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El amor de madre refleja el amor de Dios

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Una afirmación que escuchamos con frecuencia es que las madres usamos muchos sombreros diferentes.  Verdaderamente no son sombreros como tal, sino que jugamos varios y diferentes roles para satisfacer todo tipo de necesidades.  Podemos mencionar algunos de los roles o sombreros que las madres usamos:  nutricionista, chef, maestra, banquera, abogada, investigadora privada, chofer, jardinera, terapista, comediante, consejera y otros roles mas.  

Las madres son todo esto y mucho mas, pero lo mas significativo es que son un reflejo del amor de Dios.

En este mes de mayo que en nuestro país se celebra el Día de las Madres, además de que celebremos a nuestras madres que aún están con nosotras, quiero exhortarlas a que nos tomemos un tiempo para recordar a nuestras madres y también abuelas que hoy solamente habitan en nuestros corazones.

Hace ya 9 años que mi madre partió de este mundo de manera sorpresiva. El tiempo definitivamente ha aliviado el dolor de la separación, pero el tiempo por igual también ha desvanecido mis memorias.  Ciertas circunstancias en mi vida han causado que piense mucho en ella, la extrañe, y que refleje que bendición ella fue para mi.  A medida que pasan los años, no me canso de repetir con absoluta seguridad de que después de Dios estoy convencida de que la persona que mas me ha amado en este mundo fue mi mamá.

Definitivamente las madres son una de las maneras que Dios usa para demostrarnos como Él nos ama y como Él al ser Dios nos puede amar aún mas que ellas mismas.

Veamos de que maneras las madres son un reflejo del amor de Dios. Jeremías 31:3 nos dice “Desde lejos el Señor se le apareció, diciendo: Con amor eterno te he amado, por eso te he atraído con misericordia.”  ‘Amor eterno’. ¿Hay algo mas duradero que el amor de madre? 

Desde el momento de la concepción, hay una unicidad entre madre e hijo que es sagrada ante los ojos de Dios. El amor de una madre por su hijo es lo más cercano al amor de Dios por la humanidad y muy en especial Su amor por Sus hijos:  Imperecedero, eterno. 

Dios es fiel y las madres lo son también. Las madres nunca abandonan, reniegan, o rechazan a sus hijos cuando estos son rebeldes, desobedientes o irrespetuosos. El amor por sus hijos las hace sufridas, amables, pacientes y resistentes a pesar del dolor tan grande que sienten en su corazón en algunos momentos y circunstancias.

Dios es un buen oyente y las madres lo son también. Las madres piadosas se conocen por mantener sus lenguas y ego bajo control cuando están tratando con sus hijos. Las madres saben que una palabra dura e insensible pudiera hacerle un enorme daño emocional a su hijo. Siendo sabias, las madres piadosas saben que nada funciona mejor que la oración y un oído atento.

Dios da buenas dádivas y las madres también.  Recuerdo como ahora como mi madre siempre proporcionaba ese “extra” que me hacia la vida mas cómoda y conveniente.  Guardaba siempre del dinero del presupuesto de la casa para pequeños detalles que para mi eran impresionantes como para ese vestido nuevo para esa actividad especial que era invitada, o para que yo pudiera asistir a unas clases especiales que yo deseaba.

De igual manera, Dios se asegura que nunca nos falte nada en cualquier aspecto de nuestras vidas y Su tiempo de entrega es incomparable.  Vemos en 2 Reyes 4:1-7 como Eliseo fue enviado a una viuda en tiempos de necesidad.  En 2 Reyes 4:8 vemos como a Eliseo mismo se le proporcionó una casa de una mujer sunamita para alojamiento y comida en un pueblo en particular.  No olvidemos como Dios le dio a Salomón riquezas y fama en abundancia además de una enorme sabiduría. 

Como hijas de Dios, nosotras clamamos al Señor y buscamos que nos escuche.  Dios escucha nuestros reclamos y quejas, y nos habla con voz suave para desvelar claridad y sabiduría a nuestra situación, pero solo si nuestros oídos están abiertos.  Algunas veces Él calma la tormenta para nosotras y otras veces Él nos calma en medio de la tormenta.

El amor de Dios a través del perdón es señalado en el Salmo 130:3-4 “Señor, si tú tuvieras en cuenta las iniquidades, ¿quién, oh, Señor, podría permanecer? Pero en ti hay perdón, para que seas temido”.  ¿En donde encontramos un mayor reflejo del amor de Dios que en el perdón de una madre?  Y en esa parte “para que seas temido” …muchas madres saben como aplicarlo.   Hay ocasiones donde los hijos tienen que aprender que el amor tiene un lado suave, así como un lado duro.

Dios sacrificó a Su Hijo por nosotros.  Juan 3:16 nos dice que “De tal manera amo Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna”.  Amar es dar, dar por la razón de que lo que otros reciban de lo que tu le das va a satisfacer sus necesidades más profundas y los bendecirá de la manera más alta.  Dios hizo eso por nosotras en dar la vida de Su único hijo para satisfacer nuestra necesidad más profunda de que nuestra sentencia de pecado fuera removida y perdonada y bendecirnos de la manera más alta trayendo nuestro espíritu muerto a vida en unión a Jesucristo.  ¡Eso es amor sacrificial!

Las madres reflejan ese tipo de amor sacrificial de muchas maneras, a través de los muchos y diferentes roles que cumplen, o llevando todos esos diferentes sombreros de los que hablamos al inicio.  El asunto es, que muchas veces no piensan en esto en términos de “ser un sacrificio” sino que simplemente piensan en término de “ser una madre”. 

Las madres siempre están del lado de sus hijos, no importa donde estén, orando todo lo que pueden, sirviendo en todo lo que pueden y haciendo todo lo que pueden para ayudarlos a ser todo lo que pueden ser para los propósitos para los que Dios los ha creado.

Definitivamente, las madres son un reflejo del amor de Dios.