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Descansando en Dios en las dificultades

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“Vosotros, pues, no busquéis qué habéis de comer,
ni qué habéis de beber, y no estéis preocupados.”
Lucas 12:29

¿Has pensado alguna vez que tiempo dedicas analizando una situación una y otra vez? ¿Has experimentado estar ansiosa frente a una circunstancia del futuro que no logras controlar? ¿Te has sentido paralizada ante las emociones que embargan tu mente?

He vivido estas realidades en mi propia vida.  Al inicio de la pandemia del Covid-19 vino la incertidumbre a mi corazón, las noticias parecían ser cada día peores, viajes fueron cancelados, planes fueron alterados, el mundo iba cambiando, pero amada hermana, pude recordar que Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos (Hebreos 13:8). Empecé a orar y poner mi corazón delante del Señor, y a través de Su Palabra y recursos cristianos como estos pude reenfocar mi mirada en el Único y Soberano Dios, quien controla todas las cosas y así mismo guarda mi vida y la tuya.

Los doce discípulos recibieron muchas enseñanzas mientras caminaban junto al Maestro, era necesario que aprendieran de Él, para crecer en su comunión con Dios, conformarse a Su carácter, y a la vez ser preparados en cómo enfrentar las adversidades de la vida. Eran tiempos difíciles, con un contexto político, social y económico muy distinto al que estamos acostumbrados hoy en día,  la mayoría de las personas debían sembrar, cosechar, pescar, entre otros oficios, para poder obtener su sustento diario. Al no poder alcanzar estas cosas la ansiedad e incertidumbre llenaba fácilmente sus corazones.

A través de Lucas 12 encontramos algunas de las instrucciones que les da Jesús acerca de cómo responder frente al afán y la ansiedad, mostrando con ejemplos y parábolas Su tierno cuidado por nosotros como Padre, y guiándonos a lo más importante, el Reino de Dios.

No estéis preocupados. (V. 29)

  • La vida es más que el alimento, y el cuerpo más que la ropa. (v.23)
  • La creación no está olvidada ante Dios, e incluso los cabellos de nuestra cabeza están contados. (v. 6,7)
  • Dios alimenta a las aves, y viste a los lirios, cuánto más hará por nosotros. (vs. 24-27)

Entonces, ¿qué debo hacer al enfrentar dificultades y cuando todo se ha salido de control?

  • Trae tu corazón y peticiones en oración delante de Dios. Con acciones de gracias y confianza, habla con tu Padre celestial, el único que hace que todas las cosas cooperen para bien a todos los que le aman. (Romanos 8:28).

“La única cura para la ansiedad es arrodillarnos” R.C Sproul.

  • Medita en las Escrituras. Es como refrigerio al alma y te guiará para manejar bíblicamente cualquier acontecimiento que estés atravesando. Por otro lado, busca hermanos maduros en la fe que te apoyen como consejeros guiándote en cuanto a tus decisiones. 
  • Buscar primeramente el reino de Dios. Nuestras ansiedades son disipadas cuando depositamos nuestras energías, enfoque, tiempo e intencionalidad en las cosas eternas. El mundo busca desesperadamente los bienes materiales sin esperanza de que hay algo más, los hijos de Dios buscamos las cosas eternas de nuestro Padre sabiendo que lo son todo. “Porque donde está tu tesoro ahí estará tu corazón” (Lcs 12:34).

¡No temas, descansa en Dios!

Puede ser que la palabra descansar denote una acción pasiva, y sin movimiento, no implica un número de reglas por cumplir. Descansar en Dios tiene que ver en realidad con una actitud del corazón, la cual solo podemos experimentar cuando somos Sus hijos.

Confiar en Cristo aquieta nuestro interior y dirige nuestra mirada a las cosas de arriba. Nos permite ver a Dios como es, nuestro Perfecto Padre, que guarda, cuida y controla cada evento de nuestra vida y nos permite vernos como somos, Sus hijos amados, adoptados por gracia, salvados por medio de Cristo.

Toma unos minutos para meditar en estas cosas, apunta en una hoja o cuaderno las cosas por las que más te preocupas últimamente, ora al Señor sobre ello, al lado de cada una de esas cosas escribe un versículo que te guie a recordar el cuidado de Dios en tu vida y en toda Su creación. Espero esto te pueda ayudar a recordar que ninguna dificultad puede compararse a Su gran bondad y amor.

¡Dios te bendiga abundantemente y te llene de Su paz!