia y fuera de la vista, un día. Pero esa es la promesa del cielo, no de la Navidad. A menos que el Señor regrese o nos llame a casa, los problemas son una realidad siempre presente, a veces especialmente en Navidad.

La Navidad trata de celebrar la expectativa cumplida de Cristo venir a la tierra, así como esperamos a la espera de su glorioso regreso. Al celebrar el «ya» también debemos esperar el «todavía no».

Pero nuestras expectativas no deben terminar en desesperación. Debido a la Navidad, también podemos esperar gracia. ¡Cristo ha venido! ¡Dios está con nosotros! Hebreos 2 destaca nuestras espectaculares expectativas navideñas, hechas posibles gracias a Jesucristo:

Por lo tanto, tuvo que ser hecho como sus hermanos en todos los aspectos, para que llegara a ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel al servicio de Dios, para hacer propiciación por los pecados del pueblo. Porque debido a que él mismo ha sufrido cuando está tentado, es capaz de ayudar a aquellos que están siendo tentados.

¡Es capaz de ayudar! Es capaz de ayudarnos a responder con gracia y valentía a nuestro tío antagónico. Es capaz de ayudarnos a entrenar a nuestros hijos. Es capaz de ayudarnos a dejar a los ídolos sin valor y encontrar nuestra alegría en El. En nuestros problemas y tentaciones navideñas, podemos esperar la ayuda del Dios encarnado. Dios está con nosotros y Dios está con nosotros para ayudar. Ha hecho propiciación por cada pecado. Es capaz de ayudarnos a resistir toda tentación emocional. Su presencia es nuestro consuelo en cada problema.

Cuando pongamos nuestras expectativas navideñas en Cristo, estaremos llenas de un gozo indescriptible.

Traducción realizada por el equipo de Ezer con autorización de girltalk.com