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Cristo, la verdad que te hace libre

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Este domingo, el Pastor Miguel Núñez predicó el sermón “Cristo, la verdad que te hace libre” basado en Juan 4:1-19.

Este mensaje es una buena continuación de los mensajes de los dos domingos anteriores donde vimos de que manera la mentira esclaviza al ser humano. Como dijimos, la serpiente le vendió una mentira a Adán y desde entonces sus descendientes han vivido en mentiras cubriéndolas con otras mentiras que sofocan la libertad que trae la verdad de Cristo. Creo que el pasaje de hoy ilustra perfectamente bien esta enseñanza.

En el pasaje de hoy, hay dos personajes principales: Jesús y una mujer cuyo nombre desconocemos. La historia es narrada en el capítulo 4 del evangelio de Juan. Es un pasaje muy familiar, pero no creo que la mayoría de las personas esté tan familiarizada con sus enseñanzas.

En el capítulo 3, Juan nos narra el encuentro de Jesús con un miembro honorable del sanedrín y ahora la narración gira en torno a una mujer aparentemente con una reputación deshonrosa. Juan nos da el nombre del miembro del Sanedrín: Nicodemo; pero esta mujer permanece anónima. Como miembro del Sanedrín, Nicodemo debió haber sido educado en la ley de Moisés y, por tanto, era un hombre académico e importante; pero esta mujer, aparentemente no tenía ninguna importancia o distinción. Él era judío, mientras que esta mujer era samaritana, una raza rechazada por los judíos. Nicodemo pertenecía a los fariseos, pero esta mujer no pertenecía a ningún grupo religioso, ni a ningún otro grupo que pudiera darle sentido de importancia.

Nicodemo escondió su pecado de orgullo viniendo a Jesús de noche y la samaritana escondió su pecado de promiscuidad, viniendo a buscar agua al mediodía cuando nadie estaría en el pozo buscando agua. El Salmo 139 dice que “las tinieblas y la luz son iguales para el Señor.” De nada nos sirve tratar de esconder nuestro pecado durante la noche o durante el día; los ojos del Señor penetran la luz del día al igual que la noche.

En fin, a pesar de estas diferencias enormes, ambos tenían algo en común y es que ambos estaban viviendo una mentira. Nicodemo creía tener salvación al tratar de cumplir la ley mientras que la samaritana, creía que encontraría en brazos de hombres, lo que solo Jesús podía proveerle. Lo increíble de estas historias es que ni Nicodemo ni esta mujer samaritana pensaban que estaban mal.

Cuando leemos el texto hay varias características de la persona de Jesús que salen a relucir y varias características de esta mujer samaritana que llaman la atención.