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El reino de Dios en cuarenta días

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La semana pasada el Pastor Miguel Núñez, inició su nueva serie de sermones titulada Hasta Los Confines de la Tierra, basada en el libro de Los Hechos, pero sólo pudo tratar la introducción. Dentro de esta serie encaja el sermón de hoy, el cual ha sido titulado: “El reino de Dios en cuarenta días”, y está basado en Hechos 1, versículos del 1 al 3.

Vimos la semana pasada que el libro de Los Hechos narra como la iglesia iba creciendo; entonces la iglesia gozaba de paz, y aunque sufrió la muerte de Jacobo seguía creciendo y las iglesias eran fortalecidas. Y al final narra sobre el arresto domiciliario de Pablo donde predicaba la Palabra libremente a todos los que lo visitaban. En esos años los discípulos crecían en número. Este crecimiento de la iglesia siempre ha sido el producto o función de la predicación de la Palabra. La iglesia cristiana es el único movimiento que se forma y crece sobre la muerte de su líder; es el único movimiento que crece a través de la predicación.

Ciertamente el Libro de los Hechos es la narración de la gran comisión. Y así como la Palabra fue llevada hasta los confines de la tierra, ahora en nuestro tiempo debemos seguir llevándola a otras comunidades tal como Latino América. Es un libro histórico que revela el plan de Dios. Narra el ministerio de los apóstoles empoderados por el Espíritu Santo.

En estos versículos de hoy el evangelista Lucas muestra pruebas de la resurrección de Cristo. Nuestro Señor dijo a los discípulos la obra que tenían que hacer. Los apóstoles se reunieron en Jerusalén, habiéndolos mandado Cristo que no se fueran de ahí, pero que esperasen el derramamiento del Espíritu Santo. 

El versículo 3 narra el contenido de las conversaciones de Jesús durante los 40 días que estuvo con los apóstoles antes de su ascensión. Durante 40 días les habló del Reino de Dios, del mismo Reino que habló cuando nos enseñó a orar. Este Reino y Su trono esta en el corazón de cada creyente. 

El reino de los cielos es una realidad entre nosotros. En los cielos se cumple a cabalidad, pero no es así en la tierra. Aquí en la tierra se abre paso poco a poco, porque Dios no reina en el corazón de cada individuo, porque no todos han entregado su corazón al Señor.

En la tierra tenemos dos reinos. El de Dios que es el reino de los cielos o el reino de la luz, y el de Satanás que es el de las tinieblas. Y ambos tienen metas y objetivos diferentes, así como ciudadanos e hijos que hacen sus obras. Esto está documentado en la Parábola del Sembrador, en la cual Jesús menciona a los hijos del reino de Dios como el buen terreno donde cae la semilla y crece, y la cizaña representa a los hijos de las tinieblas. Hasta que no venga Cristo por segunda vez, ambos estaremos juntos en la tierra, pero esto no será por siempre. Cuando Cristo venga será para quedarse por el resto de la eternidad y Satanás será echado por el resto de la eternidad.

Debemos observar que los cristianos ocupamos territorio enemigo, somos soldados de Cristo que hemos invadido el terreno de Satanás y donde somos luz vamos sacando las tinieblas. Y a medida que pasa el tiempo debemos dejar atrás las evidencias del viejo reino, y mostrar las evidencias del nuevo reino y que Cristo, que gobierna nuestro corazón, sea mostrado a todos a través de las nuevas maneras de hacer justicia, evaluar las situaciones y un comportamiento diferente.

El Padre Nuestro es la oración modelo que enseñó Jesús, por lo que debe haber una relación íntima entre la expresión ”Venga a nosotros Tu reino” , y la gran comisión que Cristo ordenó antes de subir al reino de los cielos. Cristo estuvo 40 días hablando con sus discípulos acerca de esta gran comisión que les encomendaba.

Para pasar del reino de las tinieblas al reino de la luz debemos confesar fe en Cristo, reconocer que Cristo murió por el perdón de mis pecados, la resurrección es la garantía de sus promesas y la vida de Cristo que nos muestra que vivió toda su vida cumpliendo la ley.

A la luz de lo que se  ha predicado,  el Pastor hace las siguientes preguntas para que podamos reflexionar. ¿Estás viviendo tú el señorío de Cristo en cada área de tu vida?, ¿Qué estás haciendo para que otros vean lo que el Señor ha hecho en tu vida?, ¿Compartes con amigos y relacionados la vida, obra, muerte y resurrección de Cristo? 

Padre celestial, gracias por Tu reino, por Tu señorío. Fortalece nuestra fe y ayúdanos a ver si realmente en nuestro corazón Tú reinas.  Si no ha sido así, perdona nuestros pecados, limpia nuestro corazón, pedimos perdón por los pecados que hemos cometido, y ayúdanos a tener una nueva vida de hoy en adelante, mostrando Tú Señorío y que hemos nacido de nuevo. Bendiciones.

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