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El testimonio personal, la defensa de un ministro del evangelio

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Poder En La Debilidad es el título sombrilla de la serie del pastor Miguel Núñez que viene realizando sobre la segunda carta del apóstol Pablo a los Corintios. Hoy el mensaje ha sido sobre los versículos del 7 al 18 , del capítulo 10, el cual ha sido titulado: El Testimonio Personal, La Defensa De Un Ministro Del Evangelio.

La semana pasada, a través del mensaje Las Armas De Nuestra Contienda, enfocado en los versículos del 1 al 6 de este capítulo 10, vimos que lo esencial fue reforzar el concepto de que las armas de nuestras batallas no son carnales, sino espirituales. Cuando tenemos conflictos con hermanos, no se trata de meros conflictos, son batallas para desacreditar el evangelio desacreditando la persona. Personas engañadas por el enemigo que pone ideas malignas en la mente. Pero el uso de la verdad del evangelio es el arma poderosa en Dios que destruye la mentira. Esta batalla la libramos poniendo en cautiverio todos nuestros pensamientos a los pies de Cristo. Reconociendo la verdad, estando firmes en ella. La verdad es la Palabra de Dios.

Muchas de estas ideas malignas y del mundo son propagadas a través de falsos maestros, predicadores del evangelio de la prosperidad y de guerras espirituales, por eso Pablo nos presenta la forma como debemos rechazar las ofertas del mundo, y es a través de las escrituras que destruyen las fortalezas, pensamientos arrogantes, que es el poder de Dios para vencer en la batalla.

En las explicaciones  y argumentos que está dando Pablo a los Corintios para defender su apostolado y autoridad, en estos versículos de hoy hace énfasis en que no es a su persona que defiende, sino al evangelio de Cristo, por lo que debemos mirar el interior de las personas, no  su aspecto físico, y que al igual como nosotros somos de Cristo, otras personas también son de Cristo. 

La primera acusación que recibe Pablo de parte de los falsos maestros es acerca de su apariencia física y su forma de hablar, por lo que Pablo lo rechaza diciendo que no debemos mirar lo externo de la gente, sino el interior, sus sentimientos, su carácter, su testimonio de vida. Los falsos maestros muestran un evangelio de mentiras con buena apariencia para engañarnos, igual como lo hizo Satanás con Adán y Eva.

También lo acusan de que Pablo no es un verdadero ministro. Por eso trae evidencias a través de su testimonio personal para que observen que él es un verdadero ministro de Dios. Su autoridad apostólica dada en Cristo ha sido para edificación y unificación de la iglesia, no para destrucción, por eso es un verdadero ministro de Dios.

Otra acusación que hacen es que Pablo escribe severamente. Pero Pablo responde que sus cartas no han sido para destrucción de la iglesia, al contrario han sido para edificación, corrección y unificación de la iglesia. Y asegura que lo que dice por carta también lo diría personalmente, que no tiene doble cara, lo que dice por cartas lo sustenta con su testimonio, que es la mejor defensa de su ministerio.

Pablo estaba en una encrucijada tal con las críticas que le hacían estos falsos maestros, que muchas veces decía que él mismo se sorprendía de sus argumentos, hasta decía que pensaba que había perdido el juicio haciendo comparaciones. Pero él conoce sus límites, no se gloría a sí mismo, y tiene la esperanza que cuando crezca la fe en ellos, podrán ver mejor su testimonio. 

Y finalmente recomienda que nadie se gloríe de sí mismo, sino en lo que hace el Señor. Y esto se hace reconociendo que todo eso lo hace el Señor, reconociendo al hacedor de las cosas. Reconociendo que los dones y talentos que tienes, los ha dado Dios. La paciencia, el carácter y personalidad para que hagas cosas para Dios, es Dios que lo ha dado.

El apóstol se establece una buena regla de conducta a través de su testimonio de vida, y es no jactarse de cosas sin su medida, que fue la medida que Dios le asignó a él. No hay mayor error que juzgar a las personas y sus opiniones por nuestros propios prejuicios, o halagarnos a nosotros mismos. Por tanto, en vez de alabarnos a nosotros mismos y buscar la alabanza de los hombres, debemos esforzarnos por ser aprobados por Dios y deseemos solo la honra que procede de Dios. Si nos vamos a gloriar, debemos gloriarnos en las cosas hechas por Dios, en la cruz vacía, en nuestra conversión.

Padre celestial, aumenta y afirma nuestra fe. Que podamos pensar gozosamente en todo lo que has hecho en nuestra vida. Bendiciones.

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