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El peso de la presencia de Dios

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Este domingo en La IBI, uno de nuestros ancianos en entrenamiento, Jairo Namnún, predicó el sermón “El peso de la presencia de Dios” basado en Éxodo 33.

“Vayan ustedes, pero yo no voy.” Con esas palabras inicia Éxodo 33 como resultado de una serie de pecados de parte de Israel, el más reciente de ellos siendo uno de los más groseros. En el capítulo 32, mientras Moisés subió a pasar tiempo con Dios en el Monte, el Pueblo de Dios se quedó en las faldas del Monte, idolatrando a otros dioses y construyendo un becerro de oro. Este es un patrón que el pueblo repetiría muchas veces: tan pronto sienten que Dios está lejano, empiezan a hacer su propia voluntad. Tan pronto sintieron que aquel que los acercaba a Dios estaba lejos, Israel volvió a sus dioses de Egipto.

En ese momento, Moisés intercedió por el pueblo, y Dios decidió perdonarlos. Ellos merecían un castigo mucho mayor, pero Dios escuchó la súplica de Moisés y decide pasar por alto la ofensa de Israel. Pero entonces, en Éxodo 33 encontramos lo que Él decide hacer: “Anda, sube de aquí, tú y el pueblo que has sacado de la tierra de Egipto, a la tierra de la cual juré a Abraham, a Isaac y a Jacob, … Enviaré un ángel delante de ti, y echaré fuera [a todos tus enemigos] Yo no subiré en medio de ti, oh, Israel, no sea que te destruya en el camino, porque eres un pueblo terco”.

Lo que pareciera que Dios está diciendo aquí a Moisés es, “Ustedes son un pueblo de dura cerviz, que no aprenden su lección. Yo voy a cumplir mi parte del pacto porque soy Dios y yo no cambio; lo único es que yo no voy.”

Iglesia, ¡Presta atención! Para muchos, esta no es una mala oferta. De hecho, esta es justo la oferta que muchos están buscando hoy; es la oferta ideal para de la religión moderna. Un dios a la medida, de bendiciones sin peticiones, de beneficios sin requisites, de regalos sin requerimientos y de corona sin cruz

Esta es la primar y única vez que Dios hace esta oferta a alguien en las Escrituras y Él sabía muy bien a quién se lo ofrecía. Porque, ¿Cuál fue la respuesta de Moisés? “Entonces Moisés le dijo: «Si Tu presencia no va con nosotros, no nos hagas salir de aquí.” (v.15) Este es el corazón de un hombre que anhelaba a Dios más que cualquier otra cosa. El anhelo de Moisés no era la Tierra Prometida por Dios, era el Dios que prometió la tierra.

Este es uno de los escasos momentos donde el Pueblo de Israel lo hizo bien. Moisés no estaba hablando por él solo. El pueblo entero entendió lo pesado de esta situación (v.4). De ahí en adelante había un pueblo que está dispuesto a hacer lo que sea con tal de que Dios no se aparte de ellos.

Hay algo dentro de nosotros que genuinamente añora lo que Dios es. Toda la humanidad tiene un anhelo profundo por Dios que ninguna otra cosa en el Universo lo puede llenar. Como lo decía el reconocido autor C.S. Lewis, “Dios no puede darnos la felicidad y la paz apartados de Él porque no las hay. No existe tal cosa”.

Moisés está pidiéndole a Dios que le acompañe Su presencia personal. En teología se habla de la Omnipresencia de Dios, el hecho de que Dios está presente en todo lugar. Eso es parte de lo que hace a Dios, Dios (Salmo 139). Pero no es a esta presencia que Moisés hace alusión. Hay una clave en la palabra que se usa para hablar de presencia, “Panyim”, que literalmente significa “Rostro”. ¿Tú quieres algo más personal que un rostro? Dios está dejando ver que Su presencia tiene que ver con Su persona y con quien Él es.

Pero eso no es lo único que Moisés quiere, ¿cierto? Moisés le pidió a Dios que Su presencia nos acompañe y “entonces Moisés dijo: «Te ruego que me muestres Tu gloria».”

La palabra para “gloria” es “Chabód” y iene un significado de peso y sustancia. Empiezas a entender lo glorioso que es Dios cuando percibes que hay una realidad que tienes que descubrir, no construir; es algo que ya existe. Nosotros no creamos a Dios; Él es el soberano creador del Universo. Dios no nos necesita a nosotros en lo más mínimo, pero nosotros necesitamos de Dios aun para respirar. La gloria del Señor es de un peso incomparable.

Dios no nos creó porque Él necesitara gloria. Él nos creó para desplegar y compartir Su gloria con nosotros y en nosotros. Así como con Israel, en Su misericordia Dios promete estar cerca de nosotros. En Su bondad, Su presencia puede ser una realidad para nosotros. No tenemos que estar buscando pobres sustitutos, sino que podemos vivir cercanos al rostro de Dios, depositando nuestras cargas sobre Él, descansando nuestro peso sobre Su gloria y contemplándolo Su hermosura de Su presencia.

Entonces, ¿cómo Podemos buscar esta gloriosa y pesada presencia? Pues este pasaje da algunos puntos, no todos, pero sí nos dice al menos cinco cosas que deben ocurrir para poder que la presencia de Dios sea una realidad en nuestras vidas.

  1. Necesitamos que Dios esté dispuesto a ser buscado
  2. Necesitamos buscar a Dios en arrepentimiento
  3. Necesitamos buscar a Dios por lo que Él es, no lo que Él da
  4. Necesitamos buscar a Dios en humildad y contemplación
  5. Necesitamos un mediador

Dime hermano, ¿no quieres vivir en Su presencia? ¿Acaso hay algo más importante, de mayor peso, de mayor valor que Jesús en tu vida?