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Descanso para el alma

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Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar
Mateo 11:28

¡Qué relajante es, luego de un largo día de afanes, cuando llega el momento de reclinarnos en un sofá, tomar nuestra bebida refrescante favorita, leer un libro interesante o ver una buena película y (como decimos los dominicanos) “botar el golpe”! En mi caso, ese tiempo se da en la noche, después de terminar las rutinas de los quehaceres, clases, juegos y actividades con los niños. Una vez los acostamos, mi esposo y yo aprovechamos para ponernos al día, conversar, hacer algo juntos, y descansar.

La verdad es que ninguna de nosotras puede trabajar, trabajar y trabajar sin cansarse. Todas necesitamos un “stop” para respirar, relajarnos y tomar nuevas fuerzas. Somos frágiles, nos cansamos fácil y repetitivamente. El cansancio es inherente a la realidad nuestra, es un hecho. Ahora bien, ¿qué es lo que tanto nos cansa? ¿A qué se debe nuestro agotamiento? Desarrollaré dos razones que nos cargan sobremanera en las siguientes líneas.

Dos razones por las que se cansa el alma:

  1. Por la enemistad con Dios

En 2 Corintios 5:18-19 el apóstol Pablo nos habla de cómo el Padre reconcilió a la humanidad consigo mismo por medio de Cristo. De manera que, todo aquel que aún no ha creído el evangelio permanece en enemistad con Dios y, por tanto, en un profundo y desesperante estado de cansancio espiritual.

  1. Por no aquietarse y dejar que el Señor haga Su trabajo

A los nacidos de nuevo nos cuesta entender que no hay vacantes para ser Dios, ese puesto ha estado excelentemente ocupado desde la eternidad y hasta la eternidad. Cuando nos empecinamos en afanarnos, en ansiar, en tratar de “darle una ayudadita a Dios” es entonces cuando pecamos contra Él y caemos exhaustas de tanto trabajar.  En Salmos 46:10 se nos ordena: “Estén quietos, y sepan que Yo soy Dios; Exaltado seré entre las naciones, exaltado seré en la tierra”

Una persona, una invitación y una promesa

Ante la realidad de nuestro cansancio, el Señor nos dice:” Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansa”. Mateo 11:28. El Dios compasivo y misericordioso es la persona. Solo Él tiene la capacidad de otorgarnos verdadero descanso, espiritual y físico.

¿Estamos cansadas? La invitación divina es Vengan a Mí. ¡Acerquémonos a Cristo!, pues como dijo el salmista (73:28): “para mí, estar cerca de Dios es mi bien” Ya sea para arrepentimiento y vida eterna, o para santificación y crecimiento, nos urge estar cerca de Jesús. Él es la fuente de toda plenitud y descanso. El que siempre cumple Sus promesas nos asegura: Yo los haré descansar. ¡Él es el único que da un descanso real, inalterable y eterno! Él nos regenera por su Espíritu, perdona todos nuestros pecados y nos da vida abundante. Así que, amadas, vayamos a nuestro Señor Jesucristo, entreguémosle todas nuestras cargas en oración mientras nos apropiamos de Sus verdades y las atesoramos. ¡Descansemos en Él!