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Como sobrevivir al contender por la fe

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Este domingo, el pastor Miguel Núñez concluyó la serie “El Espíritu de la Apostasía” predicando el sermón “Como sobrevivir al contender por la fe” basado en Judas 17-25.

El texto sobre el cual gira todo lo que Judas ha estado tratando de comunicar a sus seguidores se encuentra en Judas 3: “Amados, por el gran empeño que tenía en escribiros acerca de nuestra común salvación, he sentido la necesidad de escribiros exhortándoos a contender ardientemente por la fe que de una vez para siempre fue entregada a los santos.” De manera que cualquier cosa que vayamos a decir en el día de hoy está, de una manera u otra, vinculada al llamado que Judas nos ha hecho a contender por la fe que fue entregada a los santos de una vez y para siempre. Esa fe que nos fue entregada es el cuerpo de doctrinas o de enseñanzas que conforman la Palabra de Dios.

Al final de esta epístola, Judas todavía tiene en mente a los falsos maestros y está preocupado por la necesidad que tenemos de recordar las cosas que aprendimos en el pasado para que las falsas enseñanzas no nos engañen. Entonces, en esta última parte de su epístola, él termina instruyéndonos a cómo contender por la fe y como no sucumbir mientras contendemos por aquello que hemos creído.

Si los receptores de esta carta no tuvieron el discernimiento para identificar a estos falsos maestros por sus enseñanzas, debieron haberlo hecho por su estilo de vida inmoral. La falsa enseñanza y la inmoralidad van de la mano… eso ha sido así desde el Antiguo Testamento. El profeta del Antiguo Testamento, en cierto sentido, siempre fue un personaje incomprendido porque parecía tener dos personalidades: una severa y otra tierna.

De esa misma manera, podemos notar en esta epístola cuán severo Judas podía ser contra los falsos maestros a quienes compara con animales irracionales y, al mismo tiempo, vemos como él nos llama a tener misericordia con ciertas ovejas que han comenzado a comprometer la fe o que se han ido detrás de estos falsos maestros.

El profeta del Antiguo Testamento odiaba la tibieza de la misma manera que podemos leer algo así en las palabras de Judas al llamarnos a contender por la fe. De igual manera el enviado de Dios tanto en el Antiguo como el Nuevo Testamento tenía una alta sensibilidad hacia el pecado aún en su propia pecaminosidad. Este siempre estuvo dispuesto a exponer el pecado de la gente llamándolos a un estándar de vida más alto, como hace Judas aquí. Judas está cargado por algunas ovejas que han sido afectadas por la mala enseñanza y por la inmoralidad de sus líderes falsos.

En Judas 17-25, Judas tiene grandes lecciones para nosotros que debemos considerar mientras contendemos por la fe. En Judas 17-19, Judas vuelve a hablarnos de la necesidad de recordar las cosas que hemos aprendido debido a la inclinación humana de olvidar las cosas que nos mantienen en el camino de la verdad. Por eso él nos dice “acordaos de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo.” La razón por la cual él nos llama a recordar es porque, con el paso del tiempo, lo que aprendimos al principio de nuestro caminar se vuelve viejo y pierde vigencia en nuestras vidas. Eso hizo el pueblo de Israel cuando olvidó los mandamientos de Dios aún después de recibir el juicio de Dios. El libro de los Jueces describe un ciclo de pecados de parte del pueblo, consecuencias de parte de Dios, arrepentimiento y clamor de parte del pueblo, liberación de parte de Dios para que luego el pueblo olvidara otra vez los mandamientos y el juicio de Dios.

De los versículos 20-23, Judas nos sigue enseñando como contender por la fe:

Recomendación #1:“Pero vosotros, amados, edificándoos en vuestra santísima fe…” (v.20)

Este es un llamado a crecer en nuestra fe y dentro de la comunidad cristiana. De acuerdo con Efesios 4:11-13, Dios dio a Su iglesia pastores y maestrospara capacitar a los santos para la obra del ministerio y para ayudar a cada creyente a crecer a la estatura de la plenitud de Cristo. No puedes madurar, y por tanto no puedes formar la imagen de Cristo en ti, si no conoces la palabra y dicha palabra ha sido diseñada para ser enseñada por personas a quienes Dios ha capacitado con el don de enseñanza. La falta de madurez espiritual en muchos de los hijos de Dios no es otra cosa que falta de conocimiento de Su Palabra y luego falta de aplicación de lo que han conocido en dicha palabra.

Recomendación #2: “…orando en el Espíritu Santo… (v.20)

La palabra no nos da instrucciones claras de cómo orar en el Espíritu; pero orar en el espíritu por lo menos debe implicar la oración que es conforme a la palabra de Dios de manera que nuestras peticiones y deseos puedan alinearse con la voluntad de Dios. Al orar nosotros no estamos tratando de que nuestra voluntad se haga en los cielos porque eso no fue la instrucción del Señor Jesucristo. Sino que oramos para que la voluntad del cielo se haga en la tierra. A través de la oración en el Espíritu, el Espíritu de Dios nos da tanto el querer como el hacer. Por tanto, al orar en el Espíritu, Dios va poniendo en nosotros el deseo de hacer las cosas a las que nos está llamando y luego nos va a dar también la habilidad para poder hacerlas.

Recomendación #3: conservaos en el amor de Dios…” (v.21)

Judas nos está diciendo que permanecer en el amor de Dios no es una opción sino algo que nosotros mismos debemos hacer. Dios nos amó desde antes de la fundación del mundo y nosotros podemos amarle porque Él nos amó primero. Sin embargo, el Señor Jesucristo enseñó claramente en Juan 15:10, Si   guardáis   mis   mandamientos, permaneceréis en mi amor, así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.” Claramente la palabra enseña que la manera de permanecer en el amor de Dios es obedeciendo sus mandamientos.

Recomendación #4: “…esperando ansiosamente la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna…” (v.21)

Judas nos llama a la perseverancia mientras aguardamos la segunda venida del Señor Jesucristo cuando él recompensará a cada uno de los suyos y por eso Judas llama a esperar la misericordia de nuestro Señor porque su encuentro con Él es un acto de misericordia de su parte.