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Dios es fiel, siempre ofrece paternidad a sus hijos

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Cuando yo era una niña de 6 o 7 años, acostumbraba a reunirme a jugar con mis compañeritas vecinas. Un día una de ellas me preguntó: ¿dónde está tu papá? casi nunca lo vemos. Hasta ese momento nadie me había hecho esa pregunta. Mi mente infantil voló un poco mientras me quedé pensando… ciertamente ¿dónde está mi papá? Los papás de mis amigas venían todos los días a sus casas, mientras que el mío solo venía esporádicamente. Solía aparecer y desaparecer. Nunca estaba en casa. Pero a mi corta edad yo creía que aquello era normal.

En principio comenzó quedándose fuera los fines de semana, luego se quedaba todo un mes entero, hasta que un día desapareció y pasaron cinco años sin que volviéramos a verlo. Ahora que soy adulta, pienso… ¿qué sentiría mi madre de esa ausencia? ¿cómo procesaría ella ese abandono de parte de un esposo que la dejaba sola con tres niños pequeños de los cuales él no sabía si comían, si se enfermaban, si estudiaban, si estaban bien o si estaban mal? Recuerdo que cuando él regresaba de esos largos períodos de ausencia, me sentaba en sus rodillas, los dos llorábamos y él me decía: nunca más volveré a irme, no volveré a dejarte, pero yo sabía que lo que me estaba diciendo no era cierto. Un día desapareció y pasaron cinco años sin volver a verlo

Yo le amaba mucho, era cariñoso conmigo, me traía golosinas, libros para colorear y muchos lápices de colores, pero volvía a irse, volvía a dejarnos. Mi mamá tenía que trabajar muy duro para poder sostener la casa y a sus tres hijos, y mi tía Gloria era quien nos enseñaba a leer y escribir. Ahora, cuando pienso en mi madre siento mucha pena por ella. Aquello debió resultarle muy doloroso. Lo fue para mí, pero gracias a mi Dios pude superarlo.

Si tú has estado o estás en una situación como ésta, si estás sola criando a tu familia, ya sea producto de un divorcio, viudez o violencia doméstica que haya puesto en riesgo tu vida o la de tus hijos; si eres una madre soltera, debe haber un gran dolor en tu corazón, pero déjame decirte que Dios no te abandona si confías en El. Dios siempre ha sido fiel. Si El te ha sostenido en el pasado, te seguirá sosteniendo, tal como lo hizo con la sierva Agar y su hijo Ismael en el desierto. (Gén.21:8-19). El suplirá para ti y tus hijos, seguirá estando ahí presente, día a día porque Dios nunca duerme ni descansa. Dios nunca cambia (Núm. 23:19).

A la madre soltera le toca vivir un largo recorrido que la mayoría de las veces suele tornarse duro, difícil, amargo y hasta desesperanzador, tanto, que muchas veces esto la lleva a querer tirar la toalla y abandonarlo todo porque se llena de amargura y resentimiento. Pero Dios que es especialista en curar todas las heridas y hacerte olvidar las decepciones, quita el recuerdo de los malos momentos y sana todos los traumas. Puede que un día te veas sola tomando decisiones en las que el soporte del padre fuera indispensable, puede que te asalten las dudas por cosas como…si le doy permiso a mi hija o a mi hijo para tal o cual salida, o peor aún, que el sustento que antes era suplido por los dos te repente tengas que aportarlo tu sola, que le falte el apoyo físico y emocional a la familia, en fin, todo aquello que representa la seguridad de tus hijos en este tiempo de tantas incertidumbres. Justo en ese momento es cuando debes aferrarte a ese atributo de Dios de que El es fiel (2 Tes. 3:3).

  1. Dios es nuestro Padre. En la Biblia encontramos muchas promesas en las que como madres debemos creer, y confiar en la obra que por adopción ha hecho nuestro Dios hacia nosotras (Juan 1:12). Cuando un hijo es abandonado por su padre o madre terrenal, automáticamente tiene otro, que no solamente es padre sino también defensor y abogado. Dios manda sus ángeles a que le protejan porque es defensor de los huérfanos y las viudas (Salmo 68:5).
    Cuando surjan en tu mente las dudas de cómo se criarán tus hijos sin un ejemplo o modelo terrenal, cumple con el deber de instruirle en la Palabra de Dios, saca tiempo para orar con ellos. Para tranquilizarte puedes usar este pasaje de Isaías 54:13. Te aseguro que te será de mucho provecho: «Todos tus hijos serán enseñados por el Señor y grande será el bienestar de tus hijos».
  2. Dios es padre de los huérfanos (los que no tienen padre ni madre (Salmo 146:9).
  3. Dios sostiene a los que se han quedado solos, Jehová afirma y construye la casa de la que ha sido abandonada (Prov. 15:25).
  4. Jesús, el Dios hecho hombre, se duele y llora con la madre que ha perdido a su hijo (Lc.7:12-13). «Y cuando se acercaban a la puerta de la ciudad, he aquí sacaban fuera a un muerto, hijo único de su madre, y ella era viuda; y un grupo numeroso de la ciudad estaba con ella. Al verla, el Señor tuvo compasión de ella y le dijo: no llores…»  y el hijo volvió a la vida.

¡Qué glorioso consuelo! El Dios del universo se duele con nosotras. Nos dice «No llores, porque en Mi hay esperanza». Ten fe en su fidelidad; El proveerá alimento, techo y cuidará también de la educación de tus hijos. Ora, busca Su dirección y Su sabiduría. No olvides que en la cruz El compró tu redención y tu restauración. No tendrás que criar sola por siempre.

Dios acompaña a la madre soltera, la que se ha quedado sola criando a sus hijos. Solo tiene que esperar en Dios, ser diligente en súplicas, oraciones constantes, noche y día. Medita en esta promesa de tu padre Dios:

«no temas, pues no serás avergonzada; ni te sientas humillada pues no serás agraviada;

sino que te olvidarás de la vergüenza de tu juventud, y del oprobio de tu viudez no te acordarás»

Porque su esposo es tu Hacedor, el Señor de los ejércitos es su nombre y tu Redentor es el Santo de Israel,

que se llama Dios de toda la tierra. Porque a mujer abandonada y afligida de espíritu,

te ha llamado el Señor, y como a esposa de la juventud que es repudiada- dice tu Dios». (Isaías 54:4-6).

La mujer que se ha quedado sola sabe que cuenta con su iglesia. La iglesia local es más que un templo, es un cuerpo, es una familia en la que los pastores, líderes y hermanos se convierten en modelos para los más jóvenes (varones), y en la que las mujeres mayores llegan a ser las mentoras de las hembras. Estas personas se invierten en desarrollar los caracteres de aquellos que tienen menos edad, que no tienen padres.

Oremos para que Dios provea en nuestra iglesia local esos hombres y mujeres que modelen para otros que lo necesitan.

Y antes de terminar quiero contarte que después de un divorcio de seis años mi padre regresó y no volvió a irse de la casa. Volvió a casarse con mi madre y quiero pasarte algunas de las cosas que en consecuencia ella me enseñó. 

  1. Transmitirle esperanza en Dios a tus hijos sabiendo que El nunca los dejará solos.
  2. Influenciarlos hacia una relación saludable con su padre terrenal.
  3. Formarles un sentido de flexibilidad y adaptabilidadpara ajustarse a la demanda de ser criado por una madre soltera en situaciones muchas veces de precariedad.
  4. Transmitirle sentido de gratitud.Es decir, que vivan con una actitud de agradecimiento, porque siempre la vida pudo haber sido peor.
  5. No indisponerlo contra su padre terrenal. Enseñarle a respetarlo, a honrarlo y orar por él, Que le muestren afecto. Motivarlos a ser agradecidos aún cuando no haya razón para hacerlo.
  6. Orar, clamar al Señor que sea quitada toda amargura y resentimiento de tu alma. Que esa herida, esa decepción, ese dolor sea sustituido por el poder de la oración y la Palabra. Gracia y perdón son dones que nos ayudan a experimentar el profundo amor de Dios. Tratar de recibirlo para poder darlo. Y, por último,
  7. Educar a tus hijos con la Palabra para que asimilando tu enseñanza puedan tener autocontrol y dominio propio, respeto, reverencia y obediencia.