Las relaciones fracturadas, la falta de dirección y propósito, la vulnerabilidad a influencias negativas, la ansiedad y la depresión, el vacío existencial y el desarrollo de una fe débil y superficial son solo algunas de las posibles consecuencias a las que exponemos a nuestros hijos por la falta de discernimiento espiritual en la crianza.
En la crianza, el discernimiento juega un papel crucial. Como madres, estamos llamadas a ejercitar el discernimiento para filtrar las influencias que llegan a nuestros hijos, especialmente en su proceso de maduración y crecimiento. Es necesario discernir qué valores, creencias y enseñanzas son beneficiosas para su desarrollo saludable y cuáles podrían ser perjudiciales. Esta labor implica protegerlos de las influencias negativas y también guiarlos hacia la verdad y el conocimiento genuino. Esto requiere tiempo, ya que es un proceso continuo de evaluación, reflexión y toma de decisiones informadas, conforme al manual de vida que es la Biblia. Proverbios 22:6 nos advierte: «Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él«.
Como madres, enfrentamos muchos desafíos al guiar a nuestros hijos hacia la verdad en un mundo donde la verdad y el error se entrelazan. Por razones de espacio, me limito a citar solo 2 de estos desafíos:
• Falsedad disfrazada:
Estamos llamadas a estar alerta ante las influencias engañosas que podrían presentarse como verdaderas. Debemos reconocer que mezclar verdad y error no es una práctica nueva. Jesús advierte esta realidad en diferentes pasajes bíblicos, como en Mateo 7:15 (NTV): “Ten cuidado de los falsos profetas que vienen disfrazados de ovejas inofensivas pero en realidad son lobos feroces.” NO todo lo que vemos y escuchamos es confiable, NO todo lo que el mundo nos ofrece nos conduce a la verdad. Por lo tanto, es fundamental aprender a discernir la mentira del error, así como las medias verdades o verdades mezcladas con mentiras.
Jesús continúa en el versículo 16 su advertencia y nos dice “Puedes identificarlos por su fruto, es decir, por la manera en que se comportan”. Y continúa reafirmando “todo árbol que no produce frutos buenos se corta y se arroja al fuego. Así es, de la misma manera que puedes identificar un árbol por su fruto, puedes identificar a la gente por sus acciones”.
Encontramos múltiples advertencias en la Palabra de Dios que nos reafirman la necesidad de desarrollar y practicar el discernimiento en todas las áreas de nuestra vida y, en particular, en la crianza de los hijos. En Proverbios 14:12 (RVR1960), claramente se nos advierte: “Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte”.
Como madres, ante todas las ofertas actuales del mundo, podríamos vernos inclinadas a seguir las corrientes de la cultura popular o a adoptar métodos de crianza que parecen exitosos a corto plazo, pero que a largo plazo pueden conducir a caminos de incertidumbre, error, ansiedad, sufrimiento y destrucción de las familias. Debemos recordar constantemente que no estamos llamadas a confiar en nuestro propio entendimiento o en las tendencias culturales de crianza, sino en los principios de la Palabra de Dios para que nuestros hijos sean encaminados a la verdad y puedan desechar el error y la mentira.
• Guiar hacia la verdad:
Ejercer el discernimiento espiritual en la crianza requiere que miremos más allá de lo que podemos palpar con nuestros ojos y que busquemos siempre la voluntad y el consejo de Dios. Recordemos que cuando el profeta Samuel buscaba al próximo rey de Israel, se encontraba en la casa de Isaí, y al ver a Eliab, el hijo mayor de Isaí, pensó que él sería el elegido debido a su apariencia impresionante y su estatura. Sin embargo, Dios le advirtió a Samuel que “…no mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón”.
Muchas enseñanzas se desprenden de este pasaje. Aquí vemos el valor que Dios concede al carácter interno de una persona sobre su apariencia externa. Dios nos muestra lo que verdaderamente valora: la calidad del corazón, la relación con Él, y las cualidades internas como la fe, la integridad y la obediencia, que son más valiosas que la apariencia física o las habilidades externas.
Tenemos la responsabilidad de educar en las Escrituras y de equipar a nuestros hijos con las herramientas necesarias para discernir entre lo verdadero y lo falso a la luz de la Palabra de Dios.
Al igual que un árbol necesita raíces profundas para crecer fuerte y resistir las tormentas, nosotras necesitamos arraigarnos desesperadamente en la verdad de Dios para transmitirla a nuestros hijos. Deuteronomio 6:6-7 nos motiva a enseñar los mandamientos de Dios a nuestros hijos diligentemente, conversando sobre ellos en todo momento.
Finalmente, criar con discernimiento y sabiduría implica no solo enseñar, sino también vivir una vida basada en lo que creemos. Al ayudar a nuestros hijos a entender quién es Dios y qué es lo correcto según su verdad, les damos herramientas para diferenciar lo bueno de lo malo en un mundo complicado. Como madres, deseamos estar conectadas con Dios para criar a nuestros hijos bajo su consejo y discernimiento, tomando decisiones alineadas con su verdad en el momento adecuado.
Es mi anhelo que tú y yo podamos ser esas madres sabias y arraigadas en la verdad de Dios, reconociendo que no solo se trata de nuestra propia búsqueda de sabiduría, sino también de guiar a nuestros hijos en el camino de la verdad para dar frutos que traigan gloria y honra a su nombre.