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El rol de la madre en la crianza de los hijos

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“Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”.
Proverbios 22:6

Como madres, Dios nos ha concedido el gran privilegio de ser las principales “influencers” de la vida de nuestros hijos, especialmente durante su formación y desarrollo, lo cual es un período muy corto.  Tenemos el reto de aprovechar esta gran oportunidad para entrenarlos diligentemente en el camino que deben seguir, de manera que los frutos de esa enseñanza puedan, con ayuda de Dios, alcanzar la eternidad.

Si bien no tenemos la capacidad de saber el futuro de nuestros hijos en la adultez, podemos diligentemente amarlos, moldeando sus corazones, instruyéndolos, corrigiéndolos, reprendiéndolos, disciplinándolos, guiándolos y modelando a Cristo. Nuestros corazones son un terreno que necesita ser cultivado y abonado, pues si se deja a la suerte, producirá malezas.

Proverbios nos advierte que “La necedad está ligada al corazón del muchacho” (Proverbios 22:15) y que “El muchacho consentido avergonzará a su madre” (Proverbios 29:15). En este mismo sentido, encontramos en Proverbios 29:17: “Corrige a tu hijo y te dará descanso, y dará alegría a tu alma.”

Tenemos, entonces, que entender que nuestro rol como madres es todo un desafío que, con la ayuda de Dios y Su Palabra, podemos llevar a cabo de una manera que traiga gloria y honra a Su nombre, con la esperanza que sólo proviene de Él, Creador y sustentador de todas las cosas.

A continuación, me gustaría compartirte algunas pinceladas sobre las que tú y yo debemos ser recordadas constantemente en nuestro rol de madres en la crianza de nuestros hijos:

  • Debemos estar disponibles. “Y estas palabras que yo te mando hoy estarán sobre tu corazón; y se las repetirás a tus hijos y les hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y cuando te acuestes y cuando te levantes (Deuteronomio 6:6-7).
  • Nuestro involucramiento en la vida de nuestros hijos es esencial. Estamos llamadas a criarles en la disciplina y amonestación del Señor. (Efesios 6:4).
  • Amor, cariño y ternura. Tres elementos esenciales que nos ayudan a ganar terreno en la batalla espiritual que libramos cada día para mantener la comunicación y el vínculo con nuestros hijos. Esforcémonos por mantenerlos vivos, pues, en contraste, los temores siembran la semilla de la hipocresía y dan lugar a la mentira, dañando de esta manera relaciones entre madres/padres e hijos.
  • Ayudémosles a descubrir el propósito que Dios tiene para sus vidas.
  • Modelemos integridad. Vivamos lo que les enseñamos para no crear dicotomía en sus corazones.
  • Velemos por sus almas. Nada puede tener más valor que la salvación del alma de nuestros hijos. Si nos encargamos de mimarlos, entretenerlos y acomodarlos a este mundo, enfocados en que “sean felices” estaremos cometiendo el mayor acto de crueldad que una madre podría realizar contra su hijo. Como madres cristianas estamos llamadas a dirigirlos con los ojos puestos en sus almas, no de acuerdo con los parámetros, tendencias, cambios y vaivenes del mundo. Seamos sabias velando por sus almas, aunque ello implique nadar como salmones, contracorriente. Busquemos la sabiduría de Dios y Él nos sustentará.
  • Enséñales a orar y desarrollar una íntima relación con su Creador. Tengamos presente que el tiempo que podemos influir en nuestros hijos es muy corto y probablemente nunca tendrán otra oportunidad para ser influenciados en este sentido. Si verdaderamente los amamos, vivamos la escritura y motivémosle a conocerla, sabiendo que no se trata de palabras de hombres, sino de la Palabra de nuestro bondadoso Dios, escrita por el Espíritu Santo mismo.

Finalmente, estamos llamadas a crear un ambiente en el hogar que permita que nuestros hijos aprendan allí las mejores lecciones de la vida.  ¡Aprovechemos esta oportunidad y privilegio!