Este Domingo en La IBI, el pastor Héctor Salcedo predicó el sermón Dios me salvó, ¿y para qué? (Parte II) basado en Efesios 2:1-10.
El título que seleccioné para este sermón de dos partes fue “Dios me salvó, ¿y para qué?” porque quería meditar acerca del propósito de nuestra salvación, para qué nos salvó Dios. Pero cuando comencé a estudiar el texto, Efesios 2:1-10, fue evidente para mi que no era un mensaje sino dos, los que tendría que compartir. En primer lugar, “Dios me salvó” y en segundo lugar “¿Y para qué?”. El para qué me salvó Dios será más apreciado cuando entendamos cómo nos salvó.
Decíamos la semana pasada que la primera parte de Efesios 2:10 se entiende a partir de los 9 versos anteriores; esta dice, “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús…” Lo que se produce en aquel que Dios salva no es un cambio estético a nivel espiritual, no es un simple cambio de prioridades, ni una recapacitación. Lo que se produce en nosotros al ser “regenerados”, al “nacer de nuevo”, por el poder de Dios, es un cambio tan profundo, radical y vital que el equivalente físico sería la resurrección de un muerto. Es en ese sentido que hemos sido “creados en Cristo Jesús…”
Esto es algo humanamente inexplicable…por misericordia, amor, bondad y gracia, ¡nos dio vida! “En Cristo…” Es algo que emana de Dios, de la perfección de Su Ser, de la excelencia de Su Carácter. Esto viene a nosotros cuando por un acto de fe, que Él mismo nos da, pues creemos.
Pero, ¿para qué? ¿Cuál es el propósito? ¿Para qué Dios nos regenera espiritualmente y nos da vida en Cristo? ¿Para qué nos salva? El texto es claro en este sentido; Efesios 2:10 dice, “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.”
El propósito de nuestra salvación es “hacer buenas obras”; para esto fuimos “creados en Cristo Jesús”, según el texto. ¿A partir de este pasaje y de otros, qué podemos decir de las “buenas obras” a las que el Apóstol Pablo hace referencia aquí? Lo primero es, y es algo que hemos dicho en el mensaje de hoy y en el anterior, las “buenas obras” NO SALVAN (Efesios 2:8-9; Romanos 3:28; 2 Timoteo 1:9; Tito 3:5). Segundo, cómo ya dijimos, aunque no somos salvos por obras, si lo somos PARA hacer “buenas obras”. Las buenas obras son el fruto, el resultado, la consecuencia de nuestra salvación; son la evidencia de que Dios me ha hecho pasar de muerte a vida (Mateo 7:16).